Ginecoplastia

Ginecología estética, entre la medicina y el arte

Aumenta el interés por las modificaciones estéticas en las zonas íntimas, que también sirven como solución a diversos problemas de funcionalidad

Ginecología estética, entre la medicina y el arte.

Ginecología estética, entre la medicina y el arte. / FDV

Malena Álvarez

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La búsqueda de una vagina perfecta. Esta es una de las motivaciones que lleva a muchas mujeres a someterse a tratamientos de ginecoplastia. Consiste en una disciplina que emplea diferentes técnicas de la estética general como el ácido hialurónico, el láser o la radiofrecuencia, entre otras, con la finalidad de curar diferentes patologías.

Aunque se enmarque en la medicina estética, la ginecoplastia implica, en su mayoría, cambios funcionales, ya que cualquier modificación en la anatomía genital femenina tiene consecuencias, que pueden ser positivas o negativas. El ginecólogo Pablo Giomarini, de la clínica viguesa Femme, se especializó en este ámbito hace dos años tras observar que “había una demanda en ascenso en este nicho que requería de profesionales”. Señala que el 90% de sus clientes “piden una mejoría en la funcionalidad y en sus relaciones sexuales”.

Estas intervenciones sirven para curar afecciones como el vaginismo, incontinencia urinaria o incomodidad a la hora de mantener relaciones. En los últimos años se está empezando a emplear también para paliar los síntomas de la menopausia: sequedad o rigidez vaginal, ardores, picores y el desgaste sufrido a causa del déficit de estrógenos. Giomarini subraya que estas afecciones tienen solución y que entre cuatro y seis mujeres al mes visitan su clínica para erradicar dichos problemas.

La cirugía estética ha crecido de forma considerable en los últimos años, en concreto la relacionada con las zonas íntimas. Según datos del SECPRE (Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética) unas 5.724 personas se sometieron a una intervención estética vaginal en 2021.

Giomarini no lo considera una nueva moda, sino un cambio en la mentalidad femenina: “Las mujeres han comenzado a empoderarse, a conocer su cuerpo y buscan mejoría. No es como antes, que una señora, por ejemplo, tenía menopausia y era un acontecimiento de la vida en el que, bien o mal, lo tenía que pasar”.

“Actualmente –prosigue– existe una mayor constancia de nuestro cuerpo y, por ende, conocimiento de actuación, hay solución”. La vergüenza es también una cuestión que ha cambiado, muchas personas consideraban las zonas íntimas y aquello que se les relaciona, un tema tabú, privado, pero “ya no se tiene vergüenza para ese tipo de consultas, entonces, cada vez hay más”, comenta el experto.

El ginecólogo resalta que estas técnicas mejoran la calidad de vida de sus clientas. “Para ellas es una inversión”, dice en cuanto al coste de los procedimientos. El precio varía mucho según el tratamiento, con un margen entre 350 y 3.000 euros para un rejuvenecimiento de vagina, a uno entre 3.000 y 8.000 euros de una vaginoplastia, una de las intervenciones más costosas.

El arte y la ciencia se dan la mano en esta disciplina, donde la búsqueda estética mejora la salud y la calidad de vida de las pacientes. “Hay gente que no ha tenido relaciones sexuales durante años por dolor, y ahora lo han recuperado”, desvela Giomarini.

Las intervenciones pueden ser de tipo quirúrgico o procedimientos sin cirugía, basados en estímulos térmicos e inyectables. Las segundas están adquiriendo gran éxito gracias a los avances tecnológicos, que permiten utilizar técnicas mínimamente invasivas, como el láser, la radiofrecuencia o el ácido hialurónico; lo que reduce el tiempo de recuperación y minimiza los problemas.

Son perfectos para tratar la laxitud vaginal a causa del parto o el envejecimiento, la incontinencia urinaria, ya que ayudan a fortalecer los tejidos y los músculos para mejorar el control de la vejiga. Además, sirven para aumentar el deseo sexual al solucionar problemas físicos que puedan afectar a la líbido.

Procesos

La cirugía íntima más demandada se sigue realizando por motivaciones estéticas como principal causa. Se trata de la conocida como labioplastia o ninfoplastia, que consiste en la reducción o modificación del tamaño de los labios vaginales. Otra de las intervenciones más pedidas es la clitoroplastia, que se encarga de la remodelación del capuchón del clítoris. La liposucción genital también busca mejorar la apariencia de la región gracias a un procedimiento que elimina el exceso de grasa en la zona del monte de venus.

Por otra parte, la popularización de la pornografía ha impuesto un modelo de vulva ligado a la juventud y la virginidad. La representación de los cuerpos femeninos en este ámbito muestra una imagen específica y uniforme que no es significativa en relación con la diversidad natural. Esto puede derivar en una creencia errónea de que hay una vulva “normal” o “perfecta”.

La sexóloga viguesa Arancha García considera que este estigma perjudica más a las generaciones jóvenes, ya que “se han criado con el uso frecuente de la pornografía”. Esto les ha generado un esquema mental sobre sus referencias “que no pueden evitar aunque sepan que se trata de ficción”, resalta la sexóloga.

Sin embargo, existen más de 400 tipos diferentes de vulvas, según su forma, color y tamaño. Cambia a lo largo de los años debido a la edad, los partos, la menopausia, la menstruación o los efectos de algunos medicamentos. “En la medicina estética todos los signos de vejez son interpretados como un defecto”, expone la sexóloga. Esto aumenta las inseguridades de algunas mujeres que “se ven diferentes”.

“Siempre ha habido inseguridades, pero cambian en cada generación”, especifica la Arancha García. Antes quienes acudían a su consulta lo hacían, en su mayoría, por problemas de desconocimiento, freno o incluso miedo; ahora la experta nota un cambio en los temores de sus pacientes: “Sienten presión, parece que hay que haberlo probado todo”.

Las mujeres de las que exista sospechas de padecer algún problema psicológico a causa de su inseguridad deben ser derivadas a una evaluación antes de considerar la cirugía. Estas intervenciones también afectan a la funcionalidad, por lo que se recomienda precaución al respecto”.