Extranjería

Nueve meses sin tarjeta sanitaria ni padrón en Reus: la situación "indigna" de 50 senegaleses llega al Defensor del Pueblo

Reus Refugi denuncia por "desatención básica" a Cruz Roja, quien relaciona los hechos con la saturación del sistema de asilo español

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Una voluntaria de Reus Refugi saluda a los refugiados en el hotel donde residen desde el pasado septiembre.

Una voluntaria de Reus Refugi saluda a los refugiados en el hotel donde residen desde el pasado septiembre. / JORDI OTIX

Elisenda Colell

Elisenda Colell

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“Es muy desesperante, no nos respetan, como si no fuéramos personas, estamos recluidos aquí sin nada que hacer”, lamenta en francés Mamadou desde las puertas del Hotel Crisol Quality de Reus (Baix Camp). Él es uno de los 50 hombres senegaleses solicitantes de asilo en España que, desde septiembre, viven acogidos por la Cruz Roja. La entidad Reus Refugi ha interpuesto una denuncia ante el Defensor del Pueblo, otra ante la Conselleria d’Igualtat i Feminismes y una tercera ante la Síndica de Greuges de la localidad por “desatención básica”, “reclusión” y “trato indigno” a estas personas. La Cruz Roja lo niega y asegura que han hecho todo lo que está a su alcance, a pesar de la saturación del sistema de asilo en España.

Mamadou, que pide anonimato para contar su historia, fue uno de los centenares de jóvenes que el pasado verano protestó por las calles de Dakar (Senegal) para exigir un cambio en el Gobierno del país. “Ahora nos buscan y nos quieren encarcelar, me perseguía la policía solo por protestar. Por este motivo me subí a la patera”, sigue este pescador de 35 años. Estuvo ocho días a la deriva, hasta el 4 de septiembre, cuando Salvamento Marítimo le salvó la vida y lo trasladó a Las Palmas de Gran Canaria. Su hermano murió ahogado en alta mar. Él fue uno de los protagonistas de la mayor crisis migratoria que se recuerda en las islas. “En Canarias estuvimos 21 días durmiendo en tiendas de campaña, era imposible vivir allí”, añade.

Los migrantes, frente al hotel, denuncian la situación en la que se encuentran.

Los migrantes, frente al hotel, denuncian la situación en la que se encuentran. / JORDI OTIX

Por este motivo se alegró al saber que, a finales de septiembre, lo trasladaban a Reus. Debido a la persecución política, fue aceptado en el programa estatal de protección internacional. Pero el ahínco por una nueva vida en paz no llegaba nunca. "En Reus la Cruz Roja no nos da nada: ni ropa ni comida adecuada", se queja el senegalés. "Les conocimos en octubre e iban con los mismos pantaloncillos y chanclas con los que habían llegado a las Canarias", se queja Charo Romano, miembro de la asociación Reus Refugi. Esta entidad organizó campañas solidarias para comprarles ropa de invierno, zapatos y tarjetas SIM para poder hablar con sus familias. La Cruz Roja dice que sí facilitó ropa a los migrantes. Reus refugi también critica que nadie les avisó formalmente de su llegada. "Ni a nosotros ni al ayuntamiento, nos enteramos por los vecinos". 

Cursos de idioma

Mamadou agradece el gesto a los voluntarios con la mirada empañada. “Sin ellos no tendríamos nada”, sigue el joven, que insiste en el asunto de la comida. “Es mala, muy poca… y nos dan media hora para comer y si llegas tarde te quedas sin comer”, asegura. "Si no fuera por ellos no habríamos podido hacer el ramadán", dice el chico. Los voluntarios se acercaron a diario par facilitarles comida a la hora de la puesta de Sol durante el mes del ayuno. Pero su queja, sobre todo, se basa en la falta de formación. “Necesitamos aprender el idioma, formarnos, trabajar… y la Cruz Roja no hace nada de esto: no nos han hecho ni una formación”.

Los refugiados senegaleses lamentan que no tienen nada que hacer durante el día: ni formación del idioma ni inserción laboral.

Los refugiados senegaleses lamentan que no tienen nada que hacer durante el día: ni formación del idioma ni inserción laboral. / JORDI OTIX

Los chicos chapurrean el castellano gracias a las clases que, semanalmente, imparten los voluntarios de Reus Refugi desde un centro cívico. Lo hacen desde noviembre. La Cruz Roja dice que fue un convenio de colaboración pactado entre los voluntarios y la entidad social. Pero los voluntarios lo niegan. “No es cierto. Nosotros lo que queremos es que lo hagan ellos, que es su responsabilidad. Lo empezamos a hacer porque la Cruz Roja no movía un dedo”, insiste Romano.

Atención sanitaria y trabajo

Pero los problemas que denuncia la entidad van más allá. Los chicos no están empadronados y no disponen de tarjeta sanitaria ni médico de cabecera asignado. “Es lo normal en la fase cero del programa de protección intenacional: el problema es que debe durar tres meses y ya llevan nueve”, admiten desde la Cruz Roja. Los voluntarios de Reus Refugi explican que han tenido que acompañar a los chicos a urgencias y comprarles la medicación. “Durante la Semana Santa un chico con neumonía se estaba ahogando porque esperaba el visto bueno de la Cruz Roja para obtener gratuitamente la medicación: al final se lo compré yo. Si llega a esperar su respuesta a saber donde está ahora”, sigue Jordina González, voluntaria.

Papu Dia, presidente de la comunidad senegalesa en Reus, junto a los inmigrantes alojados en su ciudad.

Papu Dia, presidente de la comunidad senegalesa en Reus, junto a los inmigrantes alojados en su ciudad. / JORDI OTIX

Lo mismo ha pasado con la formación y el empleo. Los voluntarios lograron apuntar al SOC, y facilitar formación y trabajo, a seis migrantes que consiguieron un resguardo del NIE provisional. Trabajan como mozos de almacén. “Esta documentación deben tenerla todos pero no se la facilitan", se queja González. Sin embargo, con los que podían trabajar también había problemas. "Tenían una hora de ida y otra de vuelta a pie y encima les negaban la cena porque llegaban tarde... En resumen, es un trato denigrante que no podemos permitir”. También aseguran que durante este tiempo han detectado tres menores que debían vivir en centros tutelados.

Traslados

Mamadou también habla de malos tratos por pate de los responsables del hotel. “Nos daban una botella de agua de un litro y la teníamos que rellenar del grifo”. “¿Qué quieren que hagamos, que nos pasemos el día aquí sin hacer nada?”, insiste. En las últimas semanas, 14 jóvenes han sido trasladados a otro hotel de la provincia. “A ellos les dicen que lo hacen por mal comportamiento, a nosotros porque hay que liberar las plazas, pero así es imposible trabajar en favor de su integración”, se queja González.

Durante todo este proceso también ha sido clave el papel de Papu Dia, presidente de la comunidad senegalesa en Reus. “Son seres humanos, tienen derechos. Llevan aquí nueves meses sin nada… su vida no le importa a nadie”, se queja. Los voluntarios también reprochan al ayuntamiento que ni les haya empadronado ni haya iniciado ningún plan de acogida e integración. Pero Romano se pregunta si el del Baix Camp es un caso aislado. "Fueron miles los que llegaron este otoño en patera… ¿Qué ha sido de ellos? ¿Qué ayuda les han facilitado? ¿Cómo les tratan?”, se pregunta Romano.

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