Salud

¿Por qué pensar en cómo quiero morir?

Expertas de la AECC animan a dejarlo por escrito para no sumar esa responsabilidad al dolor de la familia

Los documentos de instrucciones previas se duplicaron en un lustro

Cousillas (a la dch.) y Rivas, en la charla que ayer ofrecieron en la sede de la Diputación.

Cousillas (a la dch.) y Rivas, en la charla que ayer ofrecieron en la sede de la Diputación. / RICARDO GROBAS

Ana Blasco

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Él ya estaba en tratamiento paliativo y su mujer sabía que cuando no pudiera subir a su hija al regazo, comunicarse con ella o ir al baño solo, no deseaba que le siguieran prolongando la vida. También sabía que quería respetar su voluntad. Lo que no tenía tan claro es que fuera capaz de cumplirlo llegado el momento. Hay un recurso que evita que la familia tenga que sumar esta responsabilidad al dolor de ese momento: el documento de instrucciones previas.

“El final de vida es angustioso y hay cosas que lo pueden complicar un poco más”, reflexiona Sonia Cousillas, trabajadora social del Equipo de Atención Psicosocial de la Asociación Española contra el Cáncer en Vigo, financiado por La Caixa. Junto a la abogada Luisa Rivas García, ofreció ayer una charla en la sede viguesa de la Diputación de Pontevedra para animar a la gente a pensar no solo en qué hacer con su cuerpo, sino también en cómo quieren morir, dónde o con quién. Y que lo dejen por escrito.

En Galicia, en 2014, se creó un registro de instrucciones previas para que la gente pueda dejar recogida su voluntad sobre estas cuestiones con el objetivo de que, cuando no tenga capacidad para manifestarlas, el equipo sanitario las respete. Aunque el número de habitantes de la provincia que lo han presentado se ha duplicado desde 2018 –porque “el momento de la muerte se está dignificando cada vez más y la información está llegando”–, son solo uno de cada 166.

¿Qué documentos existen y qué recoge cada uno?

Para dejar arreglado lo concerniente a la muerte propia, son tres los que las expertas recomiendan hacer. El de instrucciones previas es el que registra la Consellería de Sanidade sobre los cuidados en el tramo final de la vida. El testamento es con el que se gestiona qué hacer con los bienes materiales. Y el de últimas voluntades, que va de la mano del anterior, certifica que hay un testamento y cuál es el último, el válido.

¿Qué se puede decidir en el de instrucciones previas?

La Xunta de Galicia facilita un documento tipo en el que se puede especificar a qué se le da importancia –poder comunicarse, no padecer dolor, tener autonomía, no prolongar la vida si la situación es irreversible...–, si se prefiere fallecer en casa, qué tipo de tratamientos se quiere recibir, si se desea la eutanasia o qué hacer con el cuerpo. El 60% de los registrados en 2023, indican el destino para órganos y tejidos y el 79% incluían la eutanasia. También puedes nombrar interlocutor –lo hace el 66%–. En el documento gallego –no en todas las comunidades– hay un “campo libre” para poner otras cuestiones.

¿Quién lo puede hacer?

Una persona mayor de edad capaz y libre. “Lo deberíamos hacer todos porque tú no sabes cuándo te va a pasar algo”, defiende Cousillas. Sin embargo, los datos demuestran que los que se interesan por esta posibilidad son cada vez más mayores. En 2014, la media de los que lo registraban era de 56 años y, el año pasado, de 66. Casi dos tercios son de mujeres.

¿Cómo y dónde se hace?

Hay tres vías: ante notario –opta por esto el 15%–; ante tres personas mayores de edad, de las que al menos una no puede tener relación de parentesco –el 4%–; o ante un profesional de Trabajo Social de la Consellería de Sanidade –el 81%–. “Es lo que aconsejo, con una persona especializada en el acompañamiento al final de la vida, que te pueda asesorar”, señala Cousillas. En Vigo hay cuatro puntos: en el Cunqueiro, el Meixoeiro, el Nicolás Peña y la Jefatura Territorial de Sanidade –Delegación de la Xunta–. Hay que pedir cita previa.

¿Quién es el destinatario?

El equipo sanitario y “únicamente” cuando uno mismo no pueda manifestar su voluntad por deterioro físico o mental.

¿En qué casos hacer testamento?

“Es conveniente hacerlo a todas las edades”, considera la letrada Luisa Rivas García y añade: “si no lo haces tú, establece la ley quién hereda y, a veces, no es lo más conveniente para los que te rodean”. Cuenta que permite evitar discusiones en el reparto y pone como ejemplo que si hay dos inmuebles y dos hijos, les legue uno a cada uno, en vez de que se tengan que poner de acuerdo con el 50% de cada uno que les corresponde. O la posibilidad de proteger a un cónyuge o pareja de hecho, que por ley no hereda. Si tienen hijos, la pareja solo puede hacer uso de los bienes en usufructo. Cuando fallezca, deben estar ahí para los herederos, incluido el dinero. Si no tienen hijos, el reparto legal establece que la herencia vaya para los padres. “Si tienen un piso en común, la pareja se tendrá que poner de acuerdo con sus suegros”, explica. Si están divorciados y tienen hijos, los bienes que les legue los administrará su tutor, es decir, su ex. En el testamento, en cambio, se puede poner lo que se prefiera en todos estos aspectos. Y, aunque se esté de acuerdo con el reparto legal, hacer un testamento cuesta 50 euros en el notario, mientras que, en caso contrario, el acta de declaración de herederos son 250.

¿Se puede desheredar?

El código civil gallego –hay 6 comunidades que lo tienen– establece que la mínima legítima que hay que dejar a los hijos es una cuarta parte mientras que lo habitual en el resto de España es la mitad. Sí se pueden desheredar, algo que cada vez se plantea más. “La gente es cada vez más longeva y hay hijos que, a veces, no se preocupan mucho”, señala la abogada como causa de este aumento. Pero para desheredarlos tienen que haber una causa justa –maltrato físico, injuria...– y el desheredado puede impugnar el testamento, y habría que demostrarlo. Para no perjudicar al resto de herederos, se suele evitar y dejarle solo la legítima.

¿Y qué pasa si cambio de opinión?

Cualquiera de estos documentos se pueden revocar o modificar en cualquier momento. Lo que no se puede cambiar es una herencia en vida, por lo que la letrada recomienda pensar primero en uno mismo, que hoy las personas son más longevas, y luego en los herederos.

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