Entrevista | Tomás Alonso Vicepresidente de la asociación de centros FPEmpresa y director del instituto de FP Tomás y Valiente

"Hay familias que aún piensan que la FP es para los que no quieren estudiar"

Revertir el abandono temprano en la Formación Profesional pasa, según el director de centro, por incrementar la orientación a los estudiantes desde primaria

Tomás Alonso, vicepresidente de FPEmpresa, en un aula del instituto de FP Tomás y Valiente, en Madrid.

Tomás Alonso, vicepresidente de FPEmpresa, en un aula del instituto de FP Tomás y Valiente, en Madrid. / E. P.

Olga Pereda

Olga Pereda

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La Formación Profesionalse ha convertido en la modalidad educativa con mayor tasa de crecimiento en alumnos matriculados, que han pasado de 751.507 en 2015 a 1.027.367 en 2022. A la FP le quedan, sin embargo, muchos retos por delante. Entre ellos, evitar el abandono temprano del alumnado, luchar contra los estereotipos de género, y mejorar las condiciones del profesorado. Y, sobre todo, aumentar la orientación temprana. Director del instituto público de FP Tomás y Valiente (Madrid) y vicepresidente de FPEmpresa, asociación que reúne a centros de toda España, Tomás Alonso asegura que no solo hay que orientar y acompañar a los chavales y chavalas sino también a sus familias.

CaixaDualiza ha publicado un informe que confirma el azote del abandono temprano en la FP. ¿Qué se puede hacer para evitarlo?

La clave está en la orientación temprana. Los que dejan los estudios suelen argumentar que se han equivocado en su elección. Hay que orientarles desde muy jóvenes. Incluso en primaria. Así se van planteando qué tipo de oficios y profesiones les interesan. Tenemos otro problema porque hay sectores con altísima inserción laboral, pero la ciudadanía no los demanda. Por ejemplo, electrónica y energías renovables.

¿Y por qué no hay demanda? ¿Los estudiantes no quieren estos módulos o, simplemente, no los conocen?

Esa es la duda que tenemos. Intentamos hacer promoción y las administraciones, también. Al ciudadano no le puedes obligar. Si no le gusta, no le gusta. Pero hay que ir concienciando.

Alemania es un país ejemplar en FP. Pero Clara Sanz, secretaria general de FP, aseguró recientemente que España no busca la FP de Alemania por las diferencias con el tejido productivo. ¿Está de acuerdo?

Completamente. Ver lo que hacen otros países está bien, y tener a mano el espejo de Alemania, también. Pero no puedes copiar una estructura teniendo un sector empresarial y productivo tan diferente. Hay que adaptarlo a nuestro sistema. Alemania trabaja mucho con el grado medio. En España tenemos el grado superior, que no lo tiene casi ningún país de la UE porque ellos lo meten en la universidad.

¿Están implicadas, de verdad, las empresas en la FP?

Están empezando a implicarse.

¿Empezando?

Me refiero a las empresas pequeñas. Llevamos más de 15 años con la formación en centros de trabajo. La ley actual establece más horas en la empresa y por eso considera toda la FP dual. Hay que cambiar la mentalidad porque ahora vamos a mandar a los alumnos y alumnas en 1º. Tendrán, lógicamente, menos conocimientos, así que la empresa asumirá más protagonismo en la formación. La FP intensiva, a diferencia de la general, aportará ingresos económicos a los estudiantes más altos que los de ahora. A las empresas hay que decirles que no es un gasto sino una inversión a futuro.

¿Qué papel podemos tener las familias para orientar y apoyar a nuestros hijos e hijas?

A las madres y los padres les digo siempre lo mismo: venid a los centros a conocer la FP. La gente, en general, está perdida. Hay que explicar que, en España, tenemos 26 familias profesionales y que depende de la comunidad en la que vivas tienes disponibles unos estudios u otros. Una de las frases más repetidas por los estudiantes es “no sé qué hacer”. Mis dos hijos han estudiado FP. Uno es emprendedor y se ha puesto por su cuenta y el otro ha ido a la universidad. Yo les dejé hacer lo que me pidieron. Y eso que, como padre, siempre piensas: “Ay, ay, ese sector en el que se está metiendo…”. Pero son ellos y ellas los que tienen que tomar la decisión. Se puede empezar un ciclo y, si ve que se ha equivocado, no pasa nada, se va a otro. Los chavales y las chavalas cambian mucho cuando van a la empresa, ahí se dan cuenta de verdad si el sector les gusta o no. Todavía hay familias, sin embargo, que piensan que la FP es para los que no quieren estudiar. No saben que en la FP también es necesaria la formación a lo largo de la vida.

Uno de los motivos que explica el abandono de la FP es, según el estudio de CaixaDualiza, el escaso apoyo familiar. Por eso la orientación hay que dirigirla no solo a los estudiantes sino también a sus padres. Sobre todo, en la FP básica y de grado medio. Todavía hay muchos padres y madres, y muchos profesores de instituto de ESO, que a los buenos estudiantes les animan a hacer bachillerato a pesar de que ellos están mirando ya opciones de FP. Es un error. Si el chaval quiere hacer bachillerato, lo puede hacer además de FP, igual que ir a la universidad.

¿Qué sueldos pueden tener los titulados en FP de grado medio?

Depende del sector. Lo que más conozco es el ámbito de la electricidad, la electrónica y las renovables, donde cualquier instalador puede estar ganando unos 2.500 euros netos.

¿Qué otros retos le quedan a la FP?

La escasa presencia de las mujeres en los sectores industrializados donde, culturalmente, no están bien vistas. En Electricidad, por ejemplo, tengo una alumna en un grupo de 30.

¿Solo una?

Es muy habitual en el ámbito de la mecánica y en todos los que no están relacionados con el espectro social y sanitario. Para combatir esta tendencia, en mi instituto hacemos visitas de niñas de 6º de primaria y las alumnas son las que les enseñan las instalaciones. Las niñas preguntan asombradas que si son electricistas y usan cables. Hace poco organizamos un debate y lo titulamos, precisamente y para romper estereotipos, ‘La electricidad es femenina’.

¿Hablamos del profesorado, otro gran desafío?

Cuesta encontrar profesores que sean profesionales que vengan del sector privado. No tenemos profesores de electricidad porque los ingenieros no quieren estar en la docencia. Hay que incentivarlos.

Con dinero, para empezar.

Por supuesto. Y con reconocimiento social. Hay que promover que, en el sector de la educación pública, esos profesores puedan compatibilizar su trabajo en la empresa privada y la docencia.

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