¿Qué le hemos hecho a la Tierra? (1)

La extinción provocada de una especie inspiró a la paloma de la paz de Picasso

También terminó con la variedad de fresno que proporcionaba la mejor madera para fabricar las guitarras más famosas

Mural de Jonathan Morillas (Doger) del año 2019 en los aparcamientos de la Facultad de Económicas, Málaga, España.

Mural de Jonathan Morillas (Doger) del año 2019 en los aparcamientos de la Facultad de Económicas, Málaga, España. / Daniel Capilla/Creative Commons ( CC )

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Hay muchos ejemplos de extinciones que hemos provocado por ambiciones económicas que hoy todavía lamentamos. Una de esas especies extinta inspiró la paloma de la paz de Picasso e impide que hoy se puedan fabricar las míticas guitarras Fender empleadas por Bruce Springsteen, The Rolling Stones o Jimi Hendrix. ¿Qué será de nosotros si consumamos la sexta gran extinción?

Cada día hay más personas lúcidas preocupadas por el calentamiento global. No es de extrañar, pues en mayor medida ya vamos notando sus efectos. Pero la Tierra se enfrenta a otro problema aún peor: la sexta extinción masiva de especies.

Al igual que ocurrió con el calentamiento global, los científicos llevan décadas advirtiendo que estamos en un proceso de extinción masiva como resultado de algunas actividades del ser humano. En la actualidad hay más de un millón de especies al borde de la extinción. Pero es difícil que eso nos preocupe. Nadie valora lo que desconoce y vivir en las ciudades nos ha hecho totalmente ignorantes de la extraordinaria biodiversidad que hay en nuestro planeta. Una diversidad que estamos destruyendo de manera suicida sin darnos cuenta de que la próxima especie que extingamos podría arrastrarnos a la extinción.

Un coche entre nativos

Un símil puede ayudar a entenderlo: imaginemos que llevamos un todoterreno a una isla remota donde sus habitantes no han visto jamás un coche. Elegimos a una pareja y le enseñamos a conducirlo, le dejamos una reserva de gasolina y nos vamos. La pareja de nativos disfruta desplazándose en todoterreno por la isla. Un día deciden sacarle el asiento trasero y llevárselo a su casa. No pasa nada, el coche sigue funcionando y ellos tienen un magnífico sillón nuevo en su vivienda.

Los indígenas siguen desmontando piezas “inútiles”: quitan los cinturones de seguridad para hacer correas de mochila, sacan la rueda de repuesto, las alfombrillas… El coche sigue funcionando y ellos acumulan más bienes en su casa. Hasta que un día desmontan una pieza esencial y el coche deja de funcionar. Es lo mismo que hacemos nosotros extinguiendo especies. Cuando extingamos algunas de las especies esenciales, adiós…

¿Cuándo dejará de funcionar la Tierra?

Pensemos que un coche tiene alrededor de 75.000 piezas y muchas de ellas no son esenciales para que ande. Los indígenas que no tienen ni idea de ingeniería de coches, le sacaban piezas alegremente sin saber si son o no esenciales. La Tierra tiene unos 10 millones de especies. Su funcionamiento es infinitamente más complicado que el de un coche y sabemos de ella mucho menos que los indígenas de esa isla remota sabían sobre coches. Pero sacamos piezas al buen tuntún. La pregunta esencial es: ¿Cuándo dejará de funcionar la biosfera de la Tierra?

En esta serie aportamos lo que sabe la ciencia sobre todo esto y contamos cómo hemos llevado a la extinción a ciertas especies y qué consecuencias estamos pagando por ello. La Tierra es nuestro único hogar y lo hemos destrozado…

Aspecto que tendría Ectopistes migratorius, la paloma víctima de la ambición humana.

Aspecto que tendría Ectopistes migratorius, la paloma víctima de la ambición humana. / E. Costas.

Empezamos por la paloma de la paz

Primer ejemplo: en 1800 la población de Ectopistes migratorius, la paloma migratoria de Norteamérica,se estimaba en al menos 3.500 millones de ejemplares, pero lo más probable es que superasen los 5.000 millones. Eso la convertía en el ave más abundante del mundo.

Eran muy sociables, criaban a sus pichones en común y migraban esparciéndose por un área de distribución muy amplia de los actuales territorios de Estados Unidos y Canadá. Durante sus migraciones formaban bandadas de cientos de millones de individuos que según los naturalistas que las estudiaron “oscurecían el cielo, calentaban el ambiente a su paso, y con su aleteo producían un enorme ruido y generaban viento”.

En 1900 un niño de Ohio mató a tiros al último ejemplar salvaje de la especie. Solo le sobrevivió Martha, una paloma migratoria enjaulada que murió poco después.

¿Cómo pudo desaparecer en solo 100 años la que había sido el ave más abundante del mundo?

La biodiversidad como bien económico

La explicación es sencilla: la especie, extremadamente exitosa, no tenía problema alguno de adaptación. Pero, desde finales del siglo XVIII, con el desarrollo del capitalismo, la biodiversidad empezó a considerarse como un bien económico del que apoderarse para "sacarle partido” y “generar riqueza”.

En 1805 un grupo de empresarios neoyorkinos tuvieron una idea para aprovechar la ingente cantidad de palomas migratorias que la naturaleza brindaba: hacer con ellas pienso para cerdos.

Los nativos americanos consideraron a las palomas migratorias como un recurso básico que aprovecharon durante milenios como fuente inagotable de huevos y carne. Aunque los nativos cazaban palomas y recolectaban sus huevos para cubrir sus necesidades, lo hacían de forma sostenible e incluso después de la llegada de los europeos a América las palomas migratorias siguieron siendo el ave más abundante sobre la Tierra. Pero todo cambió muy rápido cuando el capitalismo las convirtió en un recurso del que sacar dinero.

