En el puerto

Las dificultades técnicas generan dudas sobre la viabilidad y los plazos de la desalinizadora flotante de Barcelona

Los escollos para potabilizar el agua del puerto convierten el proyecto en una obra faraónica 

El Gobierno autoriza las obras para cargar agua desalinizada en barcos desde Sagunt pese a las últimas lluvias

Contenedores en el Puerto de Barcelona.

Contenedores en el Puerto de Barcelona. / EPC

Guillem Costa

Guillem Costa

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las lluvias de los últimos días, sumadas a las dificultades técnicas del proyecto y a la situación política (un ejecutivo en funciones pendiente de que se forme un nuevo govern), generan serias dudas sobre la necesidad y la viabilidad de construir una desalinizadora flotante en el puerto de Barcelona.

Hay varios elementos que convierten esta infraestructura en una obra casi faraónica y difícil de ejecutar en los plazos anunciados, según aseguran a EL PERIÓDICO fuentes conocedoras del proceso que el ente de suministro público Aigua Ter Llobregat (ATL) está acelerando a toda prisa para que los planes avancen.

El Govern —con el conseller de Acció Climàtica, David Mascort, al frente– anunció la propuesta, como alternativa a los barcos, sin tener un contrato definitivo firmado con la empresa constructora, Coxabengoa. La desalinizadora flotante está pensada como una fuente de recurso no habitual para recurrir a ella en casos de emergencia. No obstante, este escenario se ha alejado tras las últimas lluvias.

¿Es posible construir una de estas plantas y tratar agua del puerto de Barcelona? Los expertos consultados por este diario afirman que sí. No obstante, para lograrlo se deben sortear una serie de obstáculos.

La firma del contrato

Según detallan a este medio fuentes de Acció Climàtica, no existe ninguna cláusula que impida al futuro Govern dar marcha atrás sobre este proyecto que se anunció de un día para otro. De hecho, el consejo de administración del puerto de Barcelona no conocía la noticia hasta que se comunicó a la prensa. Aun así, la dirección de ATL, con David Vila al frente (un alto cargo que podría cambiar con un nuevo Govern), está trabajando para que se cierren los flecos pendientes. Esta semana, detallan fuentes de ATL, ha habido reuniones importantes entre los técnicos y la idea es seguir adelante aunque llueva. Como el contrato con Abengoa, por alrededor de unos 100 millones de euros, se firmará por la vía de emergencia, no habrá ningún inconveniente aunque el Govern esté en funciones.

Plazos ambiciosos

Una de las cuestiones técnicas que dificulta cumplir con los plazos anunciados (se dijo que en octubre podría entrar en funcionamiento) es la llegada de los materiales necesarios para realizar las obras, tal como adelantó SER Catalunya y ha podido confirmar este diario, algo que preocupa a los dirigentes de ATL. La conexión del puerto con las tuberías de suministro ya está lista (se adaptó para la posible llegada de barcos, ahora descartada). Pero el grueso de la obra está por hacer. Se deben instalar membranas y otros materiales clave para realizar la ósmosis inversa, que se efectuará sobre la barcaza de más de 100 metros de eslora, y también un gran depósito que se situará en el muelle. Todos estos elementos, admiten fuentes conocedoras del proyecto, complican que la que debe ser la cuarta desalinizadora flotante más grande del mundo, y la primera que construye la compañía Coxabengoa, esté lista en octubre.

La contaminación en el Puerto

Otro elemento que inquieta a los técnicos, que ya han hecho varios análisis in situ, es la mala calidad del agua que se captará del puerto de Barcelona. Esta agua, poco renovada, acumula hidrocarburos, cobre, mercurio, plomo, aceites y grasas procedentes de las embarcaciones. Las estaciones de muestreo del puerto, según datos a los que ha accedido EL PERIÓDICO, no tienen una buena calidad química, por lo que su tratamiento será complicado y costoso. Se deberá lograr eliminar todo tipo de residuos: por ejemplo metales o sustancias como el benzo(a)pireno, un tipo de hidrocarburo nocivo para la salud. ¿Es esto posible, sobre una gran barcaza? Sí, pero superando todo tipo de complicaciones técnicas, sostienen expertos consultados.

Dudas ambientales

Las desalinizadoras tienen un coste ambiental importante. Y esta, temporal, se suma a las dos que ya están previstas de forma fija en Catalunya. Aún no se ha concretado cómo llegará la electricidad al puerto, aunque fuentes de ATL sostienen que no será un problema. Pero, además del consumo energético, existen dudas sobre la salmuera, el residuo con alta concentración de sal que se desecha para desalinizar agua. Si se pretenden aportar unos 40.000 m3 al día a la red de distribución, se calcula que se producirá la misma cantidad de agua que de salmuera. Esta sustancia, perjudicial para los ecosistemas y las praderas de posidonia, se enviará al fondo marino mediante un emisario que se tendrá que construir.

Para futuras sequías

En lo que queda de año, tras la ligera remontada de los embalses, no están previstas nuevas restricciones. Por tanto, no sería necesario recurrir a esta nueva infraestructura, al menos durante los próximos meses, aunque que se ideó para sustituir a los barcos, en caso de entrar en emergencia 2. La planta flotante, a diferencia de las desalinizadoras fijas Tordera II y Foix, nunca se ha incluido en la planificación a medio plazo (2022-2027), pero fuentes del Govern defienden que la crisis hídrica se puede recrudecer en cualquier momento y que es clave disponer de fuentes alternativas, como lo será esta desalinizadora.

Pese a las dudas que generan los obstáculos técnicos y las dificultades para cumplir con los plazos anunciados, ATL y el Govern seguirán adelante para dejar las obras en marcha. Nadie sabe cuánto tiempo estará en funciones el Ejecutivo de Pere Aragonès. Por tanto, no está claro en qué parte del proceso estará el proyecto cuando se produzca el relevo político. Lo que sí avanza a más velocidad es la instalación de plantas móviles (más pequeñas y sobre tierra) en el Empordà para abastecer a municipios como Roses y Empuriabrava.

Suscríbete para seguir leyendo