TÚ Y YO SOMOS TRES
"Hemos tenido una vida cojonuda, Merche"
La tremenda realidad fiscal de Ana Duato e Imanol Arias, y la serie 'Cuéntame', se entrecruzan
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
Ferran Monegal
En el Cuéntame cómo pasó (TVE-1) de esta semana Merche (Ana Duato) y Antonio (Imanol Arias) pasean por un campo de olivos. ¡Ah! «Los olivos están cargados de gritos» escribió Federico. En efecto, no es un paseo tranquilo. Parece bucólico al principio, pero enseguida brotan los reproches, la bilis. Merche, saboreando el campestre resol del mediodía, hace acopio de oxígeno de aquel olivar, aledaño a las viñas, y le suelta: «Tú has vivido como si nada fuera suficiente para tí». Y Antonio le replica, satisfecho, orgulloso de sí mismo: «Pues sí, he sido muy ambicioso, sí». Pero entonces, de pronto, le cambia el semblante, hace una mueca, le sobreviene una reflexión tremenda, como si toda la cruda realidad cayera sobre él de improviso, y con un punto de desesperación por los buenos tiempos que se han ido, exclama: «¡Pero lo mejor de mi vida está en el pasado! ¡Hemos tenido una vida cojonuda, Merche, cojonuda!».
¡Ah! Ya me imagino que este diálogo en el olivar de Sagrillas se grabó hace muchos meses atrás, pero los duendes de la tele, que son criaturas que nadie ha visto nunca, pero que existen, los duendes, les decía, nos han ofrecido un golpe terrible. Ese quejido de Antonio, tan desesperado («¡Hemos vivido una vida cojunada, Merche!») se ha emitido justo la semana en que Imanol Arias y Ana Duato han sido noticia de diarios y de informativos radiofónicos y televisivos: la Fiscalía les acusa de delitos de fraude a la Hacienda pública, les reclama 16 millones de euros y pide para ellos una pena de hasta 32 años de cárcel. O sea, escuchar decir a Antonio Alcántara, ahora, precisamente ahora: «Hemos vivido una vida cojonuda, Merche!», parece un exclamación tremendamente vinculada a la terrible actualidad fiscal que viven este actor y esta actriz.
Es curioso, Merche protagonizó en esta serie, hace poco, una situación similar: le cae una multa de Hacienda, de medio millón de pesetas (estamos en 1991) porque no tenia declaradas a las trabajadoras de su taller de moda y costura. Quien la saca del lío, dándole el dinero, es Max (Ramon Madaula) que está enamoradísimo. O sea que el pobre Max hace el papel de tonto útil. ¡Ah! Lo bueno de un culebrón es que los guionistas siempre se pueden inventar a un buenazo como Max para que te solucione el embrollo en el que te has metido. En la vida real escasean los guionistas salvalíos.
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