Turismo desbordado

¿Qué está pasando en Santorini? La isla griega vive sus peores momentos

Volcanes que dejaron huella: Santorini

Santorini

Santorini / Costa Cruceros

Alexandra Costa

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La imagen de postal de Santorini, con sus casas blancas colgadas sobre el mar Egeo, ha cautivado a viajeros durante décadas. La isla griega, impregnada de historia, cultura vibrante y playas paradisíacas, se ha convertido en un imán para millones de turistas cada año. Este auge ha traído consigo un impulso económico innegable, pero también ha desencadenado una serie de problemas que amenazan con convertir este paraíso en víctima de su propio éxito.

La masificación turística se ha vuelto un tema candente en Santorini, especialmente durante la temporada alta. Un ejemplo palpable de esta problemática se dio con la reciente llegada de un crucero con 17.000 pasajeros. El concejal de la isla, Panos Kavalaris, recurrió a Facebook para expresar su preocupación, calificando la situación de "emergencia" y pidiendo a los residentes que limitaran sus desplazamientos para evitar colapsos. Si bien el mensaje fue eliminado horas después ante la avalancha de críticas, puso de manifiesto la creciente tensión entre el turismo masivo y la capacidad de la isla para gestionarlo de forma sostenible.

Masiva llegada de cruceros

Con poco más de 15.000 habitantes permanentes, Santorini recibe anualmente la friolera de 5,5 millones de visitantes. La llegada de cruceros ha exacerbado aún más la situación. Solo en 2023, 800 cruceros desembarcaron en la isla, trayendo consigo 1,3 millones de turistas, un aumento del 23% respecto al año anterior.

Las consecuencias de este aluvión turístico son palpables. La infraestructura de la isla se ve desbordada, con calles abarrotadas, servicios saturados y un impacto ambiental cada vez más evidente. El alcalde de Santorini, Nikos Zorzos, ha denunciado la sobreconstrucción desenfrenada que afecta a la isla. Con un 20% de su superficie ocupada por edificios, ha instado a frenar la concesión de licencias para hoteles y alojamientos turísticos, y a detener la construcción fuera de las zonas urbanas.

Uno de los problemas más acuciantes es la presión sobre los recursos hídricos. Según un informe presentado en la conferencia "Insularidad y sostenibilidad: islas al borde del colapso", el consumo de agua en Santorini se ha duplicado en los últimos años. De 2022 a 2023, el aumento fue del 22%, lo que plantea serias dudas sobre la sostenibilidad a largo plazo. A esto se suma el incremento en el consumo de electricidad, que se espera supere los 65 MW este año debido a las altas temperaturas y al uso intensivo de aires acondicionados.

Ante este panorama crítico, se han planteado diversas soluciones. Una de ellas es la limitación a la llegada de cruceros, medida que el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, ha anunciado para 2025. Sin embargo, esta medida por sí sola no parece suficiente.

Se ha propuesto también la implementación de una tasa turística para los visitantes que llegan en crucero. Sin embargo, la legislación griega limita la tarifa a un máximo de 0,35 euros por pasajero, una cantidad irrisoria que no cubre ni siquiera los costes de gestión de residuos generados por cada turista.

El caso de Santorini ilustra la encrucijada en la que se encuentran muchos destinos turísticos en la actualidad. Si bien el turismo representa una importante fuente de ingresos, es fundamental encontrar un equilibrio entre el beneficio económico y la preservación del entorno natural y cultural.

Es imperativo que las autoridades griegas implementen medidas más contundentes para regular el flujo turístico, proteger sus recursos naturales y garantizar un futuro sostenible para Santorini. De lo contrario, la isla corre el riesgo de convertirse en un ejemplo palpable de los efectos devastadores del turismo masivo, perdiendo su encanto y autenticidad en el proceso. La disyuntiva está clara: o se toman medidas drásticas ahora, o el futuro de la "perla del Egeo" estará en serio peligro.