Vuelta al cole

Gregorio Luri, pedagogo: “Es aberrante poner a los alumnos en círculo y preguntarles por sus problemas del fin semana"

El filósofo, profesor e investigador considera que "salvar la escuela" pasa por dejar atrás las emociones en el aula y recuperar el conocimiento puro

Catalunya prepara a contra reloj un curso con miles de profesores nuevos asignados in extremis en julio

El profesor Gregorio Luri, autor del ensayo 'Prohibido repetir', esta semana en El Masnou.

El profesor Gregorio Luri, autor del ensayo 'Prohibido repetir', esta semana en El Masnou. / Anna Mas

Olga Pereda

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Filósofo, pedagogo y maestro de escuela jubilado, Gregorio Luri sigue recorriendo colegios por España y el extranjero para tomar el pulso real a la educación. Tras ‘La escuela no es un parque de atracciones’ y 'En busca del tiempo en que vivimos', el profesor vuelve a las librerías con 'Prohibido repetir' (editorial Rosamerón), un ensayo donde sentencia que nunca ha habido más pedagogos, ni más facultades de Educación, ni más presencia de la educación en la prensa, pero la calidad del sistema educativo sigue sin estar garantizada. Para revertir la situación y salvar la escuela, Luri pide “estrategias pedagógicas rigurosas, maestros bien formados y currículos que se tomen en serio la importancia del saber”. ¿Cómo? Para empezar, dejando atrás el auge de las emociones en las aulas y recuperando el conocimiento puro.

Admite que los profesores han perdido autoridad. ¿Por qué?

Cuando yo iba a la escuela nadie dudaba de que lo que aprendía era esencial. Si no ibas a la escuela se notaba. Hoy el conocimiento ha perdido centralidad, ahora está en lo afectivo, lo emotivo. El maestro no puede ser representante de un equilibrio emocional. El maestro debería saber perfectamente cómo enseñar y cómo aprender a sumar. Ahora bien, cómo ser feliz y cómo tener equilibrio emocional...

Critica que en las aulas esté disminuyendo la trasmisión del conocimiento y aumentando el learning by doing (aprender haciendo).

Eso lo defiende la OCDE desde hace años. Esta organización asegura que el maestro no puede ser representante del saber porque el saber cambia. Lo que tiene que ser, según ellos, es un acompañante del niño para que este construya sus propios saberes. Me parece una aberración. El conocimiento ha perdido autoridad. Los conocimientos cambian, dicen. No es cierto. Las matemáticas no cambian. Tener un conocimiento sobre historia o geografía no cambia. Napoleón va a estar siguiendo ahí. Fíjate si esto lo aplicamos al médico y se convierte en un acompañante de tu salud.

En Finlandia, Suecia, Estonia y Francia las cosas tampoco están yendo bien, aunque, en su día, algunos de ellos fueron países idolatrados por su sistema educativo. ¿Estamos ante un problema global?

En educación, hay dos temas que me preocupan especialmente. Uno es el hecho de que las familias cada vez dedican más recursos a la educación paralela. Es decir, clases particulares. Son conscientes de que con la escuela no es suficiente: lo mismo pasa en EEUU y Europa. Es un factor de desigualdad terrible. El otro aspecto que me preocupa es que, hace años, la docencia era uno de los trabajos más dignos y reconocidos. Ahora vemos que faltan profesores. Aquí y en Finlandia. No hay manera de encontrar profesores de matemáticas. Insisto, hemos jugado frívolamente a convertir la escuela en un espacio donde el sentimiento ha ocupado el lugar del conocimiento.

¿Pero no es un avance que los niños reciban psicoeducación?

No me gustan las escuelas en las que los niños escriben cada día sus emociones. Como dices, tener nociones de psicología está muy bien, igual que hacer caso a las emociones. Pero ¿acaso no sabíamos hacerlo cuando no existía la educación emocional de manera tan explícita?

Creo que no, honestamente.

Hay sobrecarga de emociones en las escuelas. Es importante saber relacionarte y controlar los impulsos. Pero poner a los niños en círculo el lunes a primera hora y preguntarles qué problema se han encontrado este fin de semana en casa me parece denunciable. Me parece denunciable que en las aulas se esté constantemente pensando en el sentimiento y en la manifestación de las emociones. ¿Quieres educación emocional? Pues vamos a garantizar las horas de sueño de los niños. Eso sí que es esencial. Lo mismo con el ejercicio físico, que es la mejor terapia contra los males del alma.

La comunidad científica lleva tiempo reclamando una dimensión socioafectiva de las matemáticas, que consiste en hacer que la asignatura no genere pánico.

Totalmente de acuerdo, pero eso se llama didáctica de las matemáticas. Los profesores asisten ahora a formaciones como ‘La escuela que siente’, ‘Bailando con neuronas’ y ‘Constelaciones familiares’. Si miras los cursos de verano que se imparten en cualquier facultad, es más fácil encontrarte eso que clases rigurosas sobre didáctica de las matemáticas.

Volvamos la disciplina en las aulas. ¿Por qué es cada vez más complicada mantenerla?

La disciplina es una cuestión de justicia social. La exposición a un compañero disruptivo en una clase de 25 alumnos a lo largo de toda primaria reduce los aprendizajes globales en matemáticas y lengua. Es una cuestión de equidad y lo ves cuando vas a los coles. ¿Sabes una cosa? Fuck (a la mierda) el glamur pedagógico.

Hablando de glamur, recupera usted el plan Gary, una iniciativa estadounidense que apostó por una escuela creativa y feliz. No había pupitres sino bancos de trabajo. Tampoco lecciones sino proyectos. Y las aulas eran comunidades democráticas. Suena actual, pero ocurrió a principios del siglo XX. Fue un fracaso absoluto.

Rescato ese tema para dejar claro que es muy difícil innovar en educación. Podemos innovar en tecnología, pero en educación resulta muy complejo. Cualquier iniciativa que se autodenomine innovación educativa debería repasar la historia para comprobar si hubo en el pasado experiencias de ese tipo y tuvieron éxito o fracaso, como el plan Gary. En educación uno tiene la sensación de vivir en el día de la marmota.

¿Por qué no le gustan nada los divulgadores de la pedagogía?

Es que se oyen cosas terribles. Dicen que la memoria no importa, eso me duele. Lo del aprendizaje no memorístico es un timo. En septiembre tengo una charla en un colegio de Madrid y he pedido a los asistentes que lleven un trozo de velcro.

¿Para qué?

El velcro es como el conocimiento, los nuevos conocimientos se te quedan pegados. Cuantos más conocimientos tengas asimilados más pegados se te quedan los nuevos. Si hay alguna pericia general para todos los saberes, es la de hincar los codos.

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