Tú y yo somos tres

La crítica de Monegal: Pederastas, ‘omertà’ y organización criminal

Documental ‘La fugida’ (TV3).

Documental ‘La fugida’ (TV3).

Ferran Monegal

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No habrá paz para los malvados’ es el título de la película de Enrique Urbizu (2011) en la que retrata los bajos fondos más canallas de nuestra sociedad. La emisión del documental cinematográfico ‘La fugida’ en TV3, en coproducción con EL PERIÓDICO y Ottokar, también es un retrato de malvados: el de los jesuitas pederastas Lluís Tó y Francesc Peris. Y paralelamente a ellos algunas de sus víctimas, que sufrieron agresiones sexuales cuando eran niñas y niños en edad escolar.

Los directores del documental, nuestro compañero Guillem Sánchez, junto a Josep Morell y Marc M. Sarrado, han manejado la cámara con delicadeza y contundencia a partes iguales. Delicadeza en el tratamiento visual de los agredidos, y contundencia con los autores del ultraje. No hay persecución en este trabajo. Lo que hay es iluminación sobre esa oscuridad amparada por instituciones eclesiásticas, protegiendo a sus delincuentes y mandándoles a 9.500 kilómetros, a Bolivia, donde allí han seguido con sus abusos de manera sistemática. El periodismo bien entendido es eso. Al lado de las víctimas, y frente a sus verdugos haciéndoles la foto, destapando sus delitos para evitar que queden ocultos y que los vayan repitiendo con toda impunidad. Lo hizo también Guillem Sánchez en 2016, junto con los compañeros María Jesús Ibáñez y Jesús G. Albalat, investigando para EL PERIÓDICO los casos de abusos en escuelas de Maristas, Pare Manyanet, Jesuitas y La Salle. Recibieron el Premio Ortega y Gasset de periodismo. Este documental de ahora, con toda la potencia de la tele entrando en nuestras casas, nos despierta, nos hace tomar conciencia, nos coloca al lado de aquellas niñas y niños, hoy adultos traumatizados que conviven con el estigma imborrable, psicológicamente fragilizante, de la violencia soportada. El Defensor del Pueblo señala que en España hay 440.000 personas víctimas de pederastia eclesial.

Me ha parecido fundamental la reflexión, y el aviso, del acreditado penalista Francesc Jufresa, sobre estas instituciones eclesiásticas: “Permiten el delito y lo tapan. En el lenguaje de la mafia eso se llama ‘omertà’. Que nadie diga nada para que la justicia no pueda actuar. Que el culpable nunca sea condenado. Algún día alguien va a plantear legalmente que están actuando como una organización criminal. Y tendrán un problema serio, muy serio”.

 

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