Alimentación segura

Cuidado si comes más de estas latas de atún a la semana: a tu cuerpo le puede pasar esto

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Lata de atún

Lata de atún / PI Studios

Alexandra Costa

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Quien no tiene latas de conservas o de alimentos varios en algún armario de la cocina. Son productos no perecederos, o al menos no a corto ni medio plazo, que sacan de más de un apuro. Sin embargo, recientes estudios realizados en Europa y Estados Unidos alertan de que su consumo puede ser peligroso para el organismo por los materiales con los que se fabrican los envases. Además, estos productos no solo aportan menos nutrientes que los alimentos frescos, sino que contienen altas cantidades de sodio porque se usa la sal como conservante. También tienen más calorías y grasas si son precocinados. Por eso, y como sucede con las sardinas, hay que consumirlos con moderación. Pero, ¿qué pasa con las latas de atún? Están en muchas cestas de la compra. ¿También hay que tener cuidado con ellas?

El atún es el protagonista y el comodín en cualquier menú. Puede ser el complemento rey de una ensalada y, a la vez, animar un plato de arroz. Para aquellos que se fijan en los macronutrientes que ingieren, estos peces son fuente de proteína, hasta el punto que una lata de 80 gramos de atún puede tener 20 gramos de proteínas.

Si algo bueno tienen las latas de conservas o alimentos es la fecha de caducidad, que suele ser muy lejana, hasta de cinco años vista. De hecho, son el producto que salvará a la humanidad de un cataclismo global, según todas las series y películas.

Sustancias químicas que llegan al organismo

Más allá de la ficción, varios estudios publicados recientemente determinan que el material con el que se fabrican las latas, en concreto en las sustancias químicas que se utilizan para recubrirlas, conlleva riesgos para la salud. Las investigaciones encontraron cantidades muy elevadas de bisfenol A en dos terceras partes de los envases analizados.

El bisfenol A, normalmente abreviado como BPA, es una sustancia orgánica que se emplea desde los años 60 del siglo pasado en el recubrimiento plástico del interior de las latas para que no se oxiden. No solo está presente en las latas, sino que está muy extendido en diferentes industrias. En este sentido, también está en los revestimientos de los microondas, en los contenedores de almacenamiento de alimentos, en las botellas de agua y leche, e incluso en las vajillas, en las cuberterías y en las baterías de cocina. De ahí que muchos productos se anuncien como libres de BPA.

El bisfenol A tiene una buena finalidad, pero...

Aunque la finalidad del bisfenol A es proteger los alimentos, también se filtra en ellos y acaba llegando al organismo, lo que es nocivo para la salud. Todavía no se conocen por completo las consecuencias, pero se cree que puede modificar la manera en la que actúan los estrógenos y la testosterona. Es decir, afectaría tanto al cerebro como al sistema reproductivo. En esta línea, en Estados Unidos está clasificado como un interruptor endocrino: se considera una sustancia química capaz de alterar el equilibrio hormonal del organismo.

Respecto a la seguridad de consumir alimentos en lata, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA) aseguran que una exposición limitada no debería tener consecuencias para la salud. Por lo que respecta a la Autoridad en Reino Unido para la Seguridad Alimentaria, las cantidades reducidas de BPA deberían ser rápidamente absorbidas y eliminadas por el organismo, sin suponer, por tanto, riesgo alguno para los consumidores. 

A diferencia de los ingredientes con los que se ha elaborado el producto, no existe hoy en día ninguna regulación que obligue a reflejar en la etiqueta cómo ha sido fabricado el envase. Aun así, el uso del bisfenol A está prohibido en algunos casos concretos en la Unión Europea como en los Estados Unidos, como sucede con los biberones. Se considera que la sustancia se liberaría por el calentamiento del plástico y los neonatos no tendrían capacidad para expelerla de su organismo. Otro ejemplo es Francia, que en 2015 prohibió el BPA en latas y plásticos. Por contra, en España se usa y por eso recientemente volvió el dilema de los mejillones en lata.

Recomendaciones de consumo

Por todas estas razones es recomendable no abusar de los alimentos en lata. Lo recomendable es tomar entre dos y tres latas a la semana, a excepción de los consumidores con problemas de tensión arterial y colesterol, que tendrán que limitar todavía más su consumo u optar por alternativas bajas en sal y que no se conserven en aceite, respectivamente.