La policía halla ADN de dos desconocidos en el crimen del cura de Valencia pero ni un solo vestigio del acusado

Los investigadores también detectan en la cama donde fue asfixiado Alfonso López restos biológicos del hombre con el que tuvo sexo tras pagarle por venir de Extremadura y en un cepillo de dientes, restos biológicos de su ‘asistente personal’ 

Uno de los varones desconocidos dejó su ADN en la funda de la almohada: la Policía lo aisló en mezcla con el del cura y con el del joven extremeño

Hallan muerto con signos de asfixia al canónigo de la Catedral de Valencia

AGENCIA ATLAS

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Una treintena de muestras de ADN analizadas y ninguna contiene el perfil genético de Miguel V. N., el único detenido y acusado por el crimen del canónigo emérito de la catedral de València, Alfonso López Benito, hallado muerto asfixiado y vestido solo con un calzoncillo en su cama del piso del Arzobispado de València, en el número 22 de la calle Avellanas, en pleno corazón de la ciudad y a dos pasos de la sede episcopal valenciana, en la mañana del 23 de enero de este año. Pese a la elevada cantidad de muestras, los agentes del laboratorio de ADN de la brigada de Policía Científica de València no han encontrado ninguna prueba biológica del único sospechoso en el escenario del crimen.

A cambio, han aislado dos perfiles genéticos, distintos entre sí, de otros tantos varones desconocidos; uno de ellos en un punto tan relevante como es la funda de la almohada de la única cama que había en el piso y en la que precisamente fue hallada la víctima, casi desnuda, con la cabeza apoyada sobre ese elemento textil y cubierto hasta el pecho con una sábana. En pocas palabras, podría ser un ADN altamente incriminatorio.

Ese perfil de varón desconocido estaba en mezcla con el ADN del canónigo y el del joven que hizo venir desde Extremadura a cambio de dinero para mantener lo que la Policía Nacional calificó en su informe inicial de "pequeño encuentro sexual". El hecho de que los tres perfiles estuvieran mezclados puede tener relación con la recogida de vestigios y con el hecho de que el sacerdote no hubiera cambiado la ropa de cama desde hacía un tiempo. De hecho, había manchas en la bajera ajenas al homicidio de cuyo análisis no se han obtenido datos de interés para la causa.

No es el único resto biológico que este hombre dejó a su paso por el piso episcopal de la calle Avellanas. Los especialistas en procesamiento de escenas del crimen hallaron ADN de ese hombre en otro punto: en una minúscula mancha de sangre, de un milímetro de diámetro, recogida en la sábana bajera de esa misma cama. Ese vestigio es completamente compatible con la relación sexual mantenida con el cura la noche anterior a su asesinato, por lo que no sería, en principio, una evidencia incriminatoria para él. Sí lo habría sido, por ejemplo, si ese perfil genético hubiese aparecido en mezcla con el de la víctima en un punto mucho más incriminatorio como, por ejemplo, la boca, la cara o el cuello del cura, ya que murió por asfixia por sofocación, es decir, le taparon nariz y boca hasta que murió.

Es más, ese joven está descartado como sospechoso del crimen prácticamente desde el inicio de la investigación, puesto que los agentes del grupo de Homicidios contrastaron que decía la verdad cuando contó que abandonó el piso de canónigo a primera hora del domingo, cuando el cura se fue a dar misa, y ni siquiera ha concurrido en su contra el hecho de que tenga antecedentes por un robo con violencia (el móvil del crimen de Alfonso López fue, según los investigadores, precisamente el robo) ocurrido hace 13 años.

El ADN del 'asistente'

El otro perfil genético que sí ha sido encontrado en el domicilio de la calle Avellanas es el del que ha pasado a ser conocido como 'asistente' del cura, y que igual le hacía de chófer como de guardaespaldas si Alfonso López intuía, o simplemente creía, que podía tener problemas con algunos de esos hombres en situación de vulnerabilidad y de calle a quienes llevaba a casa a cambio de la promesa de dinero (o simplemente por comida y un lugar donde dormir o asearse) a cambio de escarceos sexuales.

La confianza de este hombre de nacionalidad rumana con el sacerdote era tal, que, por ejemplo, disponía de un cepillo de dientes propio en el baño secundario de la casa, el que dejaba usar a los que subían a estar con él. Es en ese cepillo donde la Policía Científica ha aislado ADN de ese hombre.

El segundo perfil de varón desconocido estaba casi en el mismo sitio, pero en un cepillo de dientes distinto, más barato. Como el que estaba en mezcla en la funda de almohada, no ha podido establecerse quién es el dueño de ese ADN simplemente porque su marcador biológico nunca ha sido introducido en la base de datos policial, donde únicamente se almacena el perfil genético de personas detenidas por delitos graves, de personas fallecidas o de desaparecidas.

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