3 refugiados cuentan su experiencia en la frontera de Bielorrusia y Polonia

Zeta Media Lab

Llegan heridos, exhaustos y humillados, hasta este albergue regentado por una organización caritativa polaca junto a la estación de ferrocarril de Bialystok, la última población importante de Polonia antes de la frontera con Bielorrusia. Durante días o incluso semanas, han acumulado barro hasta las rodillas, y presentan aparatosas heridas en los pies como consecuencia de la caminata. Vagando por los bosques que separan ambos estados bajo una perenne lluvia helada, con temperaturas que durante la noche rondan los cero grados, y rechazados en varias ocasiones por las patrullas fronterizas de ambos países, en una suerte de trágico juego de ping pong con seres humanos de por medio, solo les queda ahora esperar y rogar al cielo para que que sus solicitudes sean atendidas y se les conceda el ansiado estatus de refugiado político en algún país de la Unión Europea.