Improperios

"Rata de dos patas": radiografía del insulto en español

Investigadores de las universidades de Vigo, Nebrija y Alicante elaboran el listado de improperios más utilizados

Anglicismos, obscenidades y sinsentidos: Guía para entender a la Generación Z

Viñeta de Luis Davila publicada en Faro de VIgo.

Viñeta de Luis Davila publicada en Faro de VIgo. / FDV

Sandra Penelas

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Alimaña, culebra ponzoñosa, deshecho de la vida, hiena del infierno, adefesio mal hecho... Paquita la del Barrio echa mano del riquísimo inventario de improperios en español para mostrar su desprecio al destinatario de la popularísima canción 'Rata de dos patas'. Un título de impacto que se ha convertido en el mejor encabezamiento posible para el estudio que han realizado investigadores de las universidades de Vigo, Nebrija y Alicante sobre los insultos en la España del siglo XXI.

De más de un millar de improperios, los más utilizados son gilipollas, imbécil, cabrón/a

Además de establecer cuáles son los más utilizados y analizarlos desde el punto de vista fonético, morfológico o semántico, los expertos María Méndez, Jon Andoni Duñabeitia y Aarón Pérez también reflexionan sobre los aspectos sociales y culturales, ya que los insultos “reflejan las creencias de una sociedad”.

Para llevar a cabo su estudio, los tres autores crearon una página web a través de la que recopilaron los tres improperios más utilizados por un total de 2.191 participantes, con una media de edad de 32 años. Y acabaron documentando un total de 1.108 distintos.

El estudio documenta ocho variantes de hijo de puta

Los más utilizados son, por este orden, gilipollas, imbécil, cabrón/a, subnormal, hijoputa/hijaputa, tonto/a, idiota, puto/a, capullo/a y payaso/a. Apenas se encontraron diferencias entre las respuestas facilitadas por mujeres y hombres, aunque ellas utilizan con más frecuencia estúpido/a y ellos, payaso/a.

En cuanto a la edad, los jóvenes prefieren gilipollas, mientras que las personas maduras se decantan por cabrón/a. Y también se registran insultos circunscritos a una determinada región. Es el caso de parvo, papaxoubas o pailán en Galicia, y de sus equivalencias en Asturias –babay–, Andalucía –apollardao–, Cantabria –pichucas– o Murcia –tontolpijo–.

Desde el punto de vista fonético, las oclusivas y fricativas ofrecen “mayor amenaza sonora” que otros sonidos y, por ello, son más usadas. Además, el estudio morfológico permite a los investigadores concluir que los insultos apenas presentan productividad mediante prefijación –anormal, desgraciado o inútil– y que el mecanismo más utilizado es el de la composición para crear términos como pinchaúvas, sinvergüenza o pollaboba.

También se detectan combinaciones muy recurrentes como las ocho variantes documentadas de hijo de puta. En culturas como la mediterránea, apuntan los autores, la familia es importante y mentar a la madre es una ofensa grave. De hecho, es el quinto insulto más utilizado.

Y estas series pueden ganar más impacto intercalando adverbios –hijo de (la gran) (de las cien mil) puta(s)– y diferentes estructuras fijas: cabrón o facha de mierda, cacho/trozo/ pedazo de subnormal, o tonto de los cojones.

Homofobia y machismo

Desde una perspectiva semántica, los insultos más utilizados son ofensas a la capacidad mental de las personas –35 de los 83 más frecuentes– o los que buscan señalar conductas socialmente reprobables relacionadas con la falta de limpieza, educación, dignidad, autonomía o simpatía –borde, comemierda, flipado, sucio, rata y mascalfombras, entre otros–.

En el corpus analizado solo aparece un insulto de origen étnico –negro– y otro religioso –judío–, lo que podría ser debido a la falta de contexto conversacional. “Esto no quiere decir de ninguna manera que no haya en la sociedad española gente racista ni que esos insultos no se usan, sino que no son los primeros que han emergido en este test”, puntualizan.

Pero sí se percibe “claramente” homofobia y machismo, así como capacitismo, es decir, discriminación de las personas con discapacidad. Los investigadores sostienen su afirmación en que el término puta aparece 156 veces en femenino y 43 en masculino, mientras que zorra solo se reporta una vez en masculino y 34 en femenino. Además maricón, marica y mariconazo lo hacen en 17 ocasiones.

“Si tú crees que llamarle puta o zorra a alguien es ofensivo es porque consideras que una mujer no puede hacer con su vida lo que quiera. Y lo que dice de ti es que eres un machista. No tienes por qué calificar la vida de una mujer, tu opinión no tiene validez”, subraya la profesora e investigadora de la UVigo María Méndez.

Insultos feministas

El estudio también localiza algunos insultos no incluidos en los diccionarios de la lengua española (DLE) y del español actual (DEA), ni tampoco en los especializados. Y, en este sentido, los autores destacan la existencia de “una tendencia neológica enmarcada en una ideología feminista” que ha dado lugar a la aparición de improperios como onvre, una deformación de hombre que se emplea para designar a varones que encarnan valores machistas.

Otra forma de “insulto feminista” para referirse a la masculinidad tóxica es señoro, término que ya se empezaba a utilizar en la red social X en 2017.Y, en la misma línea, también se recurre a hetero.

Asimismo, entre los nuevos vocablos aparecen, entre otros, hartosopas, para referirse a una persona clasista o con aires de superioridad; antenas, persona que cotillea mucho; tocahuevos; malfollado, con mal carácter; o papahostias, tonto en Galicia.

Además de resultar de gran interés para traductores y profesores de español, este estudio constituye un reflejo de “las tendencias ideológicas, morales y culturales de la España actual”. Nos permite “conocernos mejor como sociedad” y “reflexionar” sobre el español que usamos en el siglo XXI.

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