Club de Educación y Crianza

Jugar al aire libre, en peligro de muerte por culpa de las pantallas (y otros motivos)

Biólogas y divulgadoras luchan contra un sistema educativo "que no incorpora la naturaleza" y un ocio infantil sedentario lleno de actividades "enlatadas y comerciales"

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Unos niños juegan al aire libre mientras se refescan con agua, el verano pasado en Santa Coloma de Gramenet.

Unos niños juegan al aire libre mientras se refescan con agua, el verano pasado en Santa Coloma de Gramenet. / Zowy Voeten

Olga Pereda

Olga Pereda

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El 17,4% de las niñas entre 5 y 14 años (11% en el caso de los niños) pasan su tiempo de ocio de manera “casi totalmente sedentaria”, advierte la última estadística del Ministerio de Sanidad. Un informe de la Gasol Foundation añade que los chavales y chavalas de entre 8 y 16 años se pasan casi cinco horas pegados al iPad, el móvil o cualquier otro dispositivo digital durante el fin de semana. ¿Está el juego al aire libre y en la naturaleza en peligro de extinción?

Durante la infancia, especialmente hasta los ocho años, el juego constituye “una de las formas más importantes para obtener conocimientos y competencias esenciales”, sentencia Unicef. El juego, cómo no, tiene hasta su día internacional: el próximo 28 de mayo. Los niños y niñas que más juegan “tienen un mejor desarrollo cerebral”, subraya Clara Valls, profesora de Psicología del Desarrollo de la Universidad Abat Oliba CEU, que recuerda que jugar no solo es aprender sino también “gozar”, algo que no depende tanto del material que se use sino de la actividad.

"Los niños y niñas que más juegan tienen un mejor desarrollo cerebral"

— Clara Valls, profesora de Psicología del Desarrollo de la Universidad Abat Oliba CEU

Sin embargo, en las ciudades y en los pueblos hay pocos parques infantiles, y los que hay tienen suelo de caucho y cuatro estructuras fijas e iguales. En las escuelas, lo normal es que el patio sea de hormigón y, como mucho, dispongan de un huerto. En las grandes ciudades es frecuente que las escuelas infantiles (para bebés de 0 a 3 años) carezcan de patio exterior. Hay chavales de primaria que se pasan todo el curso sin una sola excursión a un espacio verde. La actual ley educativa (Lomloe) menciona la palabra sostenibilidad, pero de “naturaleza” solo habla cuando se refiere a una asignatura académica.

Ante esta realidad aplastante, biólogas y divulgadoras responden que, efectivamente, el juego al aire libre y en espacios verdes está en peligro de extinción. Las expertas recuerdan que no se trata de ir a un paraje boscoso, idílico y lejano. Se trata, para empezar, de que los parques urbanos tengan arena para "experimentar y mezclarla con agua" en lugar del omnipresente suelo de caucho, algo que responde a la necesidad de padres y madres de que sus hijos no se manchen.

"El juego libre en un espacio verde favorece la socialización y la cooperación entre iguales, reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y se liberan endorfinas"

— Clara Pons-Mesman, escritora y divulgadora

Salud física y mental

Salir de los espacios cerrados para jugar al aire libre mejora la salud física de niños y niñas. “Fortalece sus músculos y su motricidad, absorben más vitamina D y entran la vista a distancia larga para luchar contra el aumento de la miopía”, explica la escritora y divulgadora Clara Pons-Mesman. Los efectos en la salud mental de jugar en espacios exteriores también son evidentes: “Favorece la socialización y la cooperación entre iguales, reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y se liberan endorfinas”.

“Jugar al aire libre, sin pantallas o sin juguetes estructurados que indicen cómo jugar, estimula la imaginación y la creatividad”, añade la divulgadora, que acaba de publicar '¡Sal a jugar!' (editorial Larousse), donde propone un puñado de actividades ‘verdes’ desde crear un tipi indio con seis palos largos y una sábana hasta un cuchillo de piedra con una pizarra, una caña y un cordel.

Actividades enlatadas y comerciales

Jugar en la naturaleza no implica acudir a un parque natural y silvestre. Un recinto verde urbano no tan ajardinado o un solar abandonado también pueden ser buenas opciones para plantar las semillas de la educación en la naturaleza. Así lo explica la bióloga y divulgadora Katia Hueso, que, tras convertirse en madre y ver el erial de las escuelas infantiles actuales, fundó en la sierra de Guadarrama el proyecto 'Saltamontes'.

"El ocio infantil actual son actividades enlatadas en espacios cerrados y con toque comercial"

— Katia Hueso, bióloga y autora

Autora del ensayo 'La naturaleza que nos cuida' (Plataforma actual), Hueso critica que el ocio infantojuvenil actual pasa por “actividades enlatadas en espacios cerrados y con un toque comercial”, ya sea un rocódromo o un cuenta-cuentos. “Salir a la naturaleza -añade- supone un aprendizaje intenso tanto por la libre exploración como por la tranquilidad y al mismo tiempo estimulación que nos ofrece ese espacio”.

Hueso y Pons-Mesman hacen un llamamiento a la comunidad educativa y piden incorporar el mundo verde real a las aulas. "Puede ser algo complicado y exige flexibilidad, pero ¿por qué en primaria no se pueden impartir algunas clases en el exterior?", reivindica Hueso. La divulgadora admite que la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente ha entrado de lleno en los currículos para inculcar a los estudiantes la urgencia de la lucha contra la crisis climática, pero todo eso no va más allá de las páginas de los libros de texto. “Es difícil proteger e inculcar amor a algo que no conoces”, concluye.