Este martes, 18

TV3 y 3Cat estrenan 'La fugida', un retrato sobrecogedor sobre los abusos de los jesuitas en Barcelona que exportaron a Bolivia

El programa de documentales 'Sense ficció' y la plataforma gratuita recogen el testimonio de víctimas de la capital catalana y denunciantes del país latinoamericano

El documental 'La Fugida' sigue el rastro de los jesuitas pederastas Lluís To y Francesc Peris en Bolivia

Los directores de 'La fugida' sobre los abusos en los Jesuïtes: "Habrá un efecto dominó"

Una imagen del documental 'La fugida', de TV3 y 3Cat

Una imagen del documental 'La fugida', de TV3 y 3Cat / 3Cat

Inés Álvarez

Inés Álvarez

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Quién no ha escuchado (algunos contado) a modo de anécdota de la infancia cómo los curas de sus colegios les acariciaban el muslo o se interesaban morbosamente por sus prácticas onanísticas. Durante años se narraba en tono jocoso, porque en realidad, quienes lo hacían eran aquellos niños que no habían caído en las garras de quienes se supone que les debían de educar y formar. Pero hubo muchos otros que callaron, por vergüenza o por miedo, o por ambas cosas: las víctimas reales de esos depredadores a las que años después los medios de comunicación han ido dando voz. Precisamente de algunos de los casos, los que se vivieron en colegios de jesuitas, trata el documental ‘La fugida’, una coproducción de  EL PERIÓDICO y TV3 con Ottokar, que estrenan este martes, 18 (22.05) el espacio ‘Sense ficció’, de TV3, y la plataforma 3Cat.

El excelente trabajo audiovisual, resultado de la investigación durante ocho años del periodista Guillem Sánchez (que abrió el camino destapando en EL PERIÓDICO casos de abusos en centros religiosos, con María Jesús Ibáñez y Jesús G. Albalat, lo que les valió el Premio Ortega y Gasset) y Josep Morell Freixas, autores del guion y directores, junto con Marc M. Sarrado, es un retrato de la impunidad de los delitos de abusos sexuales de los jesuitas, en el que se traza la ruta entre Barcelona y Bolivia, país adonde envió la compañía de Jesús a Lluís Tó y Francesc Peris, tras ser acusados de abusos a menores en los colegios de la orden de la capital catalana, y que acabó sumando nuevas agresiones en el país latinoamericano.  

Los religiosos depredadores

Por el documental pasan algunas de las víctimas de Tó, exdirector del colegio Sant Ignasi, de Barcelona, y de Peris, alias Xesco, un capellán progre, amante de la montaña y de las excursiones, de los jesuitas de Casp, y de sus familiares, cuyos relatos sobrecogen el corazón. Como el testimonio, que se ofrece en exclusiva, el de Alessandra Martín, que cuando tenía 8 años decidió contar a su madre lo que le hacía Tó cuando se la llevaba a un aula a solas. Un acto valiente el de la menor y una reacción a elogiar la de sus padres, que la creyeron, la sacaron de la escuela y lo llevaron a juicio en 1992, donde fue condenado a dos años de prisión, aunque no entró en la cárcel. Y fue entonces cuando lo enviaron a Bolivia, donde lo presentaron como el nuevo maestro de moral y ética sexual.

De las consecuencias de esos traslados habla el boliviano Pedro Lima, que fue expulsado de la orden por su insistencia en reprobadar sus actos a Tó, y José Luis Gareca, abogado de los exalumnos que sufrieron los abusos, que se han organizado en una asociación, así como Inés Amalia Pérez, responsable de las pequeñas en la escuela de Cochabamba, que denunció los actos ilícitos de Peris. Así como las víctimas bolivianas de otros abusadores desplazados.

Pero especialmente desgarradores son los relatos en primera persona de Jordi de la Mata, el primero en denunciar los abusos en Catalunya, que sufrió de Pere Sala y Lluís Tó, y el de Enric Soler, exalumno del colegio Casp, víctima de Peris, como lo fue también Laura Calzada, que fue agredida sexualmente por ese capellán, quien, tras ser retirado de Bolivia para evitar el escándalo, sorprendentemente volvió a Casp en 1984. También en esta ocasión fue la niña la que se lo contó a su madre, que pidió explicaciones al colegio. Los autores han conseguido, incluso, que participara en el documental Pau Vidal, delegado de los jesuitas en Catalunya, quien acaba entonando el 'mea culpa' y pidiendo perdón en nombre de la compañía.

La conexión con Bolivia

El periodista Guillem Sánchez confiesa que, en todos estos años en los que había logrado esclarecer muchas cosas, tenía una espinita clavada: “Quería saber qué había pasado en 1992, cuando después de la denuncia de los padres de Alessandra, Tó marchó del colegio Sant Ignasi. Se había especulado sobre qué había pasado con él. El documental destapa esta parte, escondida hasta ahora, que pasaba al otro lado del Atlántico", relata. El también autor del libro 'El cas dels maristes' se congratula de que en 'La fugida' se dé voz a las víctimas, a través de las cuales se entiende la gravedad de los hechos. “Y se pone luz en un encubrimiento en el que participó la institución de los jesuitas y una conjura de la sociedad catalana, porque hay implicados, abogados, psicólogos, psiquiatras…”, denuncia. Algo a lo que contribuyó el silencio de las familias, motivado unas veces por el desconocimiento y por no querer ver la realidad, otras.

En un momento del documental, una de las víctimas comenta con sus compañeros de clase el infierno que sufrió y uno de ellos hace una amarga reflexión. “Como estaban ocupados contigo, y con otros, yo me libré. Gracias a ti no hemos sido abusados". A nosotros no nos pasó nada porque estaba entretenido contigo”. El resto de los niños y niñas habían pasado a formar parte de aquellos que acabaron contándolo como una anécdota. Las víctimas reales, no. Se limitaron a callar.