Accidentes

Las otras víctimas de los siniestros laborales: "Te parece que va a haber un accidente en cualquier sitio"

Miguel y Juan son dos de los profesionales que cambiaron su forma de ver la realidad tras la muerte de sus compañeros en accidentes laborales. Uno se hizo delegado sindical, otro abandonó el sector

Miguel Casas y Juan Pena, trabajador y extrabajadordel naval que han vivido en primera persona el impacto de los accidentes laborales en Vigo.

Miguel Casas y Juan Pena, trabajador y extrabajadordel naval que han vivido en primera persona el impacto de los accidentes laborales en Vigo. / / José Lores

Jorge Garnelo

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“Ese día estaba en la proa y mi padre en la sala de máquinas cuando me enteré de que estaba ardiendo. Mucha gente ya había salido, él entre ellos, pero yo no lo sabía y me puse a buscar. Cuando arde un atunero o algún otro barco en el que hay mucho poliuretano inyectado se crea un humo muy gordo. Casi lo masticas. Cuando alcanza mucha temperatura, te quema por dentro”.

Miguel Casas, veterano del naval vigués, recuerda cómo a raíz del fatal suceso lo pasaron de la peor manera posible “en toda la empresa”. El incendio en el que se vio envuelto uno de los buques en los que trabajaba uno de los astilleros de la ría dejó secuelas más allá de una mancha en su pulmón, con el fallecimiento de dos de sus compañeros en plena jornada laboral. “Con mucho nervio”, recuerda, pese a que todo ocurrió hace más de dos décadas y él entonces rondaría la veintena. Era joven, podría haber cambiado de oficio y aun así continuó: “¿Cómo sigues? Pues la verdad que con muchas ganas de dejarlo”.

Aunque el trabajo puede llegar a ser peligroso, la vida te aprieta y la familia está ahí. Y esa presión, la de tener que llevar sí o sí pan a casa, es algo que pesa demasiado para muchos profesionales que practican oficios tradicionales; un sentimiento compartido por las víctimas del accidente. Uno de ellos, de Tomeza, tenía mujer e hijos. El otro fallecido era de Vilaboa y compaginaba el naval con las cuerdas de mejillón de las bateas.

“Cuando le faltaba ahí venía siempre a trabajar con nosotros”, explica Casas, para quien lo más duro de todo fue que ambos murieron noches más tarde por las quemaduras internas. Se planteó cambiar de profesión, pero toda su familia “viene del hierro” y esas raíces acabaron por retenerlo. Eso sí, lo que cambió para siempre fue su personalidad: “A partir de ese instante me hice delegado sindical e intentamos llevar al extremo la seguridad”.

“Cuando pasa, te está dando vueltas todo el rato en la cabeza”

Miguel Casas

— Trabajador del naval

¿Pero cómo se hace volver al trabajo tras un episodio así? Regresar a un entorno en el que han perdido la vida dos personas con las que compartías tu día a día. “Te tienes que apoyar un poco en los compañeros. Le pasa a alguien de los que está contigo en el bar cuando vas a comer el bocadillo o a tomar unas cervezas. Es gente con la que estás todos los días. Son cosas que cuando pasan te están dando vueltas todo el rato en la cabeza”.

“Lo mejor que pude hacer”

Galicia se está tiñendo de luto este año por el impacto de una letal concatenación de accidentes laborales que han sonado con fuerza a nivel mediático. Accidentes como el que sufrió hace solo unos días en una nave de Pontevedra un operario de 46 años que murió al caer desde 20 metros de altura; como el que dejó otros dos muertos en febrero en una planta de reciclaje de A Cañiza; o como en el que murió otro profesional en abril mientras manejaba una carretilla elevadora en Ponteareas. También en el naval, con decesos trágicos en la provincia como el de un operario que fue golpeado por una grúa mientras hacía labores de carga en el muelle de reparaciones de Bouzas, en marzo, o el de un trabajador que caía ese mismo mes desde la cubierta de una nave en uno de los astilleros de Vigo.

Todos esos siniestros, y en particular estos últimos, Juan Pena los vivió ya fuera del sector. Decidió dejarlo tras dos accidentes en los que perdieron la vida dos personas cercanas. Y porque él era quien se iba a encargar de las tareas que les costaron la vida.

