INVESTIGACIÓN

El viaje de Salvador para perseguir a su pederasta fugado: "He venido desde México para que no vuelva a escaparse"

El acusado de violar a Salvador Cacho cuando era niño huyó de México para evitar ser juzgado

La Policía acaba de detenerlo en Madrid. La víctima teme que su agresor, que tiene nacionalidad española y mexicana, evite su extradición

Momento de la detención del supuesto pederasta, en México, el pasado mes de abril.

Redacción

Vanesa Lozano
Luis Rendueles
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El mejor día de la vida de Salvador Cacho fue el pasado 29 de febrero, cuando, tras veinte años de silencio, denunció al hombre que le había violado siendo un niño. El peor momento de los 36 años de vida del mexicano empezó con una llamada de teléfono de la policía el pasado 15 de julio: el hombre que lo agredió sexualmente en varias ocasiones desde que él tenía once años y hasta que cumplió los catorce, se había fugado.

Por eso, cuando Salvador supo que la policía española lo había localizado y detenido en Madrid el pasado 26 de agosto, a más de nueve mil kilómetros de Ciudad de México, no se lo pensó dos veces y subió a un avión para seguir los pasos de su violador, de 44 años, al que la fiscalía mexicana atribuye cuatro delitos de agresión sexual contra él, cometidos entre los años 1999 y 2003, de acuerdo con el sumario del caso.

Reseña de la policía mexicana

Reseña del acusado de violación realizada por la policía mexicana. / SUCESOS

"Además de mi agresor sexual, Felipe es también mi tío, el primo de mi mamá. Se aprovechó de la confianza de mi familia para agredirme durante casi toda mi infancia. Por eso me ha costado veinte años denunciarlo y lograr que sea acusado. Ahora no voy a permitir que se escape y siga viviendo su vida como si nada, como si no hubiera roto mi niñez y mi vida". Salvador atiende al canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica nada más aterrizar en Madrid, junto a su madre, su principal apoyo.

Asegura que no actúa desde el rencor, pero tiene claro a qué ha venido a nuestro país: "Mi tío tiene doble nacionalidad, mexicana y española, y quiere usar eso para eludir su extradición, para no tener que afrontar el juicio que tiene pendiente. Si no lo consigue, intentará cumplir su condena en una cárcel española en vez de hacerlo en una de México, donde las condiciones son más duras".

Salvador

La víctima, cuando era niño, en una imagen familiar junto a su agresor. / CEDIDA POR EL DENUNCIANTE

Tras la denuncia de Salvador y la investigación de la fiscalía mexicana, su tío, Felipe R.P.N., fue arrestado el pasado 13 de abril en Ciudad de México, pero el juez que llevaba el asunto entonces archivó el caso tras concluir que los delitos denunciados por Salvador habían prescrito. A esa decisión se opuso la fiscalía, que pidió el ingreso en prisión preventiva de Felipe y ya advirtió de que el riesgo de que se fugara era alto.

Pese a todo, el acusado quedó en libertad. La víctima apeló la resolución y logró que otra jueza le diera la razón. Concluyó que hay pruebas suficientes para juzgar cuatro de las agresiones sexuales denunciadas por la víctima. Según la magistrada, el acusado "se aprovechó de la vulnerabilidad del denunciante, de su lazo de confianza y la cercanía que tenía con él por tratarse de un familiar, y sometió a la víctima física, psicológica y emocionalmente".

La jueza ordenó reabrir el caso e imputó a Felipe después de analizar la declaración de Salvador, a la que la fiscalía y varios peritos acostumbrados a entrevistar a víctimas de abuso sexual infantil dieron credibilidad. Uno de esos informes, firmado por la psicóloga Michelle Carrete, recoge algunas de las agresiones sexuales a las que el detenido sometió presuntamente a Salvador cuando este tenía 11 años, todas en casa de la víctima o de algún familiar. Una de ellas habría tenido lugar durante la celebración del cuarenta cumpleaños de la madre de Salvador. El hombre llegó a aportar a la jueza fotografías de él y su agresor, juntos en varias reuniones familiares, para respaldar su denuncia.

