Salud

El mundo se queda miope

Los niños que pasan más tiempo realizando actividades al aire libre presentan menos problemas

Uno de cada cinco escolares tiene este defecto visual en España

Una niña se somete a un control de miopía

Una niña se somete a un control de miopía

Ágatha de Santos

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La visión humana no está diseñada para ver de cerca. Sin embargo, cada vez dedicamos menos tiempo a las actividades al aire libre y más a las que se realizan en interiores, con la cabeza metida –a veces, casi literalmente– en las pantallas LED. Una de las consecuencias de estos hábitos es que el aumento de la prevalencia de la miopía (alteración de la refracción que provoca que la visión de los objetos lejanos sea borrosa) que, además, debuta cada vez a edades más tempranas. Así, uno de cada cinco niños en edad escolar en España tiene miopía y su prevalencia se ha incrementado un 17,8% en los últimos seis años, según datos del “Barómetro de la miopía en España 2023”. Y en el mundo, la tendencia es similar. O peor, porque en ciudades como Pekín, Hong Kong o Singapur el 86% de los escolares necesita gafas.

De no ponerse remedio a este problema, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que en 2050, la mitad de la población mundial será miope, y este defecto refractario será la principal causa de ceguera irreversible por glaucoma, desprendimiento de retina o cataratas. Esther Amaro, presidenta del Colexio Oficial de Ópticos-Optometristas de Galicia (COOG), asegura que se trata de una “auténtica pandemia”, aunque no ocupe grandes titulares. La especialista incide en la importancia de cuidar la visión, ya que el 80% de la información que recibimos nos llega a través de la vista.

Aunque en la miopía hay un componente de predisposición genética importante –si uno o los dos progenitores tienen miopía, los hijos tienen probabilidades de tenerla también–, el aumento de su prevalencia en todo el planeta apunta a que factores ambientales, como el estilo de vida y el entorno, son también determinantes. Así, invertir mucho tiempo en actividades de visión cercana, como leer o usar dispositivos electrónicos, pueden aumentar el riesgo de desarrollar miopía. La literatura científica también vincula la falta de exposición a la luz natural con un mayor riesgo de desarrollar miopía.

Un estudio australiano mostró que los niños que pasaban un mayor tiempo al aire libre presentaban una menor prevalencia de la miopía. Otros estudios de intervención, en los que se aumentaba el tiempo que pasaban de los niños en espacios abiertos, demostraron una reducción en el inicio de la miopía y una ralentización de su progresión. Uno de estos estudios demostró que por cada hora adicional que el niño pasa al aire libre, el riesgo de desarrollar miopía se reduce cerca de un 2%.

El mayor tiempo que se pasó en interiores durante la pandemia también se ha relacionado con un aumento de la miopía. No sólo en los niños que ya presentaban este defecto refractario vieron aumentadas sus dioptrías, sino que también se incrementó el número de miopes.

“Cada vez tenemos más evidencia científica de que cuanto más tiempo pasan los niños al aire libre, más tarde aparece la miopía y en menor cantidad. Pero cuando hablo de estar al aire libre me refiero realizando actividades que no incluya estar mirando la pantalla del móvil”, explica Amaro.

Precisamente el uso de estos dispositivos a edades cada vez más tempranas parece explicar la aparición cada vez más precoz de la miopía. Según la OMS, el 20% de los niños de entre 5 y 7 años ya son miopes.

Según el informe “El estado de la salud visual de los adolescentes en España”, que analiza la evolución miópica de la generación Zeta, uno de cada tres jóvenes de entre 12 a 18 años es miope. Y la evolución va a peor, ya que hay casi dos dioptrías de diferencia entre quienes nacieron entre 2000 y 2005 y los que nacieron entre 2004 y 2010.

Además, muchos adolescentes están entrando en valores de riesgo, como la miopía magna (más de seis dioptrías). En cuanto al grado miópico, mientras que en 2017 solo había un 1,4% (ojo derecho) y un 1,2% (ojo izquierdo) de miopes con más de seis dioptrías, en 2022 ya era de un 8,5% (derecho) y 7,9% (izquierdo) de miopes.

“En nuestros gabinetes cada vez estamos viendo niños más pequeños con miopía. Cuando hace 25 años veías los primeros miopes entre los 12 y los 14 años, ahora los ves con 7 o menos años. En los 80-90, los niños llegaban del colegio y se iban al parque, o llegaba el fin de semana y se iban a la playa, al monte o a la aldea. Ahora hacen poca vida al aire libre y están continuamente forzando la visión de cerca porque su ocio es jugar con la tableta o el móvil. Y el problema es que al aparecer la miopía antes tenemos el riesgo de que ésta tenga un valor más alto”, asegura.

