INVESTIGACIÓN

Obligadas a prostituirse hasta desmayarse: cae una banda dedicada a la explotación sexual en Madrid

La Policía Nacional ha liberado a seis mujeres víctimas de trata de seres humanos en un piso del distrito de Latina

Han sido detenidos siete mujeres y un hombre, encargados de vigilarlas y obligarlas a trabajar 24 horas seguidas sin descanso

Obligadas a prostituirse hasta desmayarse: cae una banda dedicada a la explotación sexual en Madrid

POLICÍA NACIONAL

Esteban Alarcón

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Agentes de la Policía Nacional han arrestado a ocho personas y han liberado a seis mujeres, que eran víctimas de una organización criminal dedicada a la trata de seres humanos con fines de explotación sexual.

Fuentes policiales han detallado a este canal de investigación y sucesos que los detenidos son siete mujeres latinoamericanas (la mayoría de Paraguay) y un hombre de nacionalidad rumana.

El piso, ubicado en el distrito madrileño de Latina, mantenía una actividad permanente durante las 24 horas del día donde las mujeres, extranjeras y con edades comprendidas entre los 19 y los 47 años, ejercían la prostitución en condiciones pésimas. Estaban vigiladas y controladas permanentemente por las encargadas.

"Mami, la regentadora"

El control era ejercido por una mujer que regentaba el piso: 'La Mami'. Una mujer paraguaya de 48 años. A su vez tenía cuatro encargadas que eran las que controlaban, gobernaban y manejaban directamente este negocio sexual de forma continuada.

Para poder exprimir al máximo su rendimiento, estas chicas eran obligadas a consumir cocaína. Las encargadas suministraban la droga que mantenían oculta y guardada bajo llave. De no cumplir con sus obligaciones, les aplicaban castigos que iban desde sanciones económicas a trabajar 24 horas seguidas. Algunas llegaban a perder el conocimiento por extenuación.

Esponjas en la vagina

Las víctimas estaban obligadas a realizar todo tipo de servicios y a no rechazar ninguno, incluso cuando estaban con la menstruación: tenían que seguir trabajando con una esponja introducida en la vagina, para poder continuar con las relaciones sexuales sin que los clientes se diesen cuenta.

Los beneficios superaban los 100.000 euros y eran divididos a partes iguales entre la dueña del domicilio y el resto de integrantes de la organización. Para evitar ser vigilada por la policía, lo transfería a su país de origen a través de diferentes empresas de envío de dinero. También obligaban a las víctimas a enviarlo junto con su documentación.

A finales de mayo, la Policía realizó dos registros en el citado piso, donde se han intervenido tres equipos informáticos, cinco teléfonos móviles, más de 20 gramos de cocaína repartida en dosis y casi 5.000 euros en efectivo.