Criminalidad

La ciencia forense desmonta el mito de los asesinos de ficción: "No son Hannibal Lecter en 'El Silencio de los Corderos'"

Un estudio radiografía comportamientos homicidas a partir de 13 casos reales que no siguen los patrones de series y películas 

La tecnología revoluciona la medicina forense: el crimen queda grabado en los ojos del asesino y la imagen se puede recuperar

Un cadáver en el Institut de Medicina Legal i Ciències Forenses de Catalunya (IMLCFC).

Un cadáver en el Institut de Medicina Legal i Ciències Forenses de Catalunya (IMLCFC). / Conselleria de Justícia

Germán González

Germán González

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Hace 70 años triunfaba el semanario 'El Caso', ahora lo hace el 'true crime'. Cambia el formato, el lenguaje, antes escrito ahora audiovisual, pero la esencia es la misma. Los crímenes, los asesinatos, los homicidas, la violencia y la brutalidad... nos atraen. Será por la posibilidad de verlo desde la distancia sin implicarse, aunque no hay que olvidar que cualquiera puede ser un asesino. Y es que el mal existe.

La ciencia forense ha pretendido determinar sus causas y establecer patrones de conducta entre asesinos y homicidas. El último ejemplo está en el libro 'MCMI-IV: Disección Forense de la Personalidad Criminal de los Asesinos', del doctor Bernat-N. Tiffon, quien ha coordinado a un nutrido grupo de académicos y expertos forenses. Han estudiado 13 casos con sentencias judiciales en los que aparecen asesinos con un trastorno de personalidad, ya sea dependiente o límite. Sin embargo, no encontraron el trastorno antisocial y esquizoide, el más habitual en la ficción.

Personalidad límite, irritabilidad, baja tolerancia a la frustración y dependientes son rasgos de los asesinos

"Los trastornos de personalidad más significativos que se han podido extraer de los 13 casos suelen tener como denominador común el trastorno de personalidad por evitación, el trastorno de personalidad de tipo dependiente y el trastorno de personalidad de tipo límite", explica Tiffon a EL PERIÓDICO. El libro nos habla de criminales que son "sujetos inestables emocionalmente que delegan la responsabilidad a otras personas" de "la dirección de su propia vida". Por eso, son dependientes y sumisos.

En los casos analizados, los forenses no hallaron ni el trastorno antisocial ni el esquizoide, los más habituales en las pantallas

 Además, en los 13 casos analizados se remarca que estos criminales son "muy inestables emocionalmente, personas que por sus características de personalidad pueden explotar en su conducta y pueden desarrollar muchos conflictos en las relaciones interpersonales: tan pronto denigran a los demás y les faltan al respeto, como les ponen en un pedestal".

El doctor Bernat-N. Tiffon, con más de 25 años de experiencia en psicología legal y forense, añade que en su estudio no han encontrado trastornos como el antisocial, compulsivo o esquizoide: "Habitualmente en el conjunto de la sociedad siempre atribuimos que el sujeto que mata es una persona de tipo psicopática que vendría a ser compatible con el trastorno personal antisocial. La muestra de población estudiada, por tanto, no es psicopática en ese sentido, no son personas frías ni calculadoras. Para entendernos: no son Aníbal Lecter en 'El silencio de los corderos'".

"No necesariamente tiene que existir una base de condición psicopatológica de trastorno mental para que se desarrolle un crimen

Bernat-N Tiffon

— Psicólogo forense

 De esta forma, los asesinos que fueron condenados por la Justicia y que aparecen en el libro "no son capaces de asumir la responsabilidad de su propia vida", ni son tímidos ni con falta de relaciones sociales. "Las casuísticas son múltiples y variadas, de manera que no necesariamente tiene que existir una base de condición psicopatológica de trastorno mental para que se desarrolle un crimen", remarca el doctor Tiffon y añade que "pero no es necesario que un sujeto tenga un trastorno mental para matar a alguien".

Una de las conclusiones del manual forense es que no se pueden establecer perfiles marcados de los asesinos o homicidas, sino determinar "los rasgos de personalidad que expliquen que un sujeto pueda cometer algún tipo de acto tan tan grave como es el delito contra la vida humana". En los 13 casos del libro los criminales tienen esa "personalidad límite, trastorno personal por evitación y trastorno personal dependiente".

Los motivos para matar

Según los forenses se mata por tres razones. La primera, la más habitual, por el interés del asesino o homicida, como conseguir un beneficio con la muerte. Tiffon asegura que en el criminal sufre "una frustración muy importante" que canaliza con "una impulsividad patológica y muy exacerbada" de una "manera muy desvirtuada y viciada" hacia "una situación muy extrema que lamentablemente se da en muchos casos".

 La segunda razón es cuando el homicida tiene un trastorno mental grave, tipo esquizofrenia, y ataca bajo los efectos de "nocivos delirios y alucinaciones". La tercera causa es el crimen por accidente, habitualmente tras una negligencia, como conducir borracho y provocar un siniestro mortal.

El libro apunta que hay personas que no tienen el perfil de asesinas que han acabado matando por un arrebato, por una emoción tan primaria como la venganza, o sin querer, como en un robo que sale mal. Nadie está libre pues de ese impulso homicida.

Ellas más frías, ellos más agresivos

Los casos estudiados en el manual de Tiffon corresponden a 10 varones y 3 mujeres. Y es que una de las conclusiones es que "los comportamientos son diferentes según el género". Así, el sexo femenino tiene un comportamiento de tipo evitativo con algunos rasgos esquizoides, lo que se constata en "una menor expresividad emocional o una comunicación más restringida en comparativa con los hombres".

"En cambio, el sexo masculino presentaría una mayor frecuencia de irritabilidad que forma parte del trastorno de personalidad negativista", remarca Tiffon, que subraya que los hombres tienen poca tolerancia a la frustración y suelen mostrar "un comportamiento mucho más hostil y agresivo de una manera más notoria e importante en comparación con el sexo femenino".

Aunque no lo parezca cuando vemos una serie de 'true crime' sobre casos insólitos, la mayoría de asesinatos y homicidios tienen una fácil resolución y no existe demasiada complejidad en el trabajo de policías, fiscales, jueces y forenses. Sin embargo, lo realmente importante es tener pruebas sólidas para poder alcanzar una condena cuando se desvirtúa la presunción de inocencia, como las que aporta la ciencia forense, además de otras evidencias científicas y testificales.

El único crimen perfecto es aquel en que el autor queda impune. Cuando eso sucede es principalmente por falta de pruebas para incriminarlo: los investigadores pueden dar casi por segura la implicación de un sospechoso pero puede darse el caso de que no tengan pruebas contra él. Son los casos que generan más frustración a policías y ciudadanos. Es el caso, por ejemplo, de algunas desapariciones sobre las que la policía encuentra evidencias que apuntan hacia un presunto autor pero este siempre tiene una coartada que impide su detención. Si no se puede resolver, un asesinato prescribe a los 20 años. Y es que a veces no hay luces que iluminen la oscuridad.

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