El corredor del fuet | Olot, bienvenido a trabajar pero no a alquilar

EL PERIÓDICO

A las dos de la tarde, una marabunta de trabajadores sale en orden inaudito de las principales empresas cárnicas de el polígono industrial que separa Olot y Sant Joan les Fonts, en La Garrotxa. Gambianos, nigerianos, marroquís, paquistanís, indios... Apenas se ven personas de piel blanca. Morr y Samba corretean por la acera. “Tenemos que ir al ayuntamiento a ver si nos van a empadronar, vivir aquí es muy difícil”, advierten. La Garrotxa, una de las joyas paisajísticas de Catalunya, no es para todos. “Si notan que eres inmigrante te cuelgan el teléfono, es imposible alquilar”, añaden estos trabajadores de la industria cárnica. Algunas de las empresas, como Noel, tratan de resolver el problema. En 10 años, Olot ha duplicado la tasa de población extranjera y, a la vez, ha rebajado el paro. Pero el discurso ha calado. “Basta ya, tenemos demasiados inmigrantes”, defiende Sergi Marc, un restaurador de la zona que acusa los extranjeros de haber hecho aumentar la delincuencia en la comarca.