Entrevista | Joan Miquel Verd Catedrático del departamento de Sociología de la UAB

"Si un joven lleva 10 años sirviendo copas, tiene muy complicado dar el salto laboral aunque sea universitario"

El catedrático e investigador defiende que la combinación de estudios y trabajo mejora la inserción laboral pero solo si el empleo está relacionado con la formación académica

El catedrático de Sociología Joan Miquel Verd, en el campus del la Universitat Autònoma de Barcelona.

El catedrático de Sociología Joan Miquel Verd, en el campus del la Universitat Autònoma de Barcelona. / Fundación la Caixa

Olga Pereda

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Los jóvenes españoles con edades comprendidas entre los 18 y los 35 años tienen una vida social bastante más rica e intensa que sus colegas europeos. El 56% se declara muy próximo a sus padres y madres y el 70% interactúa con ellos una vez al día. Nada que ver a lo que ocurre en otros países, especialmente los del este de Europa.

El profesor Joan Miquel Verd es coautor del estudio 'Las relaciones personales de los jóvenes con su entorno', del Observatorio Social de la Fundación La Caixa. Director del Centre d’Estudis Sociològics sobre la Vida Quotidiana i el Treball y catedrático del departamento de Sociología de la UAB, el docente e investigador reconoce que tener una relación familiar estupenda conlleva ventajas, pero también inconvenientes.

Hablemos primero de las ventajas.

Todos los estudios demuestran que el contacto cara a cara ayuda a mejorar la salud mental y el bienestar emocional. Es una manera de combatir la soledad no deseada. El aislamiento social es un concepto más subjetivo que no tiene una escala internacional para medirlo, pero se hace con tres factores: el tamaño de la red, las horas de interacción y el acceso al apoyo social. En Polonia solo el 21% de los jóvenes se declara muy próximo a sus familias. En Letonia, el 28%, y en Estonia, el 18%. La sociabilidad no solo repercute en términos de salud mental sino de recursos. La familia es un proveedor de recursos absoluto, una ayuda emocional y económica. La familia cubre los recursos que en otros países cubre el estado, con políticas de juventud y apoyo a la emancipación.

Ahí está la parte negativa: los jóvenes españoles se van muy tarde de casa, 30,3 años de media frente a 26,4 en la UE.

Efectivamente. En algunos países como Alemania o Reino Unido, el 30% de los jóvenes residen en viviendas sociales para ese segmento de población. La mejor forma de favorecer la emancipación es la vivienda para jóvenes, algo que no existe en España salvo las iniciativas de algunos ayuntamientos. En Alemania y Reino Unido, además, hay generosas becas para estudiar en otra ciudad.

¿Qué se pierde España con una emancipación tan tardía?

Una reciente encuesta en Catalunya demostró que las personas que expresan más malestar emocional son las de origen obrero que no estudian ni trabajan y que viven con sus padres. Vivir en casa de tu familia puede estar muy bien si tienes una estupenda relación y una habitación propia. Si no tienes nada de eso y además careces de un empleo puedes sufrir malestar emocional.

"En Europa la gente de 20 años es adulta, tiene ingresos, es capaz de gestionar su tiempo y su dinero, y toman sus propias decisiones"

"Presionamos mucho a nuestros hijos con que estudien y encuentren un trabajo estable. En otros países, los jóvenes están más relajados, saben que encontrarán un empleo aunque no sea el de su vida"

¿Hay algún otro efecto negativo de seguir viviendo con la familia?

La sobreprotección. Tienes 18 o 20 años pero vives como si tuvieras 16. En Europa la gente de 20 años es adulta, tiene ingresos, goza de capacidad para gestionar su tiempo y su dinero, y toma sus propias decisiones. Retrasar la emancipación es retrasar su madurez, algo que conlleva efectos psicológicos. Otra consecuencia es que tenemos los hijos tarde.

¿Tenemos alguna responsabilidad las familias?

Hemos trasladado las angustias de los años 90 a nuestros hijos. Les insistimos en que estudien mucho y encuentren un trabajo estable. Todo eso incrementa su presión. En otros países, los jóvenes están más relajados, saben que encontrarán un trabajo aunque no sea el de su vida. Algunos estudian tomarse un año sabático. Hay que animar a los hijos a irse de casa, pero con ayudas oficiales, con becas y con políticas de vivienda.

En España hace tiempo que venimos hablando de los ninis, que ni estudian ni trabajan. Pero los sisis (sí estudian y si trabajan) se están abriendo paso.

Hace 20 o 25 años no era tan fácil encontrar trabajo a tiempo parcial. O se estudiaba o se trabajaba. Hoy el mercado está más flexibilizado y puedes encontrar empleo por unas horas.

¿Es una buena noticia?

Está comprobado que la combinación de estudios y trabajo mejora la inserción, pero siempre que sean trabajos con algún tipo de vinculación con tu formación. Tanto en la FP como en la universidad es muy buena noticia que cada vez haya más prácticas laborales dentro del currículo.

¿Y si el joven trabaja en hostelería?

Si trabajas para pagarte los estudios, entonces hablamos de una necesidad económica. También hay estudiantes que trabajan no por eso sino porque disponen de esos huecos de tiempo en sus agendas, algo que ha permitido la reforma del mercado laboral. Por desgracia tenemos un mercado con empleo precario, con un sector servicios 'low cost' que compite en precios y masificación.

Hay expertos que defienden que la sobrecualificación nunca puede ser un problema.

Depende. No es un problema si tú estás trabajando en algo relacionado con tu formación académica. Si estudias Bellas Artes y trabajas de camarero sí lo es. El mercado laboral español está muy segmentando, es difícil pasar de un sector con baja cualificación a otro con alta. Si llevas 10 años sirviendo copas lo tienes muy complicado para dar el salto a la ingeniería, aunque hayas estudiado el grado.

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