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MUJERES SIN HOGAR

Elena Sala:

“nos adaptamos a cada usuaria”
Elena Sala:
DIRECTORA DEL CENTRO RESIDENCIAL LA VIOLETA

El Centro Residencial La Violeta ofrece una oportunidad de recuperación y reinserción para mujeres

Texto: Carme Escales
El Centro Residencial de Inclusión (CRI) La Violeta abrió sus puertas el pasado mayo en Sarrià-Sant Gervasi. Equipamiento municipal exclusivo para mujeres sin hogar, quiere ser pieza clave en la reconducción y fortalecimiento de sus vidas. Es el hogar de 18 usuarias, la mitad de las cuales ya trabajan. Elena Sala dirige el centro.
Se facilitan recursos para que las usuarias recuperen su autonomía personal

¿Qué caracteriza el centro?

Es un recurso preventivo para mujeres sin hogar, concebido para frenar su deterioro de la relación personal, social y relacional debido a la situación de vulnerabilidad en que se encuentran mientras están en situación de sinhogarismo oculto. No es un recurso de emergencia, por la necesidad de un recurso residencial, que también, sino para iniciar un recorrido, una oportunidad de recuperación y reinserción sociolaboral. En él, las mujeres pueden detenerse a pensar qué quieren, qué proyecto vital desean iniciar, y hacerlo empezar a caminar para conseguirlo. Disponen de habitaciones individuales con baño propio, espacios comunes y espacios de gestión colectiva, donde ellas son protagonistas.


¿Qué motiva esa mirada diferente al sinhogarismo femenino?

Una mujer en la calle de forma cronificada está mucho más vulnerabilizada y tiene mucho peor pronóstico. Por razones de género, tenemos más capacidad de movilizar recursos personales, organizarnos en formato tribu y nos adaptamos mejor a la precariedad, dispuestas a aguantar situaciones muy críticas para evitar perder el techo.


¿Qué efectos tiene esta manera de sobrevivir?

Se retrasa la llegada a la calle, pero en el marco de estas estrategias femeninas de supervivencia se acaban produciendo sucesos como la violencia machista, que hay que poder detectar. Se puede tardar hasta cinco años en visibilizar esta realidad. Que no estén en la calle hace que no se vean tanto, y un techo y cuatro paredes no son un hogar. En la calle, las mujeres son minoría, pero viven otras situaciones de sinhogarismo oculto y otras situaciones previas peores, como el intercambio de servicios a cambio de un techo. Es importante poner el foco ahí desde una mirada preventiva. El patriarcado y la falta de vivienda están en la base.