CAOS AÉREO SIN EXPLICACIONES

¿De verdad los directores de los aeropuertos han cogido algún avión en su vida?

Los solucionan todo diciéndote que todo es culpa del Dana y te dicen, si es que encuentras a alguien que te ayude, que entres en la web de AENA. Lo cierto es que este miércoles ha sido un caos (más) en los aeropuertos. Sin más.

Todos los vuelos o cancelados o retrasados, hoy, en Palma.

Todos los vuelos o cancelados o retrasados, hoy, en Palma. / EMILIO PÉREZ DE ROZAS

Emilio Pérez de Rozas

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Yo, lo siento, pero en días como hoy, miércoles, 14 de agosto, la jornada, dicen, del Dana, del tremendo diluvio (en Palma de Mallorca ha llovido 42 minutos), tengo la sensación de que los altísimos ejecutivos, profesionales, masters en mil universidades y escuelas de negocio, que dirigen los aeropuertos no viajan nunca, no han cogido un avión en su vida. Si lo hubiesen hecho alguna vez, se apiadarían de los viajeros.

No sé si Tomás Melgar, director de Son Sant Joan, de Palma de Mallorca, se ha asomado hoy a cualquiera de los halls, de las puertas de embarque, de los pasillos de su instalación. No creo, desde luego, que Mario Otero, máximo responsable del Adolfo Suárez Madrid-Barajas, haya tenido intención de pasearse por allí. Y ya ni les cuento Eva Valenzuela, directora del Josep Tarradellas, de El Prat.

Caos sin palabras

Si cualquiera de ellos hubiese vivido en directo y no desde su despacho o, vaya usted a saber, a través de su móvil, uno de esos días donde la gente, la gente normal, las familias, los abuelos en sillas de ruedas, los niños, los perros, los de aquí y los de fuera viven desesperados sin saber nada de sus vuelos, entenderían por qué la gente cada vez confía menos en los que nos mandan, en los que nos dirigen, en los poderosos.

Alejandro Ceresuela, mi amigo fotógrafo, sale de Barcelona a Viena. No sabe nada de su vuelo. O, sí, que se lo van cambiando de puerta y de hora varias veces. “Hasta me temo que lo cambien de terminal, pues ya he visto que el caos ha provocado que algún vuelo salga desde la T2”.

A Jesús Robledo, mi otro amigo fotógrafo del Mundial de MotoGP (los tres nos dirigimos, si podemos) a Viena y, de allí, en coche de alquiler a Spielberg, donde mañana arranca el Gran Premio de Austria, le han estado mareando, también, durante todo el día con su vuelo Madrid-Viena. Al final, cuando ya estaba dentro del avión, les han tenido otros 48 minutos esperando.

Miles de viajeros bloqueados, hoy, en Palma.

Miles de viajeros bloqueados, hoy, en Palma. / EMILIO PÉREZ DE ROZAS

De mi vuelo de Ryanair FR501, Palma-Viena, no se ha sabido nada, de nada, de nada, en ninguna de las tres pantallas gigantes donde se ofrece (algo) de información de los vuelos, hasta 10 minutos después (15.55 horas) de la hora que debía de haber despegado (15.45). Y cuando, de pronto, tras dos largas horas más, anuncian la puerta C-62 de tu vuelo, cuando llegas a ella, te encuentras aun gentil caballero que te dice "no, no, el vuelo que saldrá, no se sabe cuándo, de esta puerta es a Paberdorn, del suyo no sabemos nada". Paberdorn, sí, Alemania, claro, Renania.

Es decir, te pasas el día mirando la pantalla y como hay aviones, decenas (¡bienvenido a Mallorca, amigo!), retrasados como el tuyo o, peor aún, cancelados, el tuyo no sale, pues aún están informando, a las 14.00, de los retrasos de los vuelos de las 10 de la mañana.

Consulte la web

Pero el problema no es la masificación del turismo, los vuelos, las vacaciones, Mallorca, la hermosura de Barcelona o el prestigio de Madrid. El problema es que los que mandan pasan de la gente, les da igual que la gente sufra, se desespere, tenga que hacer colas interminables para todo (sobre todo para informarse y mal). No sepa qué hacer, a quién acudir y cómo tener información. ¡Solo pedimos saber (algo).

Todos, absolutamente todos, nos conformaríamos con tener información, con saber lo qué pasa, con encontrar a alguien que, gentilmente, junto a pedirte paciencia, te dijese que todo se va a arreglar. No quiero hablar con Tomás, ni con Mario, ni con Eva, pero tampoco quiero que, después de dos horas, encuentre, en Son Sant Joan, a un empleado, que me diga “entre usted en la web de AENA y ahí está todo”.

¡No me da la gana de entrar en la web de AENA!, como tampoco me da la gana de pagar tres euros por un botellín de agua, como tampoco me da la gana hacer mis operaciones en el Banco de Santander por internet o en el cajero automático.

Yo quiero gente que me sonría, que me hable con educación y que no me engañe, porque, ahora, a las 17.33 horas, hace un sol impresionante en el aeropuerto de Palma y mi vuelo a Viena sigue sin estar confirmado ni en hora, ni en puerta, ni en nada. Robledo ya está volando hacia Viena. Ceresuela aún no sabe cuándo saldrá su avión. Y yo estoy por comprarme un McDonald’s, en la terminal C de Son Sant Joan, pero hay 71 personas haciendo cola.

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