Tú y yo somos tres

La crítica de Monegal: No pisaba TVE desde 2004: ¿18 años vetado?

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Ferran Monegal

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Procedía Javier Ruiz a presentar a los invitados de su programa (‘Las claves del siglo XXI’, TVE-1) cuando levantó el dedo el veterano periodista Miguel Àngel Aguilar y advirtió: «Muchísimas gracias. Estoy en Televisión Española, por primera vez, desde noviembre de 2004. Es una gran exclusiva para tu programa». ¡Ah! Qué interesante pincelada. Trasciende lo anecdótico.

Miguel Ángel Aguilar es un periodista con más de 50 años de trayectoria. En la prensa escrita ha desempeñado cargos directivos importantes. Como analista político es muy disfrutable por su fina ironía y retranca. No sabría decirles si la intención de TVE, con estos 18 años ignorándole, ha sido por un mezquino ánimo de vetarle o simplemente porque nadie se acordó de invitarle. Aquí lo resaltable, y lo elevable a categoría, es que esta anécdota destapa la perversa necesidad del periodismo actual: si la tele no te saca con cierta frecuencia en programas, tertulias o debates, no prosperas. Periodísticamente no eres nadie. A eso lo llaman la condena de la invisibilidad. Y eso las cadenas de televisión lo saben. Y juegan con ello, con absoluta ventaja.

Las cadenas privadas crean universos cerrados. Aspiran a atrapar a la audiencia para que se quede en aquella jaula, y no se vaya. Si pudieran, fabricarían mandos a distancia con un solo botón para un solo canal: el suyo. Además de los presentadores y gente con contrato, tienen criaturas, en exclusiva, que las van rotando por el pedregal de los programas. Hacen lo que sea, sin rechistar. En espacios de corte político hay parte de tertulianos que vienen directamente colocados por los partidos. A esos prácticamente no hay que retribuirles: ya vienen pagados de fuera. De vez en cuando, puntualmente, se invita a algún verso suelto para dar sensación de libertad. Las cadenas públicas han mimetizado este sistema. También funcionan como universos cerrados. Aumenta incluso el padrinaje político de los opinadores invitados. Al ser públicas lo deseable sería que abriesen el juego. Igualdad de oportunidades.

Las redacciones de los diarios, y de la radio, están llenas de periodist@s experimentad@s, con mucho oficio, y mucha capacidad de comunicar, y sobre todo iluminar y denunciar. Que no tengan visibilidad televisiva, bien mirado, es una garantía. Llegará un día –y no tardará– en que salir en la tele será un lamparón en el currículo, difícil de limpiar.

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