tú y yo somos tres

Era extravagante ¡pero era el bueno!

FERRAN MONEGAL

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Qué hermoso y a la vez qué tremendo contraste entreJaime de Marichalar eIñaki Urdangarínacaban de dibujar en Tele 5. ¡Ah! Casi les ha salido, calcada, la tremenda parábola bíblica deCaínyAbel, versiónyernísimos, en lugar dehermanísimos. Primero nos fueron poniendo imágenes de los años en queMarichalar, más que un yerno, parecía el patito feo de la regia familia; eseMarichalartan raro, tan excéntrico, con pantalones de flores y circulando en patinete por Madrid. Inmediatamente nos pusieron también gloriosas estampas del hermosoUrdangarín, hercúleo, bien plantado, deportista de élite, yerno perfecto en todo su posturismo. Y al calor de ese contraste iban saliendo opinadores, analistas de la corte, cotillas delborbonismo, y exclamaban todos, casi al unísono:«Al final, ¿qué es lo importante? ¿Llevar pantalones estampados o cobrar comisiones por debajo de la mesa? /../ Ser excéntrico no tiene importancia, pero... ¡Evadir dinero a Belice es otra cosa!»YPeñafiel, mirando las fotos deMarichalarcon ternura, remataba el paisaje con esta pincelada tan significativa:«Fue un Pigmalión que transformó a la infanta Elena en una mujer distinta, elegante, y hasta simpática». ¡Ah! Es muy bonito: ahora resulta que aquel que fue considerado el perro verde de la regia familia, el sospechoso de cocainómano, el extravagante yerno al que obligaron al cese temporal de la convivencia, o sea, a desaparecer haciendo un mutis, ahora resulta, les decía, que ese yerno estrafalario y estrambótico... ¡Era el bueno! ¡Ahhh! Cabe recordar ahora aquello que un sabio, pragmático y con mucho sentido común, decía: los malos no son los peores de la película.

GRECIA, JUEGOS, CRISIS .-Siempre estoy en deuda conÓscar Lópezy su filigrana semanal en La 2, o sea, el programaPágina 2.Siempre lo veo. Siempre me interesa. Siempre lo disfruto. Y nunca hablo de él porque no merece crítica sino aplaudirle. Hace unos días estuvo en Grecia con el escritorPetros Márkaris. Plantaron dos sillas en el centro del Estadio Olímpico de Atenas. Se pusieron a conversar. DecíaMárkaris:«Aquí, comenzó la crisis. El origen fueron los Juegos Olímpicos del 2004. Yo lo advertí: ese proyecto terminará mal y nos va a hundir en la deuda más insoportable». ¡Ah! Atención al dato: la fastuosidad de los Juegos puede provocar miseria absoluta. Pienso, por ejemplo, en el fútbol. Los multimillonarios fichajes de sus estrellitas.