Guerra de gases

¿Vacas sin pedos? Los ganaderos dicen "no" a la solución climática de Bezos

El multimillonario Jezz Bezos destina 12 millones de euros, calderilla para su bolsillo, para desarrollar una vacuna capaz de eliminar las flatulencias del ganado

Terneras de Encarna Group en Oropesa.

Terneras de Encarna Group en Oropesa.

Natalia Vaquero

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¿Son de verdad las vacas bombas andantes de metano o nada menos que animales imprescindibles que nos alimentan con su leche nutritiva y su carne proteica? ¿Qué se esconde tras el intento de crear una vacuna contra sus flatulencias? 

Este es el corazón del debate sobre la ganadería y el cambio climático, a cuyo fuego acaba de echar leña abundante el multimillonario Jeff Bezos con 12 millones de euros, calderilla para su bolsillo, para desarrollar una vacuna capaz de eliminar los pedos y los eructos de las vacas. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas participa en el proyecto.

A través de la Bezos Earth Fund, el multimillonario dueño de Amazon y 'The Washington Post', ha donado 12 millones de euros a cuatro instituciones: las británicas Pirbright Institute y la Royal Veterinary College, la neozelandesa AgResearch y la Estación Experimental del Zaidín (EEZ) del centro español CSIC para acabar con las emisiones de metano de los pedos de las vacas por entender que contribuyen activamente al calentamiento global. 

Pero, ¿cuál es la verdad detrás de esta ofensiva global contra los gases del ganado vacuno?

Las vacas producen metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el CO2 y hay estudios que señalan que una sola vaca puede emanar a la atmósfera unos 400 gramos de metano al día. Esta realidad ha llevado a muchas personas a reducir su consumo de carne para frenar el calentamiento global.

Ganaderos y empresarios del sector argumentan, sin embargo, que la ganadería no es, ni de lejos, un importante culpable del cambio climático. Sospechan además que lo que oculta esta campaña es simplemente un negocio contra sus intereses, "como siempre", pues serán los que tengan que hacer un esfuerzo más por garantizar la alimentación a la sociedad. 

"Problemas donde no los hay"

“Son ganas de generar problemas donde no los hay", lamenta Román Santalla, secretario general de ganadería del sindicato UPA, quien recuerda que el mundo "ha convivido siempre sin problemas con los pedos y eructos de las vacas" y se pregunta si no sería adecuado también conocer cuánto contamina el ‘megayate’ Koru de 127 metros de eslora propiedad de Jeff Bezos.

"Cada vez estoy más convencido de que los que hablan de cambio climático en Bruselas no tienen ni idea de lo que es una vaca", se queja indignado Francisco Rodríguez, fundador y propietario de Industrias Lácteas Asturianas (Ilas-Reny Picot). Al igual que Santalla, Rodríguez defiende el desarrollo de vacunas para combatir las enfermedades de los animales, "pero no para acabar con sus pedos".

Relajadas en prados verdes y extensos, las vacas y terneras de Encarna Group apuran sus últimos seis meses de vida en la finca de Colmenar del Arroyo (Madrid), una especie de dehesa de 50 hectáreas repleta de agua y pastos en la que estos ejemplares cuidadosamente seleccionados engordan hasta que les llega la hora del sacrificio.

Aceites esenciales

Las vacas y terneras se alimentan durante los últimos seis meses de sus vidas de pasto y de un grano compuesto principalmente de maíz, cebada soja y trigo, un preparado especial con el que han logrado reducir los gases de los animales sin necesidad de una vacuna. "Nosotros añadimos complementos de aceites esenciales a la alimentación de nuestras reses para reducir entre un 4 y un 15 por ciento sus gases", explica Pablo López, director de Calidad de Encarna Group, quien avisa que el proceso de alimentación rumiante de la vaca es así desde hace millones de años y una vacuna podría modificar la microbiología del rumen y generar otros problemas".

Es en la panza de las vacas donde se produce el metano durante el proceso de digestión de la comida. “Las bacterias generan ese metano, pero también otros compuestos beneficiosos para el animal", añade López, quien revela que no son las flatulencias de las vacas las que mayor cantidad de metano emanan a la atmósfera, sino los eructos y la propia respiración del animal.

Rodríguez, Santalla y López están convencidos de que tras esta lucha por controlar el metano liberado por el ganado durante la digestión hay intereses no tan ocultos y casi todos vinculados a multinacionales de la alimentación.

"¿Qué es eso de beber leche de almendras?", se pregunta irónico el empresario Francisco Rodríguez, quien vislumbra un desastre en el campo si se llega a generalizar la fabricación de carne en un laboratorio, de donde “no pueden salir más que imitaciones".

La compensación de la ganadería

El ganado compensa esas emisiones con su labor en el campo, añade Román Santalla mientras cuida en Lalín (Pontevedra) a sus casi 300 vacas. "Al pastar, limpian el campo y así se evitan incendios", explica antes de preguntarse: "¿Qué emite más emisiones contaminantes a la atmósfera: el pedo de una vaca o las llamas de un incendio?".

El ganado bovino "no es el principal problema del cambio climático, y menos en Europa donde no hay producciones tan gigantes como en Brasil o Estados Unidos", corrobora Pablo López, quien coincide con Rodríguez y Santalla en que es un peligro "eliminar la actividad del campo" y pensar que es una panacea sustituir la carne por preparados de origen vegetal. "Nada es inocuo y habría que ver qué huella deja, por ejemplo, la texturización de la soja", subraya.

"Quieren que produzcamos ecológico y les molesta el pedo de una vaca", concluye Román Santalla.