Conflicto en las prisiones
La idea de otro bloqueo carcelario enerva a los presos: "Si mañana nos vuelven a encerrar lo quemo todo"
Los presos aprovechan el domingo para hacer acopio de tabaco u otros bienes ante el bloqueo previsto para la próxima semana
Las familias y los presos ante el bloqueo carcelario: "Mi hijo estará un mes sin abrazar a su padre"
Justícia promete actuar ante un nuevo bloqueo en las cárceles catalanas: "No se va a repetir"
Elisenda Colell
Redactora
Periodista de desigualdades y exclusión social crecida en la redacción de informativos de la Cadena SER en Catalunya. Nací en Viu Comunicació y Cugat.cat.
El asfalto que lleva hasta la cárceles de Quatre Camins i Joves, en Granollers (Vallès Oriental), aún conserva los restos de los neumáticos quemados el sábado durante la protesta de los funcionarios de prisiones a raíz del asesinato de la cocinera de la cárcel de Mas d'Enric por parte de un interno. Este domingo lo pisaban los hermanos, primos, tíos, novias y madres del millar de presos a los que ayer trataron de ver y abrazar, sin éxito. Las familias, agotadas, se quejan de estar sufriendo las consecuencias de una triple condena. "Ya tenemos suficiente con estar así... ¿porqué nos hacen esto de no poder ni hablar con ellos?", lamenta la mujer de un preso.
La madre de uno de ellos sufre por las autolesiones que ha visto en las muñecas de su hijo. "Están muy alterados, si va a más habrá un motín", advierten los familiares. Un reo, desde un móvil prohibido, lo confirma a este diario. "Si nos vuelven a encerrar quemaré el colchón y lo que haga falta". Los internos han aprovechado el domingo para hacer acopio de tabaco, agua y otros productos necesarios. "Nosotras no queremos abrir ninguna guerra, ya tenemos suficiente. Sólo pedimos poder comunicarnos con ellos, hacer los vis a vis y que no tengan que estar encerrados todo el día en la celda", insiste Carmen, mujer de uno de los presos. "Entiendo sus reivindicaciones y lamento mucho el asesinato de esta cocinera, pero yo quiero poder hablar en paz con mi pareja", añade.
Beatriz temía que si este domingo se mantenía la protesta de los funcionarios de la prisión su hijo de 10 años se pasaría dos meses sin abrazar a su padre. "Por suerte hemos podido hacer el vis a vis y nos han dejado un poco más rato", agradecía a la salida. La acompañaban otras dos mujeres de presos, María y Sandra, una de ellas con una pequeña de tres añitos. "Están todos muy desquiciados, es que aquí las visitas son sagradas, para nosotros, pero también para ellos. Nos han contado que ayer se pusieron a chillar, a quemar y romper cosas para ver si les hacen caso", explicaba Sandra a la salida. Dicen que ellas se resignaron a saludar a los presos desde las ventanas.
"He de decir que los funcionarios nos han tratado muy bien, y que nos hemos quedado tranquilas de poderlos ver, que están bien", cuenta María al salir del vis a vis este domingo. "Los funcionarios nos han dicho que esta semana será complicada, y a ellos ya les han avisado que vayan haciendo acopio de material: tabaco, agua y lo que necesiten", sigue María, que agredace que al menos sabe a lo que atenerse durante la semana.
'Cabreo' dentro de las celdas
El marido de Sandra tiene un teléfono móvil escondido, ya que en la cárcel están prohibidos. "¿Tu sabes lo que es que te encierren todo el día? Y además por no hacer nada. ¡Yo no he matado a la cocinera de Tarragona! Cuando hay un suicidio no nos ponemos en huelga. Si mañana nos vuelven a encerrar, yo lo quemo todo, empezando por el colchón", se queja el hombre desde el teléfono de su hermana. "Esto va acabar muy mal, tienen muchas ganas de liarla", sigue Sandra.
Las mujeres también se quejan que hay familiares con discapacidad o señoras mayores que el sábado esperaron más de 10 horas frente a la cárcel para intentar ver a su familia, sin éxito. "Hay gente que vino desde Valencia, esto no es normal", sigue la mujer de otro preso. "Que no se piensen que cuando termine esto los funcionarios estarán tranquilos, los presos están muy cabreados", cuenta esta mujer que también considera injusto el bloqueo aunque cree necesario terminar con las agresiones a los funcionarios.
Después de salir a ver a sus maridos, todas las mujeres encuestadas por este diario en Quatre Camins dicen que los funcionarios les han advertido que mañana van a volver a encerrar a los presos. También se lo han dicho a Carmen, Yasmine y Saray, las parejas de tres chicos que están presos en la prisión de jóvenes. "Ha sido muy injusto lo que han hecho y hay quien acabará liándola", explicaba Carmen, junto a su hijo de ocho años. "El niño me preguntaba ayer porqué no podía ver a su padre". "Pagan justos por pecadores, ayer él me llamó llorando. Están ansiosos por ver