En agosto

El Molino tendrá un espacio gastronómico cuando reabra como sala de conciertos en Barcelona

El Ayuntamiento de Barcelona prevé complementar las actuaciones con una oferta culinaria, si bien afirma que las música y la hostelería tendrán espacios separados

Vecinos del Poble-sec piden acelerar la reapertura de El Molino

Fachada del teatro El Molino, cuya gestión pronto saldrá a concurso

Fachada del teatro El Molino, cuya gestión pronto saldrá a concurso / Elisenda Pons

Jordi Ribalaygue

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El Molino reabrirá en Barcelona como una sala de conciertos que, a su vez, contará con un espacio gastronómico. No hay fecha aún para que el histórico teatro de variedades de la avenida del Paral·lel levante de nuevo el telón, si bien las bases del concurso que el Ayuntamiento prepara para ceder el inmueble a una empresa desvela que la oferta culinaria complementará a la cultural. 

El gobierno del alcalde Jaume Collboni ya reveló en noviembre pasado que el recinto que el consistorio adquirió por 6,2 millones de euros en 2021 se confiará a la gestión privada para que provea de programación musical al local, cerrado desde 2019 tras un breve renacimiento. La adjudicación se prolongará por cuatro años y se podrá prorrogar por un cuatrienio más. El ejecutivo municipal confía en que se convierta en un punto de referencia para la canción de autor, el jazz, el flamenco y la rumba. Lo que no había trascendido hasta ahora es que, además de actuaciones de pequeño formato, también se podrá degustar la cocina de El Molino.  

El pliego de cláusulas que el ejecutivo municipal ha redactado para entregar la concesión se halla en período de exposición pública, en que se pueden plantear alegaciones para modificarlo. Por ahora, el documento concreta que el teatro revivirá como un “espacio cultural con propuesta gastronómica”.

"Una cocina enorme"

El concejal de Cultura, Xavier Marcé, alega que el consistorio se ve obligado a incluir la opción de restauración porque se cede el inmueble entero, de 1.876 metros cuadrados. "Y hay una cocina enorme en el piso superior", explica el edil. En el mismo sentido, el adjudicatario estará obligado a arrendar dos locales de la calle Roser, que forman parte del edificio.

Marcé recalca que la sala de actuaciones quedará en la planta baja, donde se dispone de barra, mientras que el espacio gastronómico se situará en el primer piso. "Serán dos espacios separados", comenta el concejal, que subraya que El Molino "no será un restaurante", un término que el Ayuntamiento ha evitado incluir en las condiciones para la concesión. "El promotor tiene la opción de tirar adelante la propuesta gastronómica. No es exigible pero, si se hace un cálculo económico, es inevitable que aparezca en el concurso. Si es inteligente, la querrá incorporar", expresa.

La oferta musical contabilizará un máximo de 33 puntos sobre 100 en el examen de las ofertas que se postulen para administrar el teatro, mientras que el proyecto culinario sumará 12 puntos como mucho. Aun quedando relegada en la evaluación, las condiciones del concurso establecen que “se tendrá que acreditar cuatro años de experiencia en el mundo de la restauración” para presentar candidatura.

También se exige a los aspirantes que documenten haber obtenido un volumen anual de negocios superior a los 100.000 euros en uno de los tres últimos ejercicios como mínimo. El concesionario abonará un canon anual fijo superior a los 20.000 euros al Ayuntamiento y otro variable en función de los ingresos a partir del segundo año de gestión. Marcé calcula que los trámites podrían estar listos para la reapertura hacia agosto.

Música y cocina

Además, el Ayuntamiento tendrá en cuenta que la cartelera de espectáculos de El Molino “se relacione con el proyecto gastronómico, generando espacios de hibridación entre los diferentes estilos y la gastronomía”, indica el pliego de cláusulas. Asimismo, señala que se otorgará más puntuación a las ofertas que “pongan en relación los diferentes estilos musicales, la idiosincrasia del Paral·lel, la multiculturalidad y la gastronomía” y que “ofrezca una propuesta gastronómica capaz de relacionar el hecho artístico con la restauración”, por lo que se refiere a aspectos como los horarios, la distribución del espacio, la gestión del servicio, el tipo de cocina, los productos y su presentación.

En todo caso, el gobierno municipal pone el acento en el proyecto cultural. En ese sentido, remarca que el pliego de condiciones concede valor a que la propuesta musical tenga "vocación local" sin desdeñar la proyección metropolitana e internacional, que la programación sea "paritaria" y atienda a la "diversidad cultural de la ciudad", que "ponga énfasis en las músicas populares destinadas al pequeño formato" y que aplique una política de precios que "garantice el acceso de la ciudadanía".

El último piso del teatro El Molino alberga una enorme cocina

El último piso del teatro El Molino alberga una enorme cocina / Elisenda Pons

El concurso también alienta a que los licitadores sugieran “usos gastronómicos más allá de los relacionados con la propuesta de programación”. Apunta que una amplia oferta culinaria, no atada en exclusiva a los conciertos y “sin entorpecer” la programación, ha de favorecer “una explotación más eficiente del espacio”. Las condiciones para la adjudicación estipulan: “Se valorará una propuesta que incluya un proyecto gastronómico sostenible capaz de funcionar en el marco de la propuesta cultural y que funcione de manera complementaria a la programación propuesta, y también de manera autónoma, a través de los diferentes espacios que dispone el equipamiento para ofrecer este servicio”.

El pliego incentiva que la gestión de El Molino "ofrezca usos alternativos para alcanzar el máximo rendimiento de la sala en todos los horarios" y se vincule con festivales y otros escenarios del Paral·lel. Precisa que se considerarán excelentes las ofertas que, además de estrechar lazos con certámenes, compañías y salas de música, tiendan puentes "también con proveedores y servicios dentro del mundo de la gastronomía" y aporte "valor añadido en el trato y relación con colectivos con riesgo de exclusión desde el servicio de restauración".

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