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Ni 5 ni 10 años: esta es la frecuencia con la que hay que cambiar el colchón según los expertos

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Una cama de un dormitorio

Una cama de un dormitorio / PIXABAY

Alexandra Marcos

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Una de las mayores inversiones que podemos hacer en toda nuestra vida es un buen colchón: no solo es fundamental para el confort durante las horas de descanso, también es muy importante para la salud en general.

Cuando elegimos un colchón de calidad, marcamos la diferencia entre una noche de insomnio y un sueño reparador.

Se trata de mucho más que un simple objeto de descanso y se convierte en una inversión en nuestra salud, ya que pasamos ni más ni menos que 26 años de media a lo largo de nuestra vida acostados.

Por esta razón, tener un colchón de calidad nos ayuda a dar un soporte adecuado a la columna vertebral, además de a reducir el riesgo de padecer algún dolor muscular.

Cada cuánto se cambia el colchón

Uno de los mayores mitos es que el colchón se tiene que cambiar cada cinco o diez años: una recomendación que, según algunos expertos, está más basada en suposiciones e intereses comerciales que realmente en datos científicos.

La realidad es que no existe una respuesta taxativa que se ajuste a todos los casos y la durabilidad de un colchón puede cambiar dependiendo de distintos factores.

La frecuencia con la que hay que cambiar el colchón depende, entre otras cosas, de la calidad, ya que los materiales juegan un papel crucial: cuando estamos ante un colchón de alta gama fabricado en látex o con espumas de alta densidad, pueden vivir durante más de diez años sin perder su funcionalidad mientras que los colchones de menos calidad se degradan más rápidamente.

También es determinante la frecuencia de uso y el mantenimiento, ya que un colchón utilizado a diario en una vivienda principal tendrá una durabilidad bien distinta a la de un colchón de invitados. Respecto al mantenimiento, se recomienda girar el colchón adecuadamente y utilizar productores.

Pero, para saber cuándo hay que cambiar de colchón exactamente, lo mejor que podemos hacer es estar pendientes a los signos de envejecimiento como hundimientos o deformaciones o escuchar a nuestro cuerpo para ver si padecemos dolores de espalda persistentes o si nos cuesta conciliar el sueño.

Un colchón en buen estado debe mantener tu cuerpo alineado y libre de presiones incómodas. Por último, si experimentas síntomas de alergia como estornudos, tos o congestión nasal al despertar, es posible que el colchón esté acumulando polvo y ácaros: la acumulación de alérgenos puede hacer que el colchón se convierta en un foco de problemas respiratorios.

En definitiva, la durabilidad de un colchón no solo depende de su antigüedad, sino también de la calidad de sus materiales, su uso y mantenimiento, y los signos de desgaste que presenta.