Carta a Santa Claus

El informe de la psicóloga describe también las secuelas que la madre y los tíos de Salvador ya percibieron en él aquellos años y que han dejado en el hombre "un daño psicológico irreversible". El inicio de las agresiones sexuales coincide con el momento en que "el chico empezó a manifestar miedo a la oscuridad, mala conducta, comenzó a autolesionarse y a sacar malas notas". En las Navidades de 1999, cuando Salvador tenía 11 años, escribió una carta a Santa Claus para pedirle "que lo mandaran a un internado", quería así alejarse de su tío Felipe, que entonces tenía 19 años, según la documentación del caso.

El sumario recoge incluso un intento de suicidio de la víctima, solo unos días después de aquella Navidad. "Solo pensaba en dejar de sufrir, cogí un cinturón e intenté colgarme en el baño de casa de mi bisabuela. Por suerte, el cinturón cedió y no lo logré", recuerda Salvador.

No se presentó

En cuanto la jueza citó al presunto pederasta como imputado por cuatro delitos de violación, él puso pies en polvorosa. Riva debía presentarse ante la justicia mexicana el pasado 12 de junio, pero no lo hizo. Su abogado explicó entonces a la magistrada que el hombre había viajado a España, donde vive su hermana, para disfrutar de unos días de vacaciones y propuso que este declarara por videoconferencia.

El 11 de julio, el acusado compareció desde España en la vista de apelación en la que se decidió reabrir el caso contra él. Tras conocer que la jueza había ordenado su ingreso en prisión preventiva, se esfumó. Pero su huida no duró mucho. Según ha podido saber este medio, el pasado 26 de agosto, a las ocho y media de la tarde, varios policías de la Comisaría madrileña de Fuencarral identificaron al prófugo cuando circulaba en un coche, acompañado de otras personas, cerca de la estación de metro de Paco de Lucía. Tras comprobar que tenía una orden de detención en su país y que Interpol también lo estaba buscando, lo arrestaron.

45 días de plazo

México dispone ahora de 45 días para solicitar su extradición. La víctima, Salvador, vigila atento, en España, que los plazos se cumplan. "España no puede ni debe ser visto como el paraíso de los fugitivos, espero que no decida acoger a un pederasta que solo intenta aprovecharse de su sistema para evitar ser juzgado. Mi tío tiene la nacionalidad española como la tienen muchos mexicanos, pero no ha vivido nunca en España, no ha trabajado aquí, ni ha tributado, no tiene propiedades... De hecho, no viajaba a este país desde hace años, pese a que su hermana vive en Córdoba", señala Salvador.

El hombre matiza: "confío plenamente en que las autoridades españolas harán lo correcto y enviarán a México al pederasta para que pague por sus delitos. No entiendo por qué España querría quedarse con un ser como él en su territorio. Sus crímenes fueron cometidos en México y es allá donde deben ser juzgados".

"Me rompió la inocencia"

"Quiero que se haga justicia, pero sobre todo quiero concluir mi proceso de sanación. Hasta que mi agresor no esté en la cárcel no podré terminar de cerrar mis heridas. Me rompió la inocencia siendo niño, pero también partió por la mitad a mi familia y rompió al hombre que soy hoy. Por culpa de lo que me hizo, confiar en la gente es algo muy complicado para mí. No consigo tener relaciones de pareja, estoy muy atorado en ese punto, porque implica muchas cosas. Implica confianza, el cariño, aceptar que te den un abrazo…", afirma el hombre. "Soy consciente de mis secuelas y las trabajo, pero el impacto en mi vida es tan grande que una parte de mí sana, pero otra quedará dañada para siempre. Lo más importante es que ahora sé que lo que me pasó me marca, pero de ninguna manera me define", añade.