Pesca

El 'oro blanco' de aguas antárticas, la especie que perseguía el 'Argos Georgia'

La merluza negra austral, objetivo del buque en cuyo naufragio fallecieron tres españoles, es muy codiciada en mercados como el asiático y de EEUU, con precios que superan los 20 dólares el kilo

Un marinero con capturas demerluza negra austral.

Un marinero con capturas demerluza negra austral. / MSC

Adrián Amoedo

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La captura de diferentes especies marinas se realiza en aguas del océano antártico desde antes del año 1800. Entonces, el objetivo principal eran focas, ballenas, leones marinos o incluso pingüinos, por sus pieles, aceite o carne. Con el paso de los años, con las moratorias establecidas para algunos de estos animales y la evolución de la industria y la demanda, el objetivo de las largas travesías a esta zona fue variando. Eso sí, no fue hasta finales de la década de 1960 cuando se inició la pesca de peces de aleta a gran escala en el área, desde Sudamérica, y que se impulsó dos décadas más tarde con la merluza negra. La especie, conocida como el 'oro blanco' por su alto valor en mercados como el norteamericano y el asiático, es capturado por una treintena de buques en las gélidas aguas australes, una lista en la que figuraba el 'Argos Georgia', el buque que naufragó el martes de la semana pasada dejando nueve fallecidos, cuatro desaparecidos y 14 supervivientes.

La merluza austral –o austromerluza– es un pescado de gran tamaño que puede superar los dos metros de longitud y los 100 kilos de peso. Vive a profundidades de hasta 2.500 metros, por lo que su pesca comenzó cuando llegaba a las bodegas de algunos barcos arrastreros de forma accidental dentro de otras pesquerías que, entonces, reportaban mayores ingresos para las armadoras. Fue con la utilización del palangre, a través de anzuelos, cuando la especie se empezó a capturar en “cantidades significativas”, como apuntan desde la Convención para la Conservación de los Recursos Marinos Antárticos (Ccamlr, por sus siglas en inglés), creada en 1982 con el objetivo de conservar la fauna y flora marina antártica.

Codiciado

“Al principio era un pescado cualquiera, casi no se sabía ni qué hacer con él”, explican fuentes del sector. Sin embargo, la rica carne de 'toothfish' empezó a ganar fama muy lejos de su lugar de captura, en el gigante mercado de Estados Unidos, para luego hacerlo también en Asia. Su alta calidad y tirón a nivel de la alta cocina hizo que el precio se disparase, llamando la atención de más operadores de diferentes partes del mundo y, como no podía ser de otra forma, también de aquellos que realizan pesca furtiva. No en vano, el kilo se paga en torno a 20 dólares (18,5 euros al cambio actual), aunque puede llegar a superar los 30 (27,7 euros).

Para regular su captura, la convención se encarga de emitir cada año las licencias de aquellos buques que pueden capturar las codiciadas dos especies de merluza negra austral que se capturan en la amplia zona que cubre la Ccamlr, la 'Dissostichus eleginoide' y la 'Dissostichus mawsoni'. De igual forma, ejerce el veto para aquellos barcos cazados realizando pesca ilegal, que figuran en una “lista negra” formada por 19 embarcaciones. De hecho, la proliferación de furtivos provocó la creación de una asociación que engloba a aquellos que hacen las cosas bien, la Coalición de Operadores Legales de Merluza Negra, conocida por sus siglas en inglés, Colto.

Tras comenzar su andadura en 2003, la Colto ayudó a garantizar la sostenibilidad a largo plazo de la especie. Entre los 25 operadores que forman parte de la coalición están la dueña del 'Argos Georgia', Argos Froyanes, así como Nueva Pescanova, la japonesa Nissui, la neozelandesa Talley’s (que encargó su último arrastrero a Nodosa) o la gallega Pesquerías Georgia, que opera el único barco de bandera española con licencia de Ccamlr para merluza negra, el 'Tronio'.

Y es que, aunque hoy la Colto reconoce que la pesca ilegal es “prácticamente nula”, en su día se generó un gran revuelo por la proliferación de buques que asaltaban las aguas controladas por la convención y las de los países que tienen jurisdicción sobre algunas zonas del océano antártico. Entre ellos se encontraban buques presuntamente relacionados con la empresa Vidal Armadores, de Ribeira.

Tras varios abordajes de patrulleras australianas o neozelandesas, apresamientos en puertos a la hora de descargar o grandes persecuciones por parte de la organización medioambientalista Sea Shepherd, las autoridades españolas lanzaron las operaciones 'Sparrow' y 'Yuyu' para atajar la pesca furtiva controlada desde Galicia. En ellas la Guardia Civil calculó que solo Vidal Armadores habría logrado ganancias que superaban los 10 millones de euros por campaña de austromerluza, aunque a finales de 2016 el Tribunal Supremo estimó el recurso de casación de las personas investigadas en la causa liderada por la Audiencia Nacional contra el grupo y acordó su archivo. Eso sí, el Ministerio de Agricultura llegó a imponer sanciones por valor de 17,8 millones a nueve empresas y siete personas.

Sostenibilidad

Sea como sea, aquella mala época terminó y como dice uno de los actuales operadores que capturan la merluza negra austral, la pesca ilegal “está erradicada”. De hecho, desde hace muchos años el trabajo realizado por la convención con esta especie es ejemplo de lo que se debe hacer para manejar una pesquería de forma sostenible. “Está superregulada, controlada, y es de las más avanzadas desde el punto de vista medioambientalista”, añaden.

La organización establece cada año un total admisible de capturas (TAC) para las tres grandes áreas (88, 58 y 48) y sus subáreas que luego se reparte entre los países que forman parte del convenio y los buques autorizados que participan en las campañas, que van desde el 1 de diciembre al 30 de noviembre del año siguiente. “Luego solo se puede descargar en puertos concretos y se emite un certificado de capturas específico”, señala la misma fuente.

Los barcos, además, tienen que llevar sí o sí dos observadores científicos, que realizan un marcado y liberación para ayudar a controlar la población. Hasta la fecha se han marcado más de 350.000 ejemplares, de los que 40.000 pudieron ser recapturados.

Cada año se capturan aproximadamente 15.000 toneladas de este preciado recurso, muchas de las cuales cuentan con la certificación del sello azul del Marine Stewardship Council (MSC).

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