1 centavo por paloma

Los empresarios neoyorkinos empezaron pagando 1 centavo por paloma. Había tantas que salía a cuenta cazarlas. Miles de personas se dedicaron al naciente oficio de convertirse en cazadores de palomas migratorias. Un cazador hábil podía abatir varios miles en un día combinando la caza con redes, trampas y a tiros. El dinero atrajo a decenas de miles de cazadores.

Algunos cazadores incluso emplearon veneno para cazar las palomas y los fabricantes de pienso tuvieron problemas cuando murieron cerdos por culpa del pienso elaborado con aves envenenadas. Pese a estos problemas puntuales, elaborar pienso para cerdos con carne de palomas siguió siendo un negocio exitoso. Cada vez había más cazadores y la aparentemente inagotable población de palomas menguó a toda velocidad.

Voz de alarma

En 1850 los naturalistas empezaron a dar la voz de alarma: la población de palomas se había reducido a la décima parte. Pero con el recurso más escaso subió el precio que se pagaba por las palomas. Además, la tecnología había mejorado las armas de fuego y las trampas. Se siguieron cazando masivamente palomas migratorias. Para 1875 tan solo quedaban 100 millones (cuando 75 años antes había alrededor de 5.000 millones).

Algunos científicos intentaron protegerlas alertando sobre su próxima extinción. Fueron ridiculizados como ignorantes contrarios al progreso. Quienes defendían su caza aseguraban que “era imposible que las palomas migratorias, antaño tan abundantes, se extinguieran”. Pero la realidad es que cuando la gente empezó a ser consciente de que podían extinguirse, lejos de limitar su caza, decidieron aprovechar el recurso al máximo antes de que desapareciese. Todavía se incrementó aún más su caza.

La última bandada de palomas migratorias (tan solo unas 250.000) llegó al Estado de Nueva York en 1896 para la época de cría. Todavía eran suficientes para salvar la especie. Pero en una sola noche los cazadores las abatieron a todas. Esta vez ni siquiera se aprovecharon. El tren que tenía que recogerlas para llevarlas a la fábrica de pienso descarriló y las últimas palomas migratorias se dejaron pudrir en el suelo.

El primer concierto de Bruce Springsteen en el estadio Metropolitano de Madrid, en imágenes

El primer concierto de Bruce Springsteen en el estadio Metropolitano de Madrid. / Efe

Una economía sin sentido

Extinguir a las palomas migratorias no tuvo sentido. En su tiempo muchos cazadores de palomas sostenían que “la carne y los huevos de paloma son un manjar mucho mejor que el cerdo”. A nivel nutricional las palomas migratorias también eran un alimento mejor que el cerdo, sin tanta grasa perjudicial. Además, hacían falta alrededor de 6 kilos de pienso fabricado con carne de paloma migratoria para conseguir un solo kilo de carne de cerdo.

Evidentemente no era un buen negocio para los seres humanos en su conjunto, pero sí lo era para unos pocos empresarios neoyorquinos, algunos de ellos fundadores de dinastías adineradas que perduran hasta nuestros días.

Además, las palomas migratorias desempeñaban un papel fundamental en la dispersión de las semillas de numerosas especies de plantas. Algunas de estas ya se han extinguido y otras están en franca recesión.

Problema actual

La extinción de las palomas migratorias sigue causando problemas hoy, incluso en asuntos tan insospechados como el Rock and Roll: la mítica fábrica de guitarras Fender (que fabricó las guitarras empleadas por buena parte de los viejos roqueros, desde Bruce Springsteen a The Rolling Stones, pasando por Jimi Hendrix) anunció que tiene serios problemas para encontrar madera de la calidad necesaria para sus guitarras de alta gama.

Esto es debido a la casi extinción de una especie de fresno verde americana que según Fender “era la mejor madera del mundo para hacer una guitarra”. Las palomas migradoras ayudaban a la dispersión de las semillas de ese árbol. Sin ellas su área de distribución se redujo. El calentamiento climático en la zona y un insecto barrenador que antes estaba limitado por el frío del invierno, prácticamente acabaron con ellos. Fender está “buscando alternativas” para seguir fabricando sus mejores guitarras (entre ellas mejorar genéticamente fresnos de otras especies existente).

Extinción en cadena

A menudo, cuando una especie se extingue, poco tiempo después desaparecen otras especies con quienes estaba vinculada tras una larga historia de millones de años de co-evolución.

Una última historia: expertos en arte aseguran que Picasso quedó tan impresionado cuando conoció la historia de las palomas migratorias que buscó ilustraciones sobre Ectopistes migratorius. Le sirvieron de inspiración para sus dibujos de la Paloma de la Paz.

Referencias

Johnson K.P. et al. 2010. The flight of the Passenger Pigeon: phylogenetics and biogeographic history of an extinct species. Mol. Phylogenetic. Evol. 57(1):455-8.

Sullivan, Jerry (2004). The Passenger Pigeon. Once Three Were Billions In: Cassidy, Victor M. (ed.) Hunting for Frogs on Elston, and Other Tales from Field & Street. Chicago, Illinois. pp. 210–213. ISBN 978-0-226-77993-5.

Ellsworth, J. W. & McComb, B. C. (2003). Potential Effects of Passenger Pigeon Flocks on the Structure and Composition of Presettlement Forests of Eastern North America. Conservation Biology. 17 (6): 1548–1558.