“En el primer caso acabó recayendo en un compañero y amigo mío, y en el segundo en mi ayudante”, cuenta con impotencia. El primero sucedió en 2020, tenía 53 años y falleció después de caerle encima la compuerta de un barco que estaba atracado en Beiramar; el segundo ocurrió en 2022, tenía 42 años y participaba en la descarga de un camión que transportaba un gran bloque de acero. También murió aplastado. Para Pena, ese fue el punto de inflexión: “Fue cuando supe que hasta ahí podía llegar”. Y tras tres décadas en el naval se pasó al sector del poliéster, donde ahora ejerce como ajustador.

Sufrió una rotura de rótula, cicatrices, quemaduras de córnea y hasta un dedo amputado, pero a este profesional lo que le hizo dejarlo todo atrás fue la sensación de que el destino le estaba queriendo decir algo. La vida, al menos, lo insinuó con agresividad. Recuerda que en el primer incidente, el de su más allegado, se negó a volver al barco que había que reparar y eso lo comprendió su empresa, que con el tiempo terminó dejando. Pero tras el segundo la sensación ya era de hastío, de estar en estado de alerta por todo. “Ya te parece que va a haber un accidente en cualquier sitio y no andas bien”.

“Estoy perdiendo en poder adquisitivo, porque gano menos, pero he recuperado mi salud mental”

Juan Pena

— Extrabajador del naval

Trabajar le generaba ansiedad y miedo. También insomnio. “¿Y sabes cómo acabé con esos problemas? Empecé a hacer meditaciones. De hecho se lo comenté a algunos compañeros que estaban empezando a tomar medicación para dormir. Les decía que evitasen la medicación, que probasen una meditación guiada e intentaran relajarse, y se reían de mí. A mí me fue bien, además de ir al psicólogo. Dejarlo fue lo mejor que pude hacer. Estoy perdiendo un poder adquisitivo importante, porque gano muchísimo menos, pero he recuperado mi salud mental”.

“Algo está fallando”

Los siniestros laborales impactan con dureza en el propio entorno, en los compañeros que día a día pasan, de normal, un tercio de su vida trabajando juntos. Y por supuesto, también en las familias. En el caso de Iván Gómez (nombre ficticio para preservar su anonimato, ya que el caso que le involucra se encuentra judicializado), su familiar Francisco Pérez (ídem) se precipitó desde seis metros de altura cuando estaba reparando el tejado de una nave en el puerto de O Berbés. Faro de Vigo recogió el suceso a mitad de abril y también que el trabajador fue trasladado al rato al hospital Álvaro Cunqueiro. Falleció el pasado 7 de mayo, semanas más tarde.

La caída no fue tan aparatosa, solo se rompió un brazo. Pero un golpe contundente en el cráneo le dañó el hipotálamo. Casi un mes en críticos que culminó cuando los doctores determinaron que no había nada que hacer, que la parte afectada era muy importante. “No había prácticamente ninguna esperanza de que pudiera valerse por sí mismo, y si en algún momento llegara a despertar las condiciones de vida iban a ser muy malas”, relata el familiar. Se desconectó y acabó falleciendo.

Francisco dejó a cinco hermanos que reorganizaron su vida en torno a lo poco que quedaba de la suya, con el único deseo de que todo se revirtiera de la misma forma que se había torcido. Y lo que más duele en esa situación, dice Iván, es cómo llega un punto que ese día a día te va “mareando” entre buenos pronósticos y otros completamente desoladores.

Había pedido trabajar esas jornadas en Vigo para estar con sus sobrinos en las fiestas de Semana Santa y fechas posteriores: “Eran lo que más quería”. Llevaba arnés, pero creen, por lo que relata la Inspección de Trabajo, que llevaba más metros de los que había en la caída.

“La sensación que tenemos es que algo está fallando entre el propio trabajador, el empresario, la sociedad y las administraciones”, remarca. A la espera de que se resuelva en los Juzgados, solo saben el pronunciamiento de la policía laboral. ¿El veredicto? Una infracción grave por la falta de dotación de las medidas preventivas adecuadas. “Cuando lees el informe llegas a la conclusión de que muchos de estos trabajadores están teniendo accidentes porque las condiciones laborales no son las adecuadas”.

