Sanidad

Limpiadores de zapatos, compuestos de refrigerantes o anestésicos, convertidos en drogas recreativas

Los expertos señalan que cada año aparecen más de 50 sustancias de diseño indetectables para los laboratorios

Pulsera Centinela empleada para detectar substancias estupefacientes en la bebida, en los Sanfermines 2024.

Pulsera Centinela empleada para detectar substancias estupefacientes en la bebida, en los Sanfermines 2024.

Malena Álvarez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Inhalar a través de un globo, de tu camiseta o de un pequeño bote de vidrio son algunas de las nuevas prácticas que realizan los jóvenes para consumir las drogas de moda, que ya preocupan al Ministerio de Sanidad.

Gas de la risa, cloretilo y popper son los nombres de estas substancias que se emplean, principalmente, en un contexto recreativo. Son frecuentes en las discotecas, raves o en el chemsex, que se trata de una práctica sexual que implica el uso de drogas psicoactivas.

Sus efectos duran apenas unos tres minutos, pero son tan intensos que pueden generar unadependencia psicológica. Incluyen sensación de euforia, vasodilatación y aumento del deseo, después dan paso a una sensación de agotamiento.

No son drogas novedosas. En los años 70 se popularizó su consumo entre los círculos homosexuales de EEUU, después de una tendencia a disminuir, han resurgido con fuerza, ahora también entre los grupos heterosexuales.

Jesús Cancelo, director de la asociación Alborada, en Vigo, que presta atención a personas en situación de drogodependencia, explica que por ahora y “a diferencia del alcohol o la marihuana se trata de un consumo ligado a determinados momentos que no derivan en una atención clínica diaria”.

El portal del Sergas advierte de que el uso regular de poppers puede implicar lesiones neurológicas, depresión respiratoria y metahemoglobinemia. Una reciente revisión del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (EMCDDA) también alerta de sus riesgos: intoxicaciones, quemaduras, lesiones pulmonares y, en algunos casos de uso prolongado, daños nerviosos. Por su parte, el gas de la risa suma, a los ya mencionados, el riesgo de asfixia, alucinaciones,alteraciones de la percepción, desmayos o hasta paradas respiratorias.

Desde hace años se observa un aumento del consumo de estas substancias en algunos países de nuestro entorno, como Reino Unido o Países Bajos.

El consumo de este óxido nitroso también ha sido detectado en zonas turísticas de nuestro país (Costa Brava, Costa del Sol o Islas Baleares). Es ya una moda de la noche ibicenca pasear por sus calles y que te ofrezcan comprar “globos de la risa”. Por otra parte, una encuesta sobre el uso de drogas en estudiantes de Secundaria en España (ESTUDES) alerta de que el consumo de popper se ha triplicado en los últimos cinco años entre los jóvenes, hasta un 2,1%. Esto puede deberse, principalmente, a la facilidad que hay para acceder a estas drogas y a un costo reducido. Con 50 euros es posible conseguir un cilindro desechable de 1.100 gramos de cloretilo que sirve para miles de dosis.

Uno de los problemas radica en que estas drogas, familia de los nitritos, se crean y utilizan con otra finalidad. Por un lado por motivos médicos, como es el caso del cloretilo, que se adquiere en las farmacias como anestésico local para aliviar el dolor de lesiones musculares. Se trata de un producto tan fuerte que quienes lo consumen para ‘colocarse’ no lo toman directamente, si no que lo aplican sobre la tela de su ropa y a continuación lo inhalan.

El popper y el gas de la risa los podemos encontrar, también, en el ámbito industrial, el primero como limpiador de cuero y el segundo se ha empleado como componente en encendedores de butano, propulsores de motores o los refrigerantes.

El Ministerio de Sanidad considera que, el hecho de que haya lagunas legales en su regulación, puede generar una falsa sensación de seguridad en su uso.

Jesús Cancelo apunta, desde su experiencia como director de Alborada, que más allá de los efectos antes mencionados, estas drogas también traen consigo “exclusión social, problemas laborales, aumento de la violencia y complicaciones en el tráfico”, además de enfermedades de transmisión sexual, debido a la desinhibición que producen y a las prácticas a las que están asociadas. Asímismo, advierte de que, aunque se estén popularizando éstas, no son la única novedad ya que “cada año aparecen más de 50 substancias nuevas que los laboratorios no pueden detectar”.

El éxito se debe a que su producción es barata pero las dimensiones de los efectos secundarios son incomesurables. “No sabes lo que te estás metiendo,” afirma Cancelo, quien agrega que la mayoría de las veces no resultan ser lo que te venden.

La conocida como cocaína rosa es la que más preocupa a este profesional. Se popularizó entre los actores de Hollywood y su precio es de 100 euros. LLegó al público general adulterada y se desconocen sucomposición. “Las redes sociales sociales son un altavoz para todo, incluso la imitación de modelos no adecuados”, reconoce Cancelo.

A pesar de la expansión de las drogas emergentes, las tradicionales siguen siendo el mayor reto en los centros de desintoxicación, remarca Cancelo y también desde Proyecto Hombre.

La nueva pulsera antidrogas

Centinela es el nombre de la pulsera encargada de detectar posibles substancias químicas en la bebida. La prueba es sencilla de realizar, primero se retiran los films que cubren los test y después se deposita en cada uno de ellos una gota de la bebida. Los resultados serán fiables pocos segundos después. Centinela tiene la capacidad de detectar hasta 22 tipos de drogas. Cuenta con dos recuadros de color rojo; el primero, “test 1”, se ocupa de la identificación de los derivados de las “aminas” o drogas estimulantes, el segundo, “test 2”, es para descubrir el GHB y las drogas depresoras en general. Si aparecen unos aros naranjas en el primer test o unos de color azul en el segundo, existe una alta probabilidad de que la consumición haya sido adulterada. En caso de obtener un resultado positivo es imprescindible llevar la bebida a un servicio de urgencias o a un laboratorio para un análisis más exhaustivo. La pulsera fue desarrollada por la empresa navarra Grupo Aglaya Creativos y está teniendo un gran éxito a nivel internacional. Países de Latinoamérica, Norteamérica o Europa ya se interesan por ella. Sus creadores iniciaron este proyecto después de ver el aumento de esta práctica y de que uno de los socios sufriese un caso de sumisión química hace 16 años. Su premisa era “generar concienciación, seguridad y que todo el mundo tuviese acceso a ella”. Por eso la venden a un precio de cinco euros en su tienda de la calle Mayor de Pamplona. Su estética es de colores llamativos y tiene escrita en grande la palabra Centinela, con la finalidad de que sirva como elemento disuasorio ante posibles casos de adulteración de la bebida por drogas. Entre otras medidas incluye un código QR que permite acceder a un sistema d e geolocalización y contactar con el 112.

Suscríbete para seguir leyendo