Salud

Entre 150 y 300 minutos de ejercicio a la semana reducen el riesgo de cáncer

El doctor Alejandro Lucía aconseja la actividad física incluso en enfermos con tumores

Nicolás Olea alerta de la toxicidad de cosméticos, sobre todo de los filtros ultravioletas

Gente realizando ejercicio físico en un gimnasio

Gente realizando ejercicio físico en un gimnasio / BERNABÉ

Mar Mato

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Cuando piensen en hacer ejercicio y una parte de su ser se resista con excusas recuerden al doctor Alejandro Lucia: “Existe evidencia epidemiológica de que si realizamos entre 150 y 300 minutos a la semana de actividades de intensidad moderada a vigorosa se puede disminuir entre el 10 y 20% el riesgo de desarrollar los cánceres más prevalentes como el de mama, pulmón o colon-rectal”.

Lucia está considerado uno de los mejores expertos del mundo en investigación deportiva. Este catedrático de Fisiología del Ejercicio en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Europea de Madrid se encuentra estos días en Baiona para participar en el curso de verano “Oncología integrativa” de la Universidade de Santiago (USC) y la cátedra Tálaso Atlántico donde ayer facilitó su intervención.

“Lo que reduce el riesgo de cáncer es hacer actividad aeróbica”, incide. Pero no solo puede resultar beneficioso para esquivar la enfermedad. Si finalmente acabamos desarrollando una dolencia cancerosa, el ejercicio físico puede ayudarnos mucho.

Esto, por supuesto, rompe el esquema a mucha gente que considera que ante la fatiga por el tumor cancerígeno, el postoperatorio o los tratamientos –como quimio o radioterapia– es mejor el reposo que la actividad.

“El ejercicio físico durante el cáncer atenúa las recurrencias asociadas al tumor. Esa fatiga, en gran medida, se debe a los tratamientos que causan pérdida de masa muscular, a veces cardio-toxicidad y una sensación de depresión que se puede atenuar claramente con la actividad física mejorando la masa muscular o el transporte de oxígeno haciendo el corazón y los huesos más fuertes”, señala Alejandro Lucia.

Por supuesto no es recomendable hacerlo a lo loco sino que lo ideal “sería que graduados o licenciados en actividad física en el deporte supervisasen el trabajo; especialmente el ejercicio de fuerza (musculación con pesas). Es recomendable hacer dos o tres días de ejercicios de fuerza a la semana”.

El cambio de chip no solo debe realizarse en la población sino también en los hospitales. Para Lucia “debería haber un personal del ejercicio en los hospitales pero si no se puede, estaría muy bien que los oncólogos recomendasen a la gente con cáncer que haga mucho ejercicio y que fuese supervisado por especialistas en polideportivos públicos o centros satélites del hospital sin en este no hay sitio. La lucha contra el cáncer es algo continuo”, defiende el doctor y profesor de la Universidad Europea de Madrid.

Otro experto en cáncer que participará esta semana en el curso es Nicolás Olea, experto en Epidemiología. Este experto en tóxicos ambientales es catedrático de la Facultad de Medicina de Granada. A las investigaciones científicas, ha añadido la comunicación de su saber a través de Facebook pero también en Instagram, @nicolasolea24.

Olea se fija mucho en los recipientes y materiales con los que envolvemos o guardamos los alimentos; pero también en los cosméticos. “El común denominador de plásticos, cosméticos y pesticidas es la presencia de compuestos químicos que, una vez dentro del organismo, alteran las hormonas. Los conocemos como disruptores endocrinos. Dentro de la composición de los cosméticos, hay varios ingredientes que tienen actividad hormonal. Los más conocidos son los filtros ultravioletas y dentro de estos, las benzofenonas”, explica.

Nicolás Olea señala que “una mujer superviviente a un cáncer de mama, los niños pequeños, una mujer embarazada deberían evitar la exposición a las benzofenonas, pero también a otras que están bajo sospecha de alterar las hormonas, como los canfenos”.

“Nosotros analizamos 600 muestras de leche materna y encontramos mercurio, cadmio, antimonio y aluminio. La fuente son los productos de uso personal o los residuos de mercurio en peces grandes y viejos como el mero, el pez espada, el atún... Y ahora también los tampones; el arsénico también está presente en el arroz; el cadmio también se encuentra en las cabezas de las gambas“, añade.

No obstante, este doctor defiende que hay posibilidad de esquivar estos tóxicos. En alimentación, recuerda que lo mejor es comer alimentos frescos, no superenvasados ni ultraprocesados y si es posible que sean de cercanía, temporada y ecológicos. Para beber agua, la mejor es la de grifo y no la envasada en botella de plástico. “Es mejor buscar líneas de cosméticos naturales y para protegerse del sol, lo mejor es la sombra o ponerse ropa para protegerse. Lo ideal sería tomar el sol antes de las doce de la mañana y después de las cinco de la tarde”, aconseja.

Por último se fija en la ropa donde habría que evitar el poliéster y otras prendas de materiales sintéticos; pero también en lo que calentamos la comida: nada de plástico, solo cristal. “Eviten cualquier comida que haya que calentar en plástico”, concluye.