La miopía es una alteración de la refracción en el cual los objetos lejanos se enfocan por delante de la retina y no sobre ella, lo que provoca que la visión de los objetos lejanos sea borrosa. Por el contrario, la visión de cerca se mantiene sin necesidad de corrección óptica. La corrección se realiza con unas lentes llamadas divergentes o negativas que hacen que las imágenes se enfoquen correctamente en la retina y así se pueda ver nítido.

Según Amaro, el diagnóstico precoz y una correcta higiene visual pueden ser determinantes para ralentizar el avance de la miopía. “Lo que tenemos que intentar es que esa miopía debute lo más tarde posible y que, una vez que ha debutado, aumente lo menos posible. Un valor por encima de 6 dioptrías (miopía magna) puede tener problemas patológicos asociados como glaucoma y desprendimiento de retina, que tienen un gran impacto negativo en la calidad de vida de la persona”, dice.

Lo normal es que a los tres años, el niño pase su primera revisión oftalmológica. Sin embargo, los especialistas abogan por adelantarla a los 18 meses y después realizar una cada año hasta cumplir los 18. “El ojo se está desarrollando, por lo que habría que hacer un seguimiento para ver si se está desarrollando correctamente o aparece algún problema”, explica la presidenta del COOG, que aboga por que las gafas sean accesibles a todas las personas que las precisan. “Entendemos que la situación económica no debe nunca condicionar la salud de las personas. No podemos dejar a un niño sin un producto que es básico”, explica.

Según la óptica-oftalmóloga, a partir de los 18, una revisión bienal sería suficiente, salvo que el especialista considere que hay que hacer un seguimiento al detectar señales de algún problema. A partir de los 40-45 años, volvería a reducirse el tiempo entre consultas a 18 meses. “Sólo tenemos dos ojos para toda la vida. Deberíamos cuidarlos entre todos: particulares y administraciones sanitarias, impulsando la ley de salud visual para, entre otras cosas, sensibilizar sobre la importancia de cuidad nuestra salud visual”, subraya.

La higiene visual, asignatura pendiente

Tanto para prevenir y mejorar los problemas visuales, como para evitar la fatiga visual derivada de realizar actividades a corta distancia y un uso continuado y prolongado de pantallas, es fundamental tener una correcta higiene visual, “una asignatura pendiente”, según la presidenta del Colegio Oficial de Ópticos-Optometristas de Galicia. Éstas son algunas medidas ergonómicas que hay que tener presentes al leer, estudiar y escribir:

Postura.

Los pies deben tocar el suelo, la espalda debe estar en contacto con el respaldo de la silla y las piernas no deben estar cruzadas, para lo que puede ser útil un reposapiés. Los antebrazos han de estar apoyados sobre la mesa. Al leer, no debe moverse la cabeza y ha de evitarse torcer la cabeza o cuello, por lo que leer en la cama o en el suelo no es del todo conveniente.

Iluminación.

Es preferible trabajar con luz natural y recurrir a la artificial sólo cuando la primera sea escasa o empiece a desaparecer. Debe haber un punto de luz en el techo y una lámpara en la mesa de trabajo. Esta no ha de iluminar directamente a los ojos ni hacer sombra al escribir, para lo que ha de estar situada en el lado izquierdo para las personas diestras y, en el derecho, para las zurdas. Nunca ver la televisión ni estar con pantallas a oscuras.

Distancia.

La distancia de los ojos al papel ha de ser, como mínimo, la que hay entre el codo y el extremo del dedo índice, esto es, entre 30 y40 centímetros. No es recomendable trabajar en una mesa demasiado alta, ni leer o escribir demasiado cerca del texto. También hay que ser conscientes de la visión periférica, que es la que nos permite ver todo lo que hay a nuestro alrededor. Así evitamos la “visión en túnel” y una posible progresión de la miopía.

Colocación del ordenador.

En el caso de que se trabaje delante de una pantalla de ordenador, ésta debe de estar colocada a la altura de los ojos. Debe evitarse el uso continuado de teléfonos o tabletas dado su pequeño tamaño.

Regla 20-20-20.

Los expertos recomiendan aplicar la regla 20/20/20: descansar cada 20 minutos, mirando objetos a un mínimo de 20 pies (entre 5 y 6 metros) de distancia, durante 20 segundos como mínimo. También se puede relajar la vista mirando un punto lejano a través de la ventana o realizar ejercicios como girar los ojos hacia arriba, hacia abajo y a derecha e izquierda.

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