Club de Educación y Crianza

Deja de llamar campeón a tu hijo

En la era de la hiperpaternidad, abundan los niños y niñas que tienen una imagen muy distorsionada de sí mismos porque sus padres confunden autoestima con elogio desmesurado

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Los niños tiranos y emperadores, elogiados desmesuradamente por sus familias, no saben gestionar un traspié o una dificultad

Los niños tiranos y emperadores, elogiados desmesuradamente por sus familias, no saben gestionar un traspié o una dificultad / José Luis Roca

Olga Pereda

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“Mamá, dice la entrenadora que tengo que mejorar”. Respuesta de la madre: “La entrenadora es una cretina y no tiene ni idea. Tú eres un campeón. Eres genial, eres un goleador. El equipo no es nada sin ti”.

Sylvie Pérez, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), pone esta conversación (inventada, pero podría ser real) como ejemplo de cómo las familias están criando emperadores y emperadoras. En plena era de la hiperpaternidad, abundan los niños y niñas que tienen una imagen muy distorsionada de sí mismos porque sus padres les hacen pensar que son campeones y campeonas, aunque no lo son ni de lejos. El objetivo es noble: fomentar la autoestima. Pero el resultado es desastroso. “Si tu hijo está convencido de que es un fuera de serie y no lo es, lo más probable es que se convierta en un tirano, un emperador incapaz de sobrellevar un traspié en la vida o una frustración”, advierte la psicopedagoga tras recordar a las familias que no hay que confundir autoestima con elogio desmesurado.

¿Qué es la autoestima?

Antes que nada, ¿qué es la autoestima? “Es un constructo que busca que la persona tenga una confianza razonable en sí misma. Eso significa que cuando estamos delante de una dificultad pensamos que nos podemos apañar, que nos podemos manejar, con independencia de que, al final, la superemos o no”, explica Víctor Amat, psicólogo, psicoterapeuta y autor de 'Autoestima punk'. El divulgador derrumba mitos e insiste en que la autoestima está relacionada con la humildad. “La autoestima es pensar: no sé si lo voy a conseguir, pero lo voy a intentar”, destaca. Lo contrario es aspirar al perfeccionismo, una actitud que puede derivar en un importante problema psicológico.

Los padres y las madres -critica Amat- se proyectan en sus hijos e hijas, y quieren que sean lo que ellos no son: campeones y campeonas. “La paternidad es apoyar a los hijos, no resolverles la vida. Ser una buena madre no consiste en hacerle una cena maravillosa a tu hija sino en dejar que sea tu hija la que se cocine la tortilla y ayudarla a limpiar cuando los huevos se le salgan de la sartén”, concluye Amat.

"Ser una buena madre no consiste en hacerle una cena maravillosa a tu hija sino en dejar que sea tu hija la que se cocine la tortilla y ayudarla a limpiar cuando los huevos se le salgan de la sartén"

— Víctor Amat, psicólogo y autor de 'Autoestima punk'

"Hay que huir de expresiones como 'eres el mejor' y apostar por otras más realistas, como 'esta vez te ha salido muy bien'".

— Sylvie Pérez, psicóloga y psicopedagoga

La profesora de la UOC añade que las familias, desde que sus hijos son bebés, entran de lleno en la carrera por la competición. “En las conversaciones del parque parece que lo único que importa es quién es más alto, quién come mejor y quién duerme más”, se lamenta. A medida que el niño crece, la comparación con los otros se hace mayor. “Tenemos interiorizada la competitividad. Una meritocracia mal entendida nos lleva a pensar que solo saldremos adelante si somos los mejores. Un ejemplo es la selectividad, no importa cómo te salga a ti el examen, lo importante es que los demás lo hagan peor que tú”, reflexiona. Es necesario -subraya la psicóloga y psicopedagoga- educar a los hijos de manera más flexible y desterrar el mantra de ‘no puedes fallar, no te puedes equivocar’.

Pérez recomienda a los progenitores que huyan de expresiones como “eres el mejor” y apuesten por otras más realistas, como “esta vez te ha salido muy bien”. De la misma manera, tampoco hay que soltar “eres muy torpe” sino “esta vez no te ha salido bien, vamos a ver cómo podemos mejorar”. “Tenemos que ofrecer a nuestros hijos una mirada realista de sí mismos”, concluye la profesora de la UOC, que insiste en diferenciar autoconcepto de autoestima. “El autoconcepto es la imagen que tenemos de nosotros mismos. Y la autoestima, lo mucho o poco que quiero el autoconcepto que tengo de mí. Con un autoconcepto realista es más fácil poder trabajar la autoestima”, concluye.

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