Juicio en la Audiencia de Barcelona

Del geolocalizador al ADN de la víctima: las pruebas acorralan al acusado de la salvaje violación de Igualada

El camionero que halló a la víctima de la violación de Igualada: "Estaba en posición fetal y temblando"

Los agentes lograron descifrar que el teléfono de la víctima y el del acusado estuvieron en la zona donde se cometió la agresión

Juicio al acusado de la brutal violación a una menor en Igualada

Juicio al acusado de la brutal violación a una menor en Igualada / EL PERIÓDICO / VÍDEO: EFE

J. G. Albalat

J. G. Albalat

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Modélica investigación de la Unidad Central de Agresiones Sexuales (UCAS) de los Mossos d'Esquadra. Sus miembros han detallado este martes ante el tribunal de la Audiencia de Barcelona las pesquisas que realizaron para averiguar que Brian Raimundo Céspedes era el presunto auto de la salvaje violación de una adolescente de 16 años en un callejón de un polígono industrial de Igualada, en la noche del 1 de noviembre del 2021. Los detalles de las pruebas encontradas que los agentes han explicado durante la segunda sesión del juicio apuntan directamente al procesado, para quien la fiscalía solicita 45 años de cárcel por el ataque sexual y por intento de asesinato.

La responsable de la UCAS, la inspectora Kira Estrada, ha relatado de forma pormenorizada todos los pasos que su unidad efectuó para llegar hasta Céspedes, un joven nacido en Bolivia y residente en Igualada, y apuntarle como la persona que había cometido la violación. La situación de su teléfono móvil en la zona donde se había cometido la agresión sexual, la vestimenta que llevaba ese día y que fue encontrada en su casa y el hallazgo del ADN de la víctima en la chaqueta del acusado son algunas de las pruebas expuestas por la inspectora en el juicio. Las imágenes de las cámaras de seguridad no registraron, en el callejón donde se había cometido el ataque sexual, ninguna persona más que el agresor.

Para poder identificar al procesado, antes los policías tuvieron que hacer múltiples gestiones, que empezaron por el interrogatorio de las personas que tuvieron contacto con la adolescente aquella noche en la discoteca donde estuvo. Los Mossos no pudieron hablar con ella debido al estado en el que se hallaba a causa de las lesiones sufridas. A la vez que tomaban declaración a amigos de la adolescente, los agentes visionaron 155 cámaras de seguridad de las empresas situadas en los alrededores del callejón donde se produjo la violación. Esas grabaciones permitieron reconstruir los pasos de la menor y también detectaron cómo una persona, vestida de oscuro y con una mochila, salía corriendo hacia ella. La geolocalización de móvil del procesado lo sitúa en ese lugar, de la misma manera que en el mismo sitio se pudo ubicar el móvil de la denunciante.

23 minutos de agresión

La violación se prolongó durante 23 minutos en un callejón de descarga de una empresa. La policía observó que, después de ese espacio de tiempo, el mismo individuo (no sabían todavía quién era) salía del mismo lugar. En uno de los visionados, los agentes hallaron una imagen más nítida de él. En uno de los brazos llevaba una chaqueta que, según la madre de la víctima, no había aparecido y pertenecía a la menor. También ahí los Mossos apreciaron detalles de su vestimenta (pantalones oscuros, bambas blancas y mochila) y descubrieron, al quitarse el sospechoso la capucha, un dato importante: tenía el pelo negro con las puntas rubias. Fue entonces cuando el dispositivo para localizar al agresor se puso en marcha en Igualada.

Sin embargo, no fue hasta que los investigadores se fijaron en una denuncia por los daños en un vehículo que se perpetraron esa misma noche cuando los Mossos se pusieron sobre la pista de Céspedes. En el vídeo grabado por un ciudadano se aprecia como entre la decena de jóvenes que participan en ese acto hay uno que viste igual que el agresor de la víctima de la violación. Los agentes comenzaron a interrogarles. Nadie conocía a ese misterioso personaje,hasta que la policía lo relacionó con uno de ellos por una llamada que le había hecho. El teléfono que marca era el mismo que el geolocalizado en la zona en que se cometió la violación. El cerco se fue estrechando.

La geolocalización del móvil

Ese teléfono está a nombre de una empresa en la que trabaja el acusado. Se rastreó su lugar de residencia en el padrón municipal y se montó una vigilancia en el domicilio. Los mossos observaron cómo el procesado vestía la misma ropa que llevaba el día de la violación. La geolocalización de su móvil concordaba con el recorrido que el agresor había hecho en el polígono industrial. "Todo coincidía", ha subrayado la inspectora. En la entrada y registro de la vivienda donde vivía el acusado ee encontró la vestimenta que llevaba la noche de la agresión y, en su chaqueta, el ADN de la víctima. Los Mossos detuvieron al imputado y este ingresó en prisión.

Otro agente ha explicado al tribunal cómo meses después de la violación se le preguntó al padre de la adolescente si veía posible hacer un recorrido por el polígono industrial. Y así se hizo. La joven sí que relató lo que había hecho tanto antes de entrar en la discoteca como en el local de ocio nocturno. E, incluso, que abandonó el establecimiento con un chico, con el que mantuvo relaciones sexuales consentidas. Pero, a partir de ahí, no recordaba casi nada, aunque sí expresó que esa noche tenía mucho frío y que en un momento determinado se había girado hacia atrás. Ese acto, según los investigadores, coincide con el ataque por la espalda que sufrió. En el cruce con el callejón, se paró "espontáneamente", pero no recordaba el motivo por el que aquel lugar le llamaba la atención. Sobre el punto donde fue encontrada, la joven dijo que lo único que podía decir es que ahí ya no tenía tanto frío: la muchacha fue tapada con chaquetas por los camioneros que la encontraron.