Análisis

Los reyes árabes de Son Vida, íntimos de Juan Carlos I

La urbanización palmesana es el feudo de los saudíes atraídos a la isla por el Rey Emérito

El príncipe Alwaleed es el saudí más rico, con intereses en Mallorca

El príncipe Alwaleed es el saudí más rico, con intereses en Mallorca / / DM

Matías Vallés

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La investigación judicial en Palma de la princesa AlJoharah Talal Alsaud, nieta del fundador de la dinastía saudí y padre de los siete reyes sucesivos de Arabia incluido el actual, saca a la luz la intensa conexión de la realeza de los países del Golfo con Mallorca, canalizada por intereses no solo estatales por Juan Carlos de Borbón.

La retención de la princesa en Palma induce a resaltar su condición de nieta del rey Abdulaziz, pero es más relevante económicamente su vínculo fraternal con el príncipe Alwaleed Talal Alsaud, el miembro más rico de la dinastía entera con una fortuna valorada en 17 mil millones de euros. Es el magnate más importante de Arabia, la fortuna número 140 del planeta. Sus números serían todavía más impresionantes, si no hubiera sido secuestrado en un hotel de lujo por su primo Mohamed bin Salman. El previsible heredero al trono obligó a su primo y hermano de la retenida a desprenderse de una parte de su riqueza, antes de devolverle la libertad. El detenido llegó a ocupar el número 42 en la sucesión al trono.

El feudo mallorquín de la Familia Real saudí, a la que pertenece la princesa interrogada, es la urbanización de Son Vida. En la célebre urbanización han ocupado varias casas fáciles de confundir con castillos. La más espectacular de las mansiones consta de 1.800 metros cuadrados construidos. Fue levantada por el padre de AlJoharah Alwaleed, el príncipe Talal ya fallecido. Su precio de mercado se estimaría en decenas de millones de euros.

Los acontecimientos que han albergado las villas palmesanas de los príncipes saudíes obligarían a reinterpretar la historia de Mallorca. El rey Juan Carlos se desplazaba a menudo a la urbanización, para agasajar a los miembros de la dinastía que contribuyó económicamente a su afianzamiento en el trono español, con una frontera borrosa entre la Corona y el peculio particular.

Los Borbones eran los anfitriones de facto de los saudíes de Son Vida, que gozaban de una protección especial ahora desvanecida con la prohibición de salir de Mallorca impuesta a la princesa AlJoharah, alabada a menudo como la imagen modernizadora de Arabia.

El fallecimiento de una princesa saudí en Son Vida fue tramitado con una celeridad de vértigo, para causar la mínima incomodidad a los ilustres huéspedes. Cuando una modelo española denunció haber sido víctima de sumisión química y violación en el yate de Alwaleed, las autoridades judiciales y La Zarzuela reaccionaron expeditivas, para que se archivara la denuncia. Con estos precedentes, la retención de una princesa en Palma habrá ocasionado una notable conmoción en el orbe diplomático.

Los Talal Alsaud simbolizan la Son Vida clásica de Onassis Rainiero de Mónaco, antes de que acogiera a plebeyos como Adolfo Suárez o a futbolistas como Steve McManaman. Dada su residencia en la vecindad de la casa de Gabriel Escarrer, el jeque Alwaleed puede considerarse el hotelero más importante de Mallorca, por sus intereses en la cadena Four Seasons, o en emblemáticos establecimientos individuales como el Plaza neoyorquino o el George V parisino.

En una ocasión, Alwaleeed circulaba por Mallorca con su caravana de limusinas tintadas. El hijo del hermano de la princesa AlJoharah se encariñó de un edificio de Calvià. Su padre lo compró de inmediato, extendiendo un cheque. Era el hotel Maricel, situado enfrente de Marivent, que intentó vanamente transformar en su palacio. Cuando Alicia Koplowitz quiso explotar el establecimiento mediante la cadena de su hijo, tuvo que negociar en la tienda en medio del desierto donde el terrateniente mallorquín sellaba sus tratos.

Juan Carlos I ubicó a los saudíes en Son Vida y a los jeques kuwaitíes de la dinastía Al Sabah en la urbanización Sol de Mallorca. Sentado a manteles con sus amigos y financieros saudíes, el Emérito discutía proyectos gigantescos y cosmopolitas, como la construcción de un puerto deportivo en Corea. Es otra Mallorca.

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