Entrevista

Roser Tapias ('Sueños de libertad'): «Es un privilegio perder el control y llegar a extremos impensables en tu vida»

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Roser Tapias, la actriz catalana que encarna a María en 'Sueños de libertad'

Roser Tapias, la actriz catalana que encarna a María en 'Sueños de libertad' / Salva Musté

Inés Álvarez

Inés Álvarez

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Podría dar un máster en series diarias en cualquier academia de interpretación. Porque Roser Tapias (Barcelona, 1989) ha participado en 'La Riera', 'Bandolera', 'Amar en tiempos revueltos', 'El secreto de Puente Viejo', 'Acacias 38' y, ahora, en 'Sueños de libertad', la exitosa ficción de las sobremesas de Antena 3, donde da vida a una joven cuyo marido, Andrés (Daniel Tatay), se enamora de su cuñada, Begoña (Natalia Sánchez) y hará lo que sea por retenerle. Su personaje es una de las malas de la película, aunque ella intenta darle algo de humanidad.   

Participar en la serie más vista de la tele es una satisfacción. ¿Y una responsabilidad?

 Sí, es una gran responsabilidad saber que más de 1,2 millones de personas laven cada día. Y que, luego, tiene tanta audiencia en Atresplayer. Siempre impresiona. 

Y tiene más mérito siendo la sustituta de la longeva 'Amar es para siempre'. 

Sentíamos la presión y la responsabilidad de coger el relevo de una serie histórica y que funcionaba muy bien. El reto era difícil. Sabíamos que Sueños de libertad tenía los perfectos ingredientes para triunfar, pero nadie sabe nunca la receta del éxito.  

¿Y cuáles son esos ingredientes?

Es un cúmulo de factores que han resultado en una mezcla perfecta. Por una parte, lo de los exteriores reales, que la hacen visualmente muy potente. No estamos acostumbrados a eso en las series diarias. Aquí la plaza no es de cartón piedra. Además, es Toledo, con lo que las vistas son preciosas. Eso le permite competir con productos de las plataformas. Por lo que respecta al guion, que es impecable, aquí las tramas ni se alargan ni se dejan agonizar. No te puedes perder un capítulo o echar una siesta. Todo eso hace que la gente se enganche mucho.  

 Y, como en 'Amar…', hay una historia de amor entre mujeres.

Es un acierto incluir esta temática en estas series, porque parte del público es de otra generación, para la que es tabú y encuentran referentes de ese tipo. 

Usted es ya una experta en series diarias. Podría dar un máster. 

Por eso tengo muy claro cuáles son los ingredientes para que funcione. 

 Y en la rama de 'De época'.  

Uno de los privilegios de ser actriz es que te da la oportunidad de acercarte a situaciones y a épocas que de otra forma no conocerías tan en profundidad. Lo puedes estudiar en los libros, pero intentar vivirlo te da un conocimiento mayor. 

Hábleme de María. Su marido está enamorado de su cuñada.

María es una chica de clase alta que lo ha tenido todo y esto la hace un tanto caprichosa, a la que le resulta difícil aceptar que algo no le salga bien. Es muy impulsiva, muy pasional y está viendo que su marido se ha enamorado de su cuñada. Esa personalidad la lleva a esa dificultad de aceptar esta situación y a esa forma tan impulsiva de intentar retener a su marido. Pero es terrible, porque ambos le intentan convencer de que eso no es así. Y empieza a dudar de su percepción de la realidad y a caer en un pozo de inestabilidad emocional que roza un poco la locura. 

Una situación complicada ahora, pero es que eso ocurre en 1958.

María vive de acuerdo a los principios machistas y clásicos de una época donde el valor de la mujer estaba en ser buena esposa. Y el divorcio, aparte de ser ilegal, era pecado, una vergüenza. Entonces ella luchaba por mantener su dignidad y su estatus. Yo intento darle una dimensión más humana que justifique sus actos, por muy retorcidos que sean. Que se entienda que esa maldad viene de una vulnerabilidad. 

A todos nos salen los demonios en algún momento. 

Nadie somos ni buenos ni malos. E intentar enseñar los diferentes colores que puede tener un ser humano es un poco mi objetivo.

Y eso que usted no se identifica en absoluto con ella.

Es curioso, porque a pesar de que es el personaje que más se aleja de mí, he encontrado esas grietas que permiten defender lo que parece indefendible desde un lugar más humano para que la gente pueda empatizar. Aunque sea un momento. 

¿Es su personaje más complejo? 

Cuando me dijeron que iba a ser una de las malas, pensé: voy a poder sacar aquí mi lado más maquiavélico y disfrutar. Luego vi que no era tan sencillo. De hecho, María, cuando llega a la serie, es una niña dulce, agradable, un poco consentida, pero es luz. Y he tenido que ir haciendo este viaje hacia la oscuridad. Sin intentar perder esa María inocente.  

Y tras ser mala día tras día, luego debe volver a ser usted. 

Más que el tema de la maldad, lo que me cuesta a veces gestionar es cuando llevas al personaje a un estado emocional muy bestia. El cuerpo tiene memoria y aunque tú no confundas ficción y realidad, ha pasado por esa experiencia. Y si tú has interpretado un ataque de ansiedad, este se ha tensionado, te duele la cabeza de haber llorado y estás sensible, porque has abierto un grifo que a veces es difícil de cerrar. 

¿Interpretar es como un juego? 

Sí. E incluso te lo pasas bien. Es realmente catártico. Poder permitirte perder el control y llegar a extremos que en tu propia vida te resultan impensables es un privilegio. Y una liberación, a veces.

La última serie que ha hecho en Catalunya, 'La nit del karaoke', no obtuvo buenas críticas. Eso debe de dar mucha pena.

Y eso que tenía muy buenos ingredientes, pero a veces no sabes qué parte del engranaje no termina de cuajar. En esta profesión hay que saber lidiar con la frustración. Y pensar que todos los proyectos tienen su recorrido. Ahora está en Prime Video. 

La actriz Verónica Sánchez decía hace poco que no tiene redes sociales para no mostrarse mucho, pero reconoce que son una herramienta para compartir el trabajo. ¿Son un arma de doble filo? 

 Sí, han traído cosas muy positivas, pero también han servido como un vehículo de odio y acoso para mucha gente que está expuesta, y eso puede llegar a ser muy doloroso. 

¿Les hacen más vulnerables?

Es una parte delicada la sobreexposición, que te da momentos buenísimos de gente que valora muchísimo tu trabajo y que te hace llegar su admiración, que es la mayoría. Pero luego tiene esta parte mala y uno debe aprender a protegerse de no compartir un exceso de intimidad.