El perfil de la juventud en España

De los nini a los sisi: uno de cada tres jóvenes que trabaja también estudia

Desde 2019, el número de jóvenes de 16 a 24 que compagina empleo y formación ha aumentado más de ocho puntos

El 17% de los jóvenes españoles de 18 a 24 años son ninis: ni trabajan ni estudian

Varios jóvenes, con sus portátiles, en una cafetería de Madrid.

Varios jóvenes, con sus portátiles, en una cafetería de Madrid. / David Castro

Olga Pereda

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En España, el 17% de los jóvenes con edades comprendidas entre los 18 y los 24 ni estudian ni trabajan, según reveló el año pasado el estudio de la OCDE sobre educación, 'Education at Glance' ('Panorama de la Educación'), que precisó que más de la mitad están intentado encontrar (sin éxito) un empleo. Son los popularmente conocidos como ninis, un colectivo que está asociado no solo con menores tasas de ocupación y salarios sino también con una salud mental baja y exclusión social. Frente a esta generación –cuya cifra permanece estancada en España desde 2018– se sitúa otra que va en aumento. Son los bautizados sisi, jóvenes que sí etudian y sí trabajan.

El último informe del Consejo de la Juventud de España (CJE) sobre la emancipación –presentado recientemente en Madrid con datos de 2023– revela que los ‘sísí’ con edades entre los 16 y los 29 años superan ya el millón de personas (1.050.012) y suponen el 34,1% de la población trabajadora con esa misma edad. Es decir, uno de cada tres jóvenes que trabajan además estudian. Las mujeres están más predispuestas a compaginar trabajo y formación que los hombres: 38,7% frente a 30%.

Las mujeres están más predispuestas a compaginar trabajo y formación que los hombres: 38,7% de ellas lo hacen frente al 30% de ellos

El porcentaje de jóvenes sisi crece. En 2022 suponían el 32,9% de los jóvenes con empleo, según el estudio del CJE. La Encuesta de Población Activa (EPA) ofrece datos con más perspectiva que confirman un incremento significativo desde antes de la pandemia hasta ahora, explica Samuel Bentolila, investigador y profesor de Economía en el Centro de Estudios Monetarios y Financieros. Desde 2019 hasta 2024, el número de jóvenes con edades entre 16 y 24 años que trabajan y estudian ha crecido ocho puntos y medio. Mientras, en el segmento de edad de 25 a 29 años el aumento es de siete puntos. "Sin embargo, proporcionalmente, es más relevante el crecimiento en la segunda franja de edad", puntualiza el docente, que califica de "buena noticia" el crecimiento de los sisi, especialmente por el contexto educativo y laboral de España.

Hartos de los ninis

El término sisi nació hace unos años en el seno del CJE, plataforma que agrupa a más de 60 entidades juveniles. Hartos de ver cómo se menospreciaba a los jóvenes con el término nini, especialmente a raíz de la crisis económica de 2008, los miembros del CJE decidieron combatir esa realidad con otra, la de los jóvenes que sí estudian y sí trabajan. “Todo el mundo habla con condescendencia de los ninis. Como si no hubiera otro tipo de joven”, explica la actual presidenta del CJE, Andrea Henry.

El porcentaje de ninis en España solo está superado por el registrado en Colombia (28%), Chile (26%), Brasil e Italia (ambos con un 24%). Las estadísticas de la OCDE revelan que los territorios con menores porcentajes de jóvenes que ni estudian ni trabajan son Países Bajos (4%), Noruega (7%) y Alemania (8%).

Mientras que los ninis siguen siendo mantenidos por sus familias, con el esfuerzo económico que conlleva y la desesperación que puede provocar en los progenitores, los sisi no dependen de las arcas del hogar familiar. ¿Estamos delante de una buena noticia? Sí, pero el CJE puntualiza que también hay una parte problemática.

"Lamentablemente, la mayoría de los trabajos de los 'sísí' no son cualificados y no responden a su formación académica sino que son precarizados"

— Andrea Henry, presidenta del Consejo de la Juventud de España

“Trabajar y seguir estudiando demuestra que la juventud tiene inquietudes académicas, y eso está muy bien. Es positivo para el país. Ahora bien, los 'sísí' trabajan por necesidad, no les queda otra si quieren pagarse los estudios. Hay familias que no pueden asumir económicamente que una hija se vaya a estudiar a otra comunidad autónoma, así que la solución pasa por ganarse un dinero trabajando. Lamentablemente, la mayoría de estos trabajos no son cualificados, sino que son en hostelería o en comercios, y no responden a su formación académica. Son trabajos precarizados”, denuncia Henry.

Sin "trabajos de estudiantes"

La presidenta del CJE mira hacia otros países, como Bélgica o Alemania, donde los 'student-job' (trabajos de estudiantes) están asentados en el mercado laboral y permiten mucha flexibilidad a los jóvenes, por ejemplo, en época de exámenes. “En España no sucede eso. Aquí, el trabajo no se adapta al joven sino que el joven se tiene que adaptar al trabajo. Lógicamente, el rendimiento académico baja porque te falta tiempo para estudiar y descansar”, añade.

Los jóvenes que se forman y trabajan presentan una incidencia del 59% de problemas de salud mental, mientras mientras que el porcentaje cae al 35% entre los que solo estudian

El pasado mes de junio, un estudio del CJE junto a Intermón Oxfam reveló que los jóvenes que estudian y trabajan simultáneamente presentan una incidencia del 59% de problemas de salud mental, mientras que aquellos que solo estudian registran un 35% de diagnósticos. “La combinación de responsabilidades laborales y académicas incrementa significativamente el estrés, entre otros trastornos emocionales”, concluían los autores.

Formarse para avanzar profesionalmente

El profesor Bentolila añade que el aumento de los 'sísí' en España supone ya un "cambio estructural". "Sería necesario hacer una investigación sociológica para encontrar las causas", detalla. A priori, la primera explicación es que los jóvenes han visto la necesidad de formarse. "La principal motivación para estudiar mientras estás trabajando es progresar y dar un salto laboral, ya sea tener un contrato indefinido o mejorar el horario o el sueldo", afirma.

A pesar de que muchos puestos pueden no estar relacionados con el campo de estudios, Bentolila precisa que, para estos jóvenes, trabajar implica algo fundamental: desarrollar las habilidades no cognitivas. Por ejemplo, ser puntual, colaborar en equipo, seguir las directrices de la jefatura o tener iniciativa.

Subocupación y sobrecualificación

El informe sobre la emancipación del CJE también hace hincapié en otras dos realidades laborales de la juventud española: la subocupación y la sobrecualificación. La primera se refiere a los jóvenes que tienen empleo pero cuyos contratos (a pesar de tener disponibilidad) son de menos horas que los de otras personas son categorías similares. La subocupación –que se da más entre mujeres que hombres– afecta al 13,2% de la población ocupada entre 16 y 29 años, un porcentaje que ha caído casi dos puntos en un año.

Mientras, la sobrecualificación (tener un puesto de trabajo que requiere un menor nivel de estudios del que pueden acreditar) también va a la baja. Estar sobrecualificado para el empleo afecta al 36,8% de la población ocupada con estudios superiores que no siguen estudiando, un porcentaje cinco puntos menor que en 2022.

El CJE no solo ha apellidado a los sisi, sino que baraja bautizar a otra nueva generación, los sisisi, jóvenes que además de trabajar y estudiar son voluntarios en alguna organización social. “Somos muchos”, sonríe la presidenta de la organización.

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