Entre “la responsabilidad es de todos” e “incumplir sale gratis”

Del pasado a la actualidad han cambiado muchas cosas. Y para Enrique Mallón, secretario general de la Asociación de Industrias del Metal y Tecnologías de Galicia (Asime), una de ellas ha sido la seguridad en el trabajo. Recordando que su entidad fue pionera en la creación de un servicio de prevención mancomunado que hoy gestiona el bienestar de 5.000 profesionales, reconoce que “los entornos del sector son más seguros que hace 20 o 30 años”. Eso no quita, con todo, que sigan ocurriendo “desgracias” y a veces haya picos mortales que lleven a la patronal a “preocuparse” y analizar sus causas.

“Hay que volcarse con la seguridad y salud laboral por el bien de la empresa y de la vida de la propia empresa”

“Creemos que las empresas deben ser visitadas dos o tres veces al mes por los servicios de prevención para llevar un buen control”, asegura. Y también receta “diálogo, diálogo y más diálogo” entre empresas, sindicatos y administración pública: “Siempre hay que esforzarse por conseguir los niveles adecuados de formación”. “Hay que volcarse con la seguridad y salud laboral por el bien de la empresa y de la vida de la propia empresa”, agrega. Todo ello a través de una “concienciación profunda por parte de todos”.

“De nada sirve facturar más si luego tenemos víctimas”, señala el secretario general de Asime. Y haciendo referencia a ello pide también sensibilización a los trabajadores a la hora de cumplir con las medidas de prevención. “El empresario y los directivos también sufren a nivel psicológico y anímico cuando sucede un accidente”, matiza, y avanza que su entidad está trabajando en un nuevo proyecto de prevención.

Bajo el nombre “Proyecto de máxima seguridad en entornos industriales”, todavía piloto y que en breve será presentado, el objetivo es ofrecer “un servicio de apoyo inmediato” cuando se produzca una incidencia. Por medio de sistemas de monitorización se sabrá en cada momento dónde está cada trabajador en los entornos industriales, para así “poder darle una seguridad prácticamente total al trabajador y al empresario” controlando los lugares de riesgo.

No obstante, el discurso de la patronal choca de bruces con el que ofrecen los tres principales sindicatos de GaliciaCelso Carnero, secretario general de CC OO Industria Vigo, afirma que el balance del primer semestre “es nefasto”, con los “índices de mortalidad y con el número de fallecidos más elevado de los últimos 10 años”. “Entendemos que falta concienciación social, principalmente en la parte empresarial. También en el conjunto de las personas trabajadoras, pero si la parte empresarial no es consciente de las consecuencias que tiene que fallezca un trabajador en su empresa, tenemos un problema”, remarca.

De igual modo se pronuncia Rubén Pérez, secretario general de UGT Industria en Vigo, que reclama “una reforma integral de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales”. “En estos momentos en la comarca están influyendo factores como la falta de coordinación de actividades, la baja inversión en medidas preventivas y también la baja cualificación y formación de los profesionales que están entrando en sectores de alto riesgo. Es hora de dar un paso adelante y de poner medidas efectivas y reales que nos permitan acabar con el sufrimiento que las familias padecen cuando tienen la desgracia de sufrir en su carne la peor de las consecuencias de un accidente laboral”, subraya.

Para Fernando Sabio, responsable del Gabinete de Saúde Laboral de la CIG, “hay una escasa capacidad de dispositivos de asesoramiento y apoyo técnico de carácter institucional a las propias empresas y a los trabajadores”. “Todo esto al final genera un caldo de cultivo, una subcultura en materia preventiva, que tiene las consecuencias que tiene”, critica. Y evidenciando que este “problema estructural” tiene que ver con “la ideología dominante” que considera la prevención “un lastre”, denuncia que “hoy incumplir la legislación en materia de prevención de riesgos sale muy barato o gratis en Galicia”.

300.000 siniestros en una década

Entre bajadas y subidas. Con añosnegros y otros menos malos. Los datos globales de accidentes laborales registrados en Galicia muestran la cruda realidad de una lacra que se resiste a desaparecer en el tiempo. En la última década (desde 2014 y hasta mayo de 2024, último mes con datos disponibles) se han contabilizado más de 300.000 siniestros en la comunidad, de los cuales la práctica totalidad son leves (294.748). Aun así, en el territorio gallego se han registrado 4.781 accidentes laborales graves y 632 personas han perdido la vida en el trabajo. Esa es la realidad de los números, que dejan solo para los cinco primeros meses del año 27 profesionales fallecidos y 179 heridos graves.

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