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Reproducción de un cráneo de Zygophyseter varolai , hallado en Apulia, uno de los animales que se extinguieron en la crisis de salinidad del Messiniano.

Reproducción de un cráneo de Zygophyseter varolai , hallado en Apulia, uno de los animales que se extinguieron en la crisis de salinidad del Messiniano. / Giovanni Bianucci / Chiara Sorbini

Michele Catanzaro

Michele Catanzaro

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Hace 5,5 millones de años, casi todas las especies endémicas del mar Mediterráneo desaparecieron, según un estudio publicado en la revista 'Science'.  Posiblemente, eso ocurrió por una desecación casi total del Mare Nostrum.

En ese periodo, el Mediterráneo experimentó un fuerte incremento de salinidad. En correspondencia con ese fenómeno, nueve de cada diez especies endémicas presentes en el registro fósil desaparecieron.

La biodiversidad del Mediterráneo tardó más de un millón y medio de años en volver a los niveles anteriores al cataclismo. Pero las especies que lo repoblaron – como los delfines o los tiburones blancos – fueron en su mayoría distintas a las que había antes.

Este cambio tuvo consecuencias vigentes hasta hoy: se fijó un patrón que sigue existiendo, según el cual la biodiversidad disminuye progresivamente desde el Mediterráneo occidental hasta el oriental.

El "gigante de sal"

En el periodo mesiniense, el Mediterráneo sufrió una crisis de salinidad que se extendió entre hace 6 y hace 5,3 millones de años. Así lo atestigua el “gigante de sal” del Mediterráneo: un depósito de sal de un kilómetro de espesor en el fondo del mar, que se descubrió en los años 70.

Una de las hipótesis más acreditadas es que movimientos geológicos taparon el estrecho de Gibraltar, lo que condujo a un progresivo desecamiento del mar, porque la aportación de los ríos no era suficiente para rellenarlo. El Mare Nostrum se convirtió en tierra firme, punteada de lagos hipersalinos parecidos al Mar Muerto: un hábitat imposible para la mayoría de las especies que vivían allí. Cuando el tapón de Gibraltar saltó, una megainundación rellenó la cuenca.

“La explicación de la desecación es la mayoritaria”, afirma Daniel García Castellanos, investigador de Geociencias Barcelona (Geo3BCN-CSIC) y coautor del trabajo. Grandes cañones presentes bajo el agua fueron probablemente excavados por los ríos para alcanzar el mar.

“También hay evidencias de intercambio faunístico terrestre entre el norte de África y Europa”, añade Pedro Piñero, paleontólogo del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPBHES), no implicado en el trabajo. Macacos y jirafas alcanzaron la península ibérica y pequeños mamíferos bajaron a África, aprovechando los corredores secos que reemplazaron el mar.

Otras interpretaciones

Otros investigadores proponen interpretaciones menos espectaculares. “Sería útil contrastar los resultados del trabajo [de 'Science'] con hipótesis alternativas”, replica Marco Roveri, geólogo de la Universidad de Parma, no implicado en el estudio y uno de los que sugieren que los cambios de salinidad no resultaron en una gran bajada del nivel del mar.

“Desecamiento o no, lo cierto es que la crisis de salinidad del Messiniense tuvo un enorme impacto en la vida”, zanja Giuliana Panieri, geóloga de la Universidad Ártica de Noruega, no implicada en el estudio. Panieri destaca la cantidad de datos usados en el reciente trabajo. “Han hecho una revisión enorme. Por primera vez, se proporcionan números y porcentajes para explicar lo que ocurrió”, afirma.

Durante varios años, los autores del estudio recopilaron centenares de datos sobre fósiles hallados en el Mediterráneo y fechados entre hace 12 y 3,6 millones de años. Eso permite sacar la foto de la biodiversidad antes y después del cataclismo. Hay pocos fósiles del periodo específico de la crisis, quizás porque se encuentren en el fondo del mar, o quizás porque la extinción fue generalizada

Extinción masiva

De las 779 especies endémicas presentes antes de la crisis, solo 86 (11%) se registran después. “La caída empieza justo antes de la crisis, cuando la salinidad ya ha empezado a subir, pero aún no ha ocurrido la precipitación [de la sal]”, explica Francisco Sierro, coautor y geólogo de la Universidad de Salamanca. Se trata sobre todo de especies que vivían en marismas y estuarios, que aprovecharon la mezcla de agua dulce y saldada, explica Sierro.

Sin embargo, también hay continuidad en los restos de animales más grandes, como la vaca marina (Metaxytherium), un herbívoro que come del fondo del mar. “Si realmente sobrevivió, es un misterio en qué ecosistema encontró refugio”, observa García Castellanos.

De momento, solo se han encontrado fósiles de vaca marina en el Mediterráneo, pero si se encontraran en el Atlántico se podría concluir que se extinguió en el Mare Nostrum, pero volvió a colonizar el mar después de la crisis. Eso es lo que hicieron muchos animales en los milenios sucesivos a la crisis, posiblemente después de que colapsara el tapón de Gibraltar.

Pero el Mediterráneo nunca volvió a ser lo que era. Casi el 70% de las especies registradas después de la crisis son distintas a las que había antes. Animales como el delfín y el tiburón blanco tuvieron la oportunidad de colonizar el mar, un nicho ecológico que había quedado prácticamente vacío. No obstante, 1,7 millones de años después de la catástrofe, el Mediterráneo aún no había recuperado los niveles de biodiversidad anteriores.

El acontecimiento dejó huella. Actualmente, el Mediterráneo occidental es mucho más biodiverso que el oriental. La razón se desconoce y se había atribuido a una antigua desconexión con el Océano Índico. “Eso quedaría descartado, porque hemos visto que este patrón se establece ya después de la crisis de salinidad”, concluye García Castellanos.

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