Tú y yo somos tres

La crítica de Monegal: Para poder pagar su divorcio se mete en el circo de la tele

Carme Pla y Lluís Villanueva (‘Vintage’, TV3)

Carme Pla y Lluís Villanueva (‘Vintage’, TV3)

Ferran Monegal

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Está ofreciéndonos TV3, para ir pasando el veranito, una comedia con pretensiones titulada ‘Vintage’. Digo con pretensiones porque pretende ser el retrato de dos pollastres bastante descascarillados ya, dos epítomes urbanitas de la generación ‘boomer’.

Son el Paco y el Genís, al servicio de unos guiones quizá inspirados en aquellos golpes cinematográficos de onanismo existencial sobre sí mismo que nos propinaba Woody Allen en los años 90, pero que evidentemente ni son Woody Allen ni se le acercan. Los intérpretes protagonistas son buenos (Abel Folk, Lluís Villanueva, Carme Pla...) pero las situaciones que les dibujan son un rosario de tópicos, buscando de manera muy forzada la vis cómica. Hay no obstante algún repunte que sirve para la reflexión. Por ejemplo las peripecias de Genís (Lluís Villanueva) un psicólogo que necesita más él a los pacientes (por la minuta que les cobra) que los pacientes a él, y que resulta que su esposa (Carme Pla) le ha puesto los cuernos con un búlgaro que ha conocido en Tinder, y les ha dejado la cuenta bancaria familiar a temperatura bajo cero. Naturalmente el psicólogo Genís entra en una despendolada fase de supervivencia bajo mínimos, y decide divorciarse inmediatamente. Pero al no poder pagar el papeleo, el abogado, las tasas, exclama con desesperación: «¡Somos demasiado pobres para podernos divorciar!». Y acaba buscando ingresos extra como colaborador en un programa de tele. ¡Ahh! El golpe para Genís es tremendo. Enseguida se da cuenta que en la tele no quieren a un psicólogo, quieren a un carnicero. La mecánica de ese ‘show’ televisivo es similar a la que nos podemos encontrar hoy en día en cualquier cadena. Se invita a una persona garantizándole que le harán una entrevista muy hermosa, y lo que le espera es una sesión de Hanníbal Lecter.

Genís hace el papel de psicoanalista destroyer. Tiene que dictaminar siempre que el invitado de turno está ‘afectado de trastorno de personalidad’. Y eso llena de satisfacción al presentador del ‘show’. Del trastorno a la locura va un soplo. Y nada hay mejor para el circo de la tele que anunciar, en exclusiva, que su invitado estrella acaba de ser diagnosticado como loco. ¡Ah! Con esta pirueta de Genís, transformado en psicoanalista titiritero a cambio de una soldada vergonzosa, les ha salido un excelente retrato de lo que pasa hoy en buena parte la tele.

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