Nueva experiencia

Yoga mecido por las olas: el deporte de moda en las playas de Alicante

Al atardecer, en las playas de Alicante, un grupo de personas se adentra en el agua con tablas de paddle surf para practicar esta disciplina milenaria. Los participantes combinan los beneficios del yoga con el desafío de mantener el equilibrio sobre la tabla, liberando el estrés y conectando con la naturaleza

Yoga mecido por las olas.

Yoga mecido por las olas. / Pilar Cortés

Sara Rodríguez

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Irene Calderón y Sade Carbonell, dos jóvenes alicantinas, se adentraron en el mundo del yoga hace varios años. Su pasión las llevó hasta la India, cuna de esta práctica milenaria, donde se formaron y profundizaron en sus conocimientos. Con esa experiencia, comenzaron a ofrecer sesiones de yoga en las playas de Alicante. Este año, sin embargo, han dado un paso más al llevar esta disciplina al mar, practicando yoga sobre tablas de paddle surf (sup) junto con el Club Sup Almadraba. 

Esta disciplina, que fusiona el yoga con el paddle surf, se conoce como "sup yoga". Se trata asó de una experiencia única al combinar los beneficios del yoga con el desafío de mantener el equilibrio sobre una tabla mecida por el mar.

"Se complementan perfectamente, ya que te obliga a estar presente en todo momento. Si te distraes, puedes caer al agua, lo que fortalece mucho la musculatura", explica la profesora Sade Carbonell al finalizar una de las clases que impartió la semana pasada en la playa de la Almadraba.

En esta línea, Irene Calderón afirma que "potencia los beneficios relajantes del yoga al estar en un entorno natural". El yoga sobre el agua puede practicarse en cualquier época del año, aunque el calor del verano lo haga especialmente atractivo. "En invierno, se puede realizar con mallas o un neopreno. En Alicante, el entorno es perfecto para practicar este deporte".

Irene y Sade son dos profesoras que han recibido la misma formación en yoga, pero cada una se ha especializado en un estilo diferente. Mientras que Irene se caracteriza por impartir clases más dinámicas, Sade tiene un enfoque más relajado. "De vez en cuando, como algo especial, nos unimos para combinar su estilo de yoga con el mío", comentan.

Las personas que se animan a practicar este tipo de yoga, tan de moda en las playas alicantinas, suelen tener entre 25 y 60 años. No obstante, ambas expertas coinciden en que es una disciplina que "no tiene edad", por lo que puede practicarse tanto en edades más tempranas como más avanzadas. Son más mujeres que hombres las que se atreven con esta práctica, suponiendo estas el 80% de los participantes, aunque las profesoras matizan que "los hombres una vez que lo prueban se vuelven adictos". 

Alberto Cisneros, uno de los fundadores del Club Sup Almadraba, con amplia experiencia en paddle surf, aclara: "Mucha gente piensa que el sup consiste solo en subirse a la tabla y tomar el sol, pero es un deporte que ha crecido mucho". Ahora, con el proyecto «Is Yoga Beach» de Sade e Irene, asegura que han encontrado un "punto de encuentro", que está teniendo un gran éxito entre los alicantinos.

Un ejemplo de ello es la experiencia de Alicia Toledo Acame, quien relata cómo se sintió durante su primera clase de yoga sobre una tabla de paddle surf. "Nunca me había subido a una tabla, y la clase fue al amanecer. Empecé con miedo y tensión, pero después del ejercicio me sentí completamente relajada y diferente. El monitor me dijo que me había cambiado la cara. Cuando lo pruebas, repites".

En la misma línea, Boris Koch comenta: "Es una experiencia fantástica para disfrutar tanto de la playa como del agua. Me relajo mucho, y al estar más conectado con las olas, siento una sensación de tranquilidad máxima".

Para Vadim Kononenko, practicar yoga sobre una tabla de paddle surf une dos de sus grandes pasiones: "Practico surf y paddle surf, y mi padre me aconsejó que, cuando me inunden las emociones, es importante saber canalizarlas. Hacer yoga sobre la tabla es otro mundo, porque combino mi pasión con canalizar las emociones y encontrar el equilibrio del cuerpo, la mente y el espíritu. La experiencia es increíble, y si te pilla el atardecer, es simplemente espectacular2, concluye.

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