Descubierta la primera guía que clasificaba hasta 12 tipos de 'fodechinchos'

Si obviamos todas las tragedias que golpean al mundo, el verano de 2024 será recordado por los dos récords del mundo consecutivos de Duplantis, por la vuelta de Oasis y por la explosión del término 'fodechinchos'. De larga trayectoria en zonas como O Val Miñor y O Morrazo, en los últimos años el concepto ha venido popularizándose y ocupando debates en las redes sociales. Hasta que en este estío ha traspasado las fronteras de O Padornelo y más allá.

También se ha asentado en los titulares de los medios, hasta ahora reacios a incorporar el vulgarismo a su vocabulario. Sin embargo, un poco de arqueología periodística demuestra que la palabra debuta en las páginas de FARO el 30 de mayo de 1992, en una referencia de pasada en una columna de opinión sobre otro asunto. La segunda entrada, en cambio, es todo un tratado sobre los 'fodechinchos'.

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Bajo el título 'Guía de campo da fauna na Galiza: os fodechinchos' y publicado el 21 de julio de 1993, Javier Torrente Queie, sobrino de Gonzalo Torrente Ballester, tira de retranca para catalogar los distintos especímenes de este "grupo transpadornelio" que llega a las costas gallegas con la "migración de verano". Han pasado más de 30 años y algunas de las tipologías descritas no han envejecido bien, pero, en líneas generales la clasificación sigue vigente.

• Fodechinchus necorensis: se caracterizan por pedir nécoras en los meses sin R y por la forma de machacarlas y estrujarlas hasta manchar al resto de comensales.
• Fodechinchus nauta: su rasgo identificativo, hoy desfasado, es la balsa amarilla que llevaban en la baca del coche y por la gorra de marinero de Amberes que se ponían para ir a la punta del muelle a ver la llegada de los barcos.
• Fodechinchus fodechinchus: el que se enfada cuando el sol no calienta como en Benidorm y suelta improperios cuando hay niebla. "Es sumamente peligroso".

• Fodenchinchis nivea: sobre todo del género femenino, son los que se bañan con el cuerpo lleno de "óleos y potingues" dejando tras de sí restos de grasa en las rías. [Hoy en día, a nadie se le ocurriría criticar que alguien se meta en el agua con la preceptiva crema solar].
• Fodechinchus linguisticus: aquellos que a los tres días "comienzan a hablar con un raro acento pseudogalego" y añaden el sufijo iño a palabras que lo pueden llevar.
• Fondechinchus vociferantis: se caracteriza por su elevado volumen de voz.
• Fodechinchus mariscantis: los que coger los mejillones de las rocas y los comen directamente. "A veces son mermados por la enfermedad llamada cagalera". Muy vigentes.
• Fodechinchus finus: el sector más adinerado, con especial presencia en Sanxenxo y A Toxa, aunque con importantes colonias en Baiona y otros puntos de las Rías Baixas. "La variante femenina es conocida por las marcas de ropa por el color rubio de bote de su cabello". El hombre se caracteriza por conducir un coche de grandes dimensiones.
• Fondechinchus conductor: "es la especie más peligrosa". "Piensa que las carreteras de Galicia son el circuito del Jarama". Se podrían incluir en esta especie una subvariante de los que no tienen en cuenta las mareas a la hora de aparcar.

• Fodechinchus pernas: aquellos que visten con shorts y náuticos y van con "una docena de fodechinchiños" a comer pulpo a las tabernas. "Se caracteriza por pedir el libro de reclamaciones".
• Fodechinchus iacobeus: una nueva especie que surgió aquel 1993 y que hoy está más que consolidada. "Se caracteriza por intentar ganar el jubileo a golpes". "Altamente peligrosos".
• Fodechinchus cutris: de aquella abundaban en las islas Cíes y Ons. "Lleva mochila [o en su defecto riñonera] y es capaz de todo por ahorrar dinero".

El articulista acababa el texto prometiendo que seguiría trabajando en la "tipificación de otras especies", aunque la hemeroteca no muestra la continuidad en su empeño. Sin embargo, unas semanas después, el recientemente fallecido Alfonso Álvarez Cáccamo le toma el relevo para añadir una nueva variante. Es el fodechinchus aureus, que amagaba con pagar la cerveza con un billete de 10.000 pesetas y que, como casi nunca había cambio, se volvía a casa con el mismo pecunio.