Truqui de estilo: la faja no es solo para reducir talla 

La faja (muy utilizada por las Kardashian) nos empodera. 

Faja
Faja / Beeldbewerking

En plena época de post-excesos navideños tenemos el perímetro corporal ligeramente alterado y los sentimientos de culpa a flor de piel. Pero en lugar de perder el tiempo con lamentaciones es el momento de ponerse manos a la obra y recuperar (y mantener) unos hábitos ordenados y saludables que empiezan ahora pero que no fenecen en un par de semanas. Es una obviedad que lo primordial es la salud, por encima de cualquier moda o tendencia. Recuerda que tu cuerpo es el mejor solo por el hecho de ser el tuyo. Así que más que preocuparte por llegar a una talla ideal, hazlo por sentirte sana, ágil y bien. Para todo lo demás: faja. Sí. FAJA.

La faja es un mantra divino con connotaciones negativas que tenemos que destruir. Faja no es sinónimo de gorda. Faja es sinónimo de seguridad. Ojo, no confundamos porque no hablo de llevar una faja que te oprima hasta la falta de respiración y el colapso: la talla de la faja es la misma que la talla que usas para el resto de la ropa. No por elegirla más pequeña va a obrar más milagros. Déjate asesorar siempre por profesionales y elige tu talla y modelo adecuado.

Es cierto que el milagro de la faja es la de reducir una talla (¡o incluso dos!), que afina la silueta y que es perfecta para no marcar celulitis cuando llevamos alguna prenda ceñida. Pero el verdadero y auténtico milagro es que la faja nos empodera. Nos impulsa a caminar derechas, sin encorvarnos. Nos eleva, nos levanta la vista. Potencia la seguridad del paso firme. La faja no está ahí para esconder nada, no es una obligación: es una elección. Y como tal, reivindiquemos la faja, sin vergüenza. Sin complejos.

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