Muere la periodista Soledad Antón a los 67 años

Había dejado de recargar la tinta de su pluma hacía seis años. Después de más de 40 años firmando crónicas, artículos, noticias y reportajes en las páginas de La Voz de Galicia, siempre desde Vigo, su ciudad adoptiva, Soledad Antón por fin empezó a ganar ese tiempo de calidad en lo personal, que tanto araña esta bendita profesión cuando uno elige desempeñar su ejercicio.

Siempre con una sonrisa dentro y fuera de la redacción, ésta se hizo más amplia a partir de 2018 cuando te la encontrabas, feliz, dedicándose a sí misma y a su familia. Le gustaba acudir a las terrazas de la plaza de la Industria, donde se la veía tomando algo con su marido, Juan Zaragoza.También estaba muy pendiente de sus hijas, Sara y Violeta, pero sobre todo de un pequeño que hacía tres años le había hecho abuela.

En lo profesional, tocó casi todos los palos de una periodista de papel, en lo que se refiere a secciones y a géneros. Juraría que lo único que le faltó fue contar algún partido del Celta, aunque no descarto que después de tantos años, fines de semana, guardias, festivos, noches, días, e incluso madrugadas nuestra compañera no hubiera firmado alguna crónica deportiva. En los últmos años de su carrera y desde la redacción que fue su segunda casa en la calle García Barbón, a Soledad le tocó contar lo que se cocía en la economía de una ciudad como Vigo, motor empresarial e industrial de Galicia. Recuerdo el vértigo inicial de afrontar una sección de tal envergadura, pero que mitigó enseguida con su buen hacer.

Nunca faltaba a su cita con el 8M y con sus compañeras del gremio, para alzar la voz por las mujeres, y en concreto por las periodistas en un sector aún demasiado masculinizado. Defensora también de los derechos laborales fue enlace sindical en la empresa donde trabajó toda su vida y en la que también prestó un servicio aún más valioso. El de tener una palabra de apoyo o de ánimo cuando alguien lo necesitaba. Doy fe.

Soledad Antón nació hace 67 años en Bembibre (que no Bembrive). Leonesa de nacimiento, era viguesa de corazón, periodista curiosa, sagaz y preguntona, de libreta y de las que se criaron en la generación preinternet, donde solo funcionaban los teléfonos fijos, pero que supo resetear sus rutinas para ser también una periodista del siglo XXI. Lo que ella le regaló a esta profesión, no ha sido compensado. En absoluto. Se fue demasiado pronto. Un abrazo compañera.