Hasta diciembre 2025

Cerca de medio millón de docentes de toda España ya han acreditado su competencia digital

Catalunya, con 96.000, es una de las comunidades que ostenta una mayor cifra de títulos que garantizan el conocimiento de la tecnología como recurso educativo

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Una profesora imparte clase a alumnos de bachillerato en el instituto Miquel Biada, en Mataró

Una profesora imparte clase a alumnos de bachillerato en el instituto Miquel Biada, en Mataró / Anna Mas

Olga Pereda

Olga Pereda

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En 2022, el Ministerio de Educación y FP pactó con las autonomías un calendario para la acreditación de la competencia digital del profesorado no universitario, un título homologable y válido en toda España que va por niveles y que mide, de mayor o menor, la habilidad y los conocimientos de los docentes respecto a la tecnología como recurso educativo. En principio, el plazo terminaba en diciembre 2024, pero España ha pedido a las autoridades europeas ampliarlo hasta diciembre de 2025. En esa fecha, deberán estar certificadas las competencias digitales de al menos el 80% de los 700.000 profesores no universitarios que hay actualmente en el sistema educativo. De momento, ya son 437.000 los docentes que han acreditado su competencia. Catalunya, con 96.000, es una de las comunidades que ostenta una mayor cifra.

“Vamos a buen ritmo porque los 437.000 docentes suponen el 83% del objetivo final: 560.000 profesores [80% de los 700.000 que hay]”, explica Julio Albalad, director del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF), organismo que depende de Educación.

Formación o test

La competencia digital se acredita después de realizar un test oficial o recibir formación específica. Como ocurre con el inglés, también hay niveles. Sin embargo, al contrario de lo que sucede con el idioma extranjero (cuanto más alto, mejor en todos los casos), aquí lo que se pide con más ahínco es el nivel intermedio. El A1 y A2 se refiere a las competencias que deben tener los recién salidos de la universidad para convertirse en futuros profesores. El nivel intermedio (B1 y B2) es el que se puede exigir a los docentes ya establecidos, mientras que el avanzado (C1 y C2) es para los investigadores.

Financiada con fondos europeos (casi 285 millones de euros), la acreditación de la competencia digital no es un mandato europeo sino una iniciativa de España. ¿En qué consiste? Profesor de Geografía e Historial, el director del INTEF responde que la competencia digital mide la relación personal con la tecnología (lo que se considera la identidad digital) así como los conocimientos en protección de datos y propiedad intelectual. Todo ello, aplicado a la pedagogía.

"La competencia digital del profesorado no es la misma que la de los ciudadanos. Evaluamos cómo estos profesionales usan la tecnología como recurso educativo"

— Julio Albalad, director del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado

“La competencia digital del profesorado no es la misma que la de los ciudadanos. Nosotros, lo que evaluamos es cómo estos profesionales usan la tecnología como recurso educativo”, añade Albalad. La competencia digital -concluye- se refiere a un “uso responsable, sostenible, seguro, crítico, responsable y saludable” de la tecnología.

No es obligatorio

Acreditar la competencia digital no es una obligación para los maestros, pero las autoridades educativas sí que incentivan que la comunidad educativa se sume a la iniciativa. Tener el título, por ejemplo, suma puntos en el sistema público de empleo.

Teniendo en cuenta que el sistema educativo está en continuo debate por el impacto de las tecnologías, Albalad pide separar los temas y no agruparlos todo bajo el término global pantallas.

“Hay tres debates fundamentales. Uno de ellos es el uso de los móviles personales por parte del alumnado y con objetivo de ocio. Aquí hay un consenso de rechazo absoluto. En clase no se puede hacer un directo de TikTok, eso lo sabemos todos. Un segundo debate es el uso de libros digitales en lugar de manuales de texto. Aquí hay posturas en uno y otro lado y se puede discutir. Dinamarca, por ejemplo, está inmersa en este debate. El tercer debate, que es el que nos atañe con las competencias digitales del profesorado, tiene consenso a favor. Hablamos de que los docentes dispongan en el aula de paneles multimedia o cámaras de vídeo, ordenadores e impresoras 3D y utilicen estas herramientas con fines pedagógicos”, explica Albalad. Y concluye con una anécdota personal: “Como profesor de Geografía e Historia, puedo decir que no es lo mismo enseñar el movimiento de los planetas con una tiza y una pizarra que con un vídeo. Nada que ver”.