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Premio Empresa Familiar: Bodegas Fariña

Texto: Redacción

La bodega que logró que todo el mundo hablara de la DO Toro

Manuel Fariña y su hijo Manu Fariña, director técnico y adjunto a la dirección general de Bodegas Fariña.

Manuel Fariña ha sabido modernizar el pequeño negocio que iniciaron sus padres y ahora su hijo Manu continúa añadiendo prestigio a la marca.

Con una trayectoria que supera las ocho décadas, Bodegas Fariña se erige como un emblema indiscutible en la narrativa vinícola de la moderna Denominación de Origen Toro. Bajo la dirección de Manu Fariña, perteneciente a la tercera generación de la familia, la bodega continúa honrando y actualizando el legado vitivinícola heredado, diversificando su producción con nuevas gamas a lo largo del río Duero, desde la Tierra del Vino -donde comenzó a elaborar vino su abuelo-, a Toro, población en la que su padre, Manuel Fariña, transformó radicalmente los métodos de elaboración, la personalidad y el carácter de sus vinos, sin olvidar los Arribes del Duero.

Hay que remontarse hasta 1942 para situarse en el contexto económico de postguerra -y plena Guerra Mundial- cuando un matrimonio zamoranos, Salvador Fariña y Tomasa López, abandonaron Porto de Sanabria para establecerse en Casaseca de las Chanas en busca de un futuro mejor. Allí, a treinta kilómetros de Toro, en plena Tierra del Vino, empiezan una nueva vida con un proyecto arriesgado: elaborar vino en una rudimentaria bodega excavada en piedra calcárea. Así nace Bodegas Porto, en honor a su pueblo.

Su hijo Manuel estuvo vinculado desde su infancia al negocio familiar y tras completar sus estudios de Enología en la localidad valenciana de Requena con gran éxito, ya que fue el número uno de su promoción, en 1968, con sus conocimientos, se propuso modernizar y ampliar la bodega familiar. Con el arranque de la década de los setenta se empieza a elaborar los primeros Colegiata, cuando todavía Toro no tenía Denominación de Origen. Con menos cuerpo y menor graduación alcohólica, pero una buena crianza en madera, su etiqueta estaba inspirada en el monumento que lleva su nombre, monumento insigne de Toro.

Museo de Bodegas Fariña.
Museo de Bodegas Fariña.

Con esas botellas en el maletero de su coche, el joven Manuel -junto a su amigo José Antonio Mijares- recorrieron Europa dando a conocer el producto y cosechando gran aceptación internacional.

El negocio familiar pasa a denominarse Bodegas Fariña en 1986 y Manuel se convierte en uno de los grandes impulsores de la DO Toro, siendo el primer presidente de su Consejo Regulador. Ese mismo año se construye una nueva bodega y la zona encuentra su lugar en el mapa vitivinícola mundial.

Empieza a finales de los ochenta a acumular numerosos premios, con el Gran Colegiata y otros vinos de la bodega que destacan en una cata a ciegas en Suiza, lo que pone el foco en el potencial de los vinos de Toro. Esa sería la semilla que despertara el interés por esta DO entre enólogos y bodegueros. «La añada de 1982 marcó historia en nuestra boda y esos primeros premios y reconocimientos internacionales obtenidos con nuestro Gran Colegiata supusieron un antes y un después no solo para la bodega, sino también para la región», aseguran desde la empresa.

Hoy, Bodegas Fariña se posiciona a la vanguardia de la innovación en Toro, produciendo vinos que se caracterizan por su frescura, frutalidad y elegancia

Desde entonces, continúan creciendo y mejorando, llevando el nombre de Toro por el mundo y con el Gran Colegiata por bandera, vino que ha sabido evolucionar con el tiempo para adaptarse a los nuevos gustos de los consumidores. Se trata de un caldo clave en la evolución de los vinos de Toro, destacándose por su influencia en la modernización de las prácticas vitivinícolas de la región y por su papel en la transformación de la imagen de los vinos toresanos, especialmente tras obtener importantísimos reconocimientos internacionales en la década de los ochenta. Hoy sigue siendo un referente icónico y uno de los mejores embajadores de su tierra. Elaborado con la variedad autóctona, la tinta de Toro, procedente de viñedos viejos y una crianza de 18 meses en barricas de roble americano, es un tinto estructurado y amable, que continúa recibiendo premios internacionales, siendo uno de los valores más destacados de los vinos de Toro.

Manu Fariña.
Manu Fariña.

Hoy, Bodegas Fariña se posiciona a la vanguardia de la innovación en Toro, produciendo vinos que se caracterizan por su frescura, frutalidad y elegancia, consolidando su presencia en más de cuarenta países alrededor del mundo. Estos vinos, arraigados en la tradición y en el meticuloso cuidado de las viñas, son el fruto de 300 hectáreas de viñedo propio, en el que se incluyen parcelas centenarias, y de una colaboración continua con viticultores locales, quienes aportan uvas de viñas mayoritariamente prefiloxéricas. Este viñedo viejo representa el verdadero tesoro de la región de Toro y son la base sobre la cual Fariña elabora algunos de sus vinos más emblemáticos.

Fariña es hoy también una bodega abierta a compartir experiencias inolvidables en torno al vino, con una variada oferta enoturística reconocida recientemente con el Premio Traveller’s Choice de Tridavisor. El visitante puede recorrer los originales rincones de su Museo Fariña, admirar su colección de pintura abstracta, conocer a fondo el proceso de elaboración de sus vinos y también la historia de la familia y del vino de Toro.