Debut en La 2

Marta Hazas: "España es un país muy bizarro y ecléctico"

La actriz de 'Velvet' visita los lugares más curiosos y extraños del país en las 'Rutas bizarras' de La 2

Marta Hazas

Marta Hazas / SUNRISE PICTURES

Marisa de Dios

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Aunque se licenció en Periodismo, Marta Hazas (Santander, 1977) siempre había tenido claro que quería dedicarse a la interpretación, un sueño que vio cumplido al mudarse a Madrid. Su primer gran papel le llegó como profesora de El internado de Antena 3, a los que siguieron personajes con mayor peso en Bandolera, Gran hotel, Velvet y Velvet colección. Después de diseccionar con humor las relaciones de pareja en Pequeñas coincidencias, la serie que protagonizaba junto a su marido, el también actor Javier Veiga, ahora combina su faceta como actriz con la de periodista en Rutas bizarras, el programa de La 2 que propone viajes a la España más desconocida, sorprendente, curiosa y extraña. En él saca partido de su naturalidad, de la que también hace gala en sus colaboraciones en El hormiguero con sus IdeHazas.

Rutas bizarras visita una España poco turística, que ni los propios españoles conocíamos. Es un programa de viajes muy distinto que se sale de las rutas más tradicionales. 

Sí, son rutas que no te van a proponer en una agencia de viajes o que puedas encontrar fácilmente en internet. Sobre todo en estos momentos, es una forma de viajar sin moverte del sillón de tu casa. Y no son propuestas caras ni prohibitivas, además de ser lugares que a lo mejor tienes al lado de casa y nunca se te había ocurrido visitar.

Este trabajo también le ha servido para recuperar su faceta de entrevistadora que estudiaría durante la carrera de Periodismo, ¿no? 

Sí, y eso es algo que me ha gustado. Pero en ese punto también me pongo en la piel del espectador que está preguntando por las curiosidades que generan los sitios y las personas. Cualquiera habría hecho esas preguntas. Y hay mucha parte de ficción: de pronto hay un programa en el que se supone que me ha sentado mal un medicamento y parece que voy como drogada, y ahí las preguntas que hago son más bizarras...

En Rutas bizarras, su compañero Xosé Touriñán es el que pone más las notas de humor y a usted le ha tocado el papel de la más centrada de los dos. 

Las parejas de comedia siempre tienen un poco ese juego. Empezamos así en el primer programa que grabamos y luego se fue cambiando y nos hemos ido repartiendo el humor. Afortunadamente, como las mujeres hemos demostrado que podemos hacer comedia, y bien, se reparte el humor a partes iguales entre Touri y yo, cada uno a su estilo.

¿Es España muy curiosa y rara? 

Sí, España es un país muy bizarro, interesante y ecléctico. Además, tenemos cosas que te sorprenden muchísimo de norte a sur y de este a oeste, como ese Museo de Man en Galicia, al que resulta que ya habían ido mis padres.

¿Y hay alguna parte del país con más rarezas?

No, está bastante equilibrado, en todos sitios tienen lo suyo. Lo que sí que hay son personas más bizarras que otras. Como ese señor de Zaragoza que se trajo hace más de 30 años unos camellos de Marruecos y ha montado un sitio para hacer despedidas de soltero, un hotel...

¿Qué ha aprendido en estas rutas del programa? 

Teniendo en cuenta la situación en la que hemos rodado, he aprendido a valorar cuando te puedes mover. Y dentro de lo difícil que es siempre mover a un equipo de 13 personas, lo que sí ha sido bizarro ha sido producir un programa con la situación que había, en la que íbamos pasando de comunidad en comunidad autónoma y algunas las iban cerrando. Luego, se aprende mucho de las personas que te vas encontrando y a las que entrevistamos en los distintos lugares. Alucinas con las historias que tienen, con gente que se ha tenido que reinventar.

¿Le han impresionado entonces más las personas que los lugares que han visitado? 

Las dos cosas van bastante unidas. Porque había sitios muy interesantes como el cementerio de Sad Hill [en Burgos] en el que se rodó la película de Clint Eastwood El bueno, el feo y el malo, pero luego hemos encontrado a un señor que hacía esculturas de barro y, como después de la crisis del 2008 ya no vendía, empezó a montar un pueblo con sus manos. Así que son cosas interesantes de ver y muy ligadas a los lugares y a las personas.

¿Qué es lo que más le ha sorprendido? 

Todo me ha parecido tan diferente... Pero, por ejemplo, cuando bajamos a la mina, en Asturias, fue una experiencia muy curiosa y la recomiendo. El laberinto gigante en Cantabria también es un planazo... Son sitios muy especiales y a los que volvería como turista.

¿Cree que hacer un programa en La 2 da prestigio? 

Yo creo que el prestigio lo consigues haciendo bien tu trabajo. Para mí La 2 tiene esa connotación más cultural y estoy encantada porque no había hecho nunca nada para esa cadena. Y más ahora que se trabaja más para plataformas, donde es todo más a demanda, aunque tengas también la ventana de la televisión en abierto.

Hace unos meses cerró la etapa de Pequeñas coincidencias, la serie que ha hecho con su marido durante tres temporadas. ¿Fue terapéutico para su relación trabajar con él haciendo, además, de pareja en la ficción?

No, porque tampoco contábamos nuestra historia, sino que iba un poco más de la histerias, de llevarlas al límite. Lo que sí que es una cosa natural para nosotros es que, desde que nos conocemos, hemos trabajado juntos, así que somos un buen equipo de trabajo.

"Mi marido y yo somos un buen equipo de trabajo"

¿Piensan repetir juntos?  

¡Por supuesto! Hemos montado una productora, Medio Limón, con la que sobre todo hemos hecho obras de teatro, y ahora nos sigue apeteciendo hacer cosas juntos. Lo bonito es que los dos seguimos también haciendo cosas por separado: él tiene sus proyectos, yo estoy ahora preparando una película...

¿Qué película?

Las niñas de cristal, una película de Jota Linares para Netflix.

¿La pandemia ha complicado mucho su agenda laboral? Porque entre Pequeñas coincidencias, Rutas bizarras y esta nueva película, parece que ha seguido bastante en marcha...

Por suerte tengo bastante trabajo y, después de todo, soy de las afortunadas que no me puedo quejar. Sobre todo, lo que pasa es que la agenda va cambiando y las cosas se retrasan, cuando no es por la pandemia es por Filomena... De pronto hay proyectos que no puedes hacer porque se te juntan con otros. Por ejemplo, en México tenía un par de proyectos y uno se ha retrasado y estoy viendo si puedo hacerlo cuadrando agendas.

Sus proyectos teatrales sí que se habrán visto más afectados, con el cierre de los teatros y la lenta desescalada.

¡Claro! Siempre he estado haciendo teatro y, en el 2020, ha sido el primer año que no he podido hacer ninguna obra. Y ahora, para el 2021, estamos viendo. No creo que lleguemos a estrenar con esta situación de incertidumbre, pero sí que tenemos un proyecto de teatro para hacer en cuanto se pueda.

¿Cree que las medidas que se han tomado para la reapertura de los teatros han sido demasiado estrictas?

Yo no sé qué es demasiado estricto, sé que esto es algo desconocido a lo que nos enfrentamos todos por primera vez. Tal y como se ha gestionado aquí, por lo menos en Madrid no lo hemos sufrido tanto. Sí que ha habido comunidades en las que se han tomado medidas más absurdas, como que solo pudiera haber 30 personas en la sala fuera cual fuera el aforo. Yo creo que hemos ido todos dando palos de ciego, se va haciendo lo que se puede. La pena es que no haya más gente cualificada para tomar decisiones coherentes y en equipo.

¿La estabilidad económica que le proporciona la televisión le ayuda a invertir en teatro?

Sí. Cuando produces es un poco para poder hacer los textos que te apetece. Porque realmente con el teatro tampoco te haces rico, sino que tienes más libertad produciendo a la hora de tomar ciertas decisiones. Al final, da gusto poder levantar textos y proyectos en los que te apetece embarcarte y no depender de nadie.

Hace poco se ha estrenado El internado. Las Cumbres. ¿Qué opina de la nueva serie, usted que estuvo en las siete temporadas de la ficción original como profesora?

Para mí es otro producto. Y está bien que sea así, porque la otra serie se hizo en el 2007 y la nueva es una evolución hecha para cuajar en el mercado de hoy en día. Además, El internado original sigue vivo porque se emite en muchos países.

En el teatro ha hecho unos cuantos clásicos, pero en televisión ha explotado más la comedia romántica, en series como Velvet y Pequeñas coincidencias. ¿Es el género que más le gusta?

Cuando llevas mucho tiempo haciendo algo quieres cambiar, así que ahora me está encantando explotar más el drama en la película que estoy haciendo. Para mí, la comedia romántica era una asignatura pendiente. Como espectadora, me gustaban mucho las comedias románticas americanas de los años 90 y sentía que en las que se hacían en España la chica era la comparsa del galán protagonista o no me parecían graciosos los roles femeninos. 

"Sentía que en las comedias españolas la chica era la comparsa del galán protagonista"

¿No se ha planteado escribir como hizo su marido con Pequeñas coincidencias?

Lo que pasa es que le tengo mucho respeto a lo de escribir. Ahora mismo no está en mis prioridades, pero cuando tenga alguna idea o algo que me apetezca contar, por supuesto que lo haré.

Además de Rutas bizarras, sigue colaborando en El hormiguero con su sección IdeHazas, en la que lleva desde el 2014 y enseña trucos para hacer la vida más fácil. ¿Después de tanto tiempo, ha empezado a dar sus propias ideas a los guionistas?

¡Claro! Aunque hay un guionista y un equipo que hace todo el trabajo por detrás, les voy contando lo que se me ocurre. Además, no deja de ser un programa en directo en el que tienes que improvisar y hacer tus aportaciones. No vale solo con tener el guion.

Es casi la MacGyver femenina.

(Ríe) Cuanto más sencillas, prácticas y absurdas pueden parecer las ideas, más me divierte hacerlas.

¿Siente la presión de estar en uno de los programas de más audiencia diaria?

No, porque siempre me lo he tomado como ir a divertirme a El hormiguero. Voy sin ninguna presión, a pasármelo bien. Es una manera de hacer televisión que no dominaba y que me gusta seguir aprendiendo. Es diferente porque tengo que ser yo y no tengo un personaje de ficción detrás.

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