CAPÍTULO 2

El Creciente verde

Un cártel emergente lituano compite con narcos polacos, holandeses, balcánicos y chinos en un territorio apto para cultivar, esconder y empaquetar marihuana. Esta es la segunda entrega de una serie de tres reportajes sobre una nueva hegemonía en el tráfico de maría en el litoral mediterráneo español.

Textos: Juan José Fernández
Fotos y vídeos: OPC Guardia Civil Alicante, José Luis Roca, Miguel Ángel Rodríguez y Juan José Fernández.
Infografías: Ricard Gràcia
Coordinación: Rafa Julve


CAPÍTULO 2

En Naujininkai, barrio deprimido y peligroso de Vilna (Lituania), entre las soviéticas colmenas de hormigón al sur de la estación ferroviaria, no falta material humano apto para las necesidades de un clan mafioso.

Joven, pobre, pariente de delincuentes, autor de robos, peleas, trapicheo de drogas, marcado ya por la policía local y por tanto necesitado de escondite y empleo lejos de la ciudad más desigual del Báltico…

Ese es el retrato robot de los jornaleros del emergente cártel lituano con el que anda cruzándose la Guardia Civil. Cuando están apretados, les llega solución: un billete de avión, un empleo de sodininkas (jardinero) por 1.000 o 1.500 euros al mes y una Play station para matar el rato durante las guardias en el chalet-plantación.

Su destino será el 'Creciente verde' de la marihuana, una porción mediterránea de España...

Se trata de una zona con tierra apta, mucha luz, temperaturas dulces, parajes despoblados, laberintos de invernaderos y un sinfín de chalés vacíos donde plantar; el territorio de Europa donde más aumentan los cultivos clandestinos y más se expanden los narcos desde 2018.

Abarca de Málaga a Castellón por Granada, Almería, Murcia, Alicante y Valencia, con una proliferación de jardines que sube a Albacete, Extremadura, Ciudad Real, Toledo y Madrid, y que conecta con la crispada geografía de plantaciones y envíos clandestinos de Catalunya.

Ahora es más visible el área de expansión narco en España. Es posible en parte con la información confirmada este otoño en Derlius, la última operación antidroga importante de la Guardia Civil en Alicante, la provincia pivote del Creciente verde.

Alicante se confirma como eje de un territorio del que fuentes de la lucha antidroga estiman que ya es foco narco de maría como hoy lo es el Campo de Gibraltar para el hachís.

En Marbella y el puerto de Alicante han sido detectados pactos de los lituanos con sus antiguos jefes ingleses.

Una de esas negociaciones está en el origen de la investigación que ha asestado uno de los golpes duros a la red. En verano de 2020, en el puerto de Alicante, los guardias detectaron a un jefe de seguridad de la mafia de Liverpool. Al verse sorprendido, intentó deshacerse de papeles arrojándolos a un seto.

Habían vuelto los ingleses, ya no como jefes, sino como clientes. Su presencia ha descendido, y lo nota Torrevieja, donde se resolvían con sangre las batallas entre la mafia de Liverpool y la mafia de Manchester, la primera afincada en la costa valenciana y la segunda, en Baleares.

Las visitas de los capos más importantes a esta zona son pocas, rápidas y discretas. No usarán tarjetas de crédito, sino dinero en metálico para no dejar demasiado rastro.

Y prefieren no alojarse en hoteles, sino en pisos francos o en los chalés que les han alquilado sus subordinados en Estepona, Marbella, Almería o la costa valenciana…

Salvo en Tarragona, donde, antes de que estallara la operación Derlius, uno de ellos frecuentaba un hotel de cuatro estrellas.

A veces no viajan solos: traen prostitutas de su país; son un incentivo para sus jardineros y vigilantes. La Guardia Civil ha detectado fletes aéreos de ida y vuelta de estos premios en carne.

Este no es solo su territorio de negocios. También lo es de presidio...

en Almería,

en Villena,

en Estremera…

"En prisión son trabajadores, colaboran", dice una veterana fuente penitenciaria de Alicante. Los peones lituanos de la maría ya no forman comanditas por nacionalidad en el patio, ni muestran la agresividad de los mafiosos del Este.

La norma del cártel es no llamar la atención, no atraer sanciones, no mancharse en trabajos sucios: acaso encargárselos a otros. "Tienen orden de portarse bien para cumplir la pena lo antes posible y volver al trabajo. Y las condenas de la marihuana no son largas", explica.

Caen en repetidos golpes policiales, similares en intensidad y frecuencia a los que dan los Mossos en Catalunya.

En el creciente verde se concentran las operaciones de la Guardia Civil contra la maría ilegal:

  • Entre el 2017 y el 2018: Acantha y Acantha II en chalés e invernaderos de Almería.
  • De octubre de 2020 a octubre de 2021: Dennenboom, Psicopompo, Arkans, Kosetxas (chalés de lujo convertidos en invernaderos) y Derlius, todas ellas en Alicante y San Juan.

Estas pesquisas, con más de un centenar de detenidos, tienen en común capos o peones lituanos en las tramas que ha ido desmantelando el instituto armado.

Los golpes policiales se multiplican, pero también se multiplica la maría en circulación

"De 10 cultivos que tengan, les cogemos tres -sospecha un guardia participante en Derlius-. Han perfeccionado el enganche de electricidad para sus cultivos en chalés y naves. Cavan muy profundo, hasta dos metros, buscan el mismo tipo de azulejo que rompen para que no se note nada…", relata.

Derlius es "cosecha" en lituano. El Creciente verde es buen lugar para cultivos 'indoor' en chalés, como este de San Juan. Los narcos no les regatean a las inmobiliarias locales. Elegirán puntos
-con los alrededores a la vista y vías de evacuación- en los que obtener tres cosechas al año.

Este territorio es escenario de un engaño al Estado en plantaciones industriales con licencia oficial -como esta de Toledo- cuando sus empresarios derivan a terceros resina, cogollos y concentraciones ilegales de sustancia psicoactiva.

Son "actividades que deben considerarse prohibidas", indicó en 2021 una instrucción de la Fiscalía Especial Antidroga. Los fiscales de Andalucía habían pedido la aclaración "por la proliferación de plantaciones de cannabis supuestamente destinadas a fines industriales" que hacen un "desvío que puede calificarse como ilegal".

En esa zona la maría ya supera el precio del hachís. En la calle está a siete euros el gramo -seis euros cuesta la droga marroquí-, a 30 la bolsita de tres cogollos.

Esta ya no es la suave hierba que consumían los hippies en los años 60. Su concentración de THC ha pasado del 4% de entonces al 28% de la potente droga de hoy. Sus efectos en el cerebro de los más jóvenes preocupan a los neurólogos.

Los 20 centímetros superiores de la planta son el codiciado fruto de este negocio clandestino. Una planta bien surtida puede dejar 2.000 euros de facturación por cosecha; y una plantación de 3.000 arbustos… como el sueldo de un futbolista de primera.

En la operación Derlius hubo que llevar una máquina para contar el dinero incautado en los registros domiciliarios de los peones de Edgaras Sakalauskas.

Demasiado billete como para contar a mano.

Pero no es dinero solo de este mercado: la mayor parte de las derlius del cartel lituano no se dedican al consumo español.

A sus cogollos y a su picadillo de marihuana les espera el Reino Unido. Sus mafias estaban conseguido desplazar a las holandesas en la gran distribución de marihuana por Europa... hasta que el Brexit y su tormenta logística han puesto en peligro su nueva hegemonía.

Para hacer llegar la maría al Reino Unido, o a un punto continental de redistribución, los narcos del creciente verde español usan su particular corredor en la orilla del mediterráneo.

Necesitarán camioneros desesperados, carreteras sin guardias a la vista, y formas de esconder la mercancía...


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