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Barcelona desata el orgullo en un desfile multitudinario del 'Pride': "Las personas LGTBI existimos y no nos vamos a ir"

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Elisenda Colell

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"Hemos vivido con tanta represión que hoy es un día de liberación, de fiesta, de reivindicar que las personas del colectivo LGTBI existimos y no nos vamos a ir", respondía el brasileño Marcos, uno de los miles de asistentes a la marcha del 'Pride' de Barcelona que este sábado ha llenado la Gran Vía de una multitud de asistentes. "Es importante que se nos vea, que la gente sepa que no está sola en el mundo, que somos muchos y que tenemos derecho a ser como somos, a pesar que a la ultraderecha no le guste", alegaba Mori, un chico 'trans' de 18 años en medio de la marcha.

Un año más, la fiesta del orgullo organizada por el 'Pride' en Barcelona ha vuelto a ser un éxito. El jolgorio, la música, los disfraces, y sobretodo y la alegría han vuelto a abarrotar las calles de Barcelona. Esta vez en el centro de la ciudad, la marcha ha transitado desde plaza Universitat hasta el Passeig Lluis Companys con decenas de carruajes de entidades sociales, sindicatos, partidos políticos y comercios. "El orgullo se confunde con exhibicionismo porque hubo tanta represión, hemos vivido tanta represión, que hoy es un día de liberación. Puedes ser libre y como tu desees", añadía Marcos, que este año ha sido su primero en el orgullo barcelonés.

También Todor, nacido en Bulgaria, pero escolarizado en Catalunya agradecía el ambiente de una fiesta como ésta. "En mí país esta fiesta es un peligro, si salimos hay que hacerlo con muchísima seguridad porque los nazis se nos tiran encima", explicaba. Él, precisamente, ya roza la treintena pero aún no ha podido abordar el asunto con sus padres. "No hablamos del tema en casa para evitar discusiones", reconocía apenado.

Con el foco en la escuela

También Pol y Eva, de 24 y 22 años, han temido, y vivido, el rechazo de algunos familiares. "Pero lo que más me sorprende aún hoy es como afecta el bullying en la escuela. Nos han insultado en el instituto", decía ella. "A nosotros, en un colegio religioso, no nos dejaron llevar la bandera lgtbi en una escursión y no pudimos ir", cuenta él que ha asistido a un centro religioso. "Yo no he sufrido bullying porque te reprimes, te da miedo mostrarte como realmente eres", añadía Pol, portando la bandera arcoíris como una capa. "Creces con la idea de que todo mejorará cuando tengas 18 años: te callas, te reprimes para que no se metan contigo", reconocía Andrei, de Costa Rica.

Precisamente este año la marcha del Pride llevaba el lema 'Educación en diversidad sexoafectiva y de género: asignatura pendiente'. El manifiesto del acto, que se ha leído ante el Arc de Triomf, pide directamente a la Generalitat que aplique las medidas y protocolos que eviten las agresiones contra los niños y adolescentes gays, trans, bisexuales y de todo el colectivo LGTBI para que puedan vivir libremente su sexualidad sin miedo ni autocensura. "Estamos convencidas de que las nuevas generaciones, educadas en diversidad afectivosexual y de género, crearán una sociedad más justa, más igualitaria y más libre para todos, donde los derechos de las personas LGTBIQ+ no se atreverán a poner en duda y no sólo serán defendidas por el nuestro colectivo sino por toda la sociedad en bloque", han reclamado

Padres comprometidos

Maria, de 16 años, lo vivió en su propia piel hace tres cursos en Sabadell. "Cuando iba a primero de la ESO me gustaba una chica y los niños de mi clase me hacían bullying, se reían de mi, me insultaban... hasta los profesores me miraban raro", explica. No fue hasta que su madre intervino que lograron atajar el tema. "La escuela no hacía nada", se queja la niña. Su madre, pintada con la bandera multicolor, la escucha orgullosa. "Hay que normalizarlo desde pequeños, estoy aquí para defender los derechos de mi hija: no lo vives hasta que no tienes un hijo y sufres por si le pasa algo", señalaba su madre Montse. "Yo también estoy aquí por mi hija, que no pase lo que pasamos nosotras", añadía Angie, abrazando a la pequeña Sofía, de seis meses, y sonriendo cómplice a su mujer Luisa.

La agresión de esta madrugada a una mujer trans en La Rambla aún estaba presente para muchos. "Barcelona es una ciudad amable pero aun así hay mucha gente a la contra, claro que tengo miedo muchos días", decía Andrei. "Estamos aquí para decirles a la ultraderecha que no nos iremos, que no renunciaremos a nuestros derechos, que querer no es un pecado y que aunque algunos no quieran perder sus privilegios sepan que cada vez somos más de frente", respondía Montse Tapia, junto a su grupo de amigas. Se consideran "veteranas" de la lucha de las mujeres lesbianas. "Pero salimos muy tarde del armario, tenemos cincuenta años solo hace que dimos el paso", añadía Judit, que aún lamenta como tuvo que escapar de Terrassa a Barcelona para "poder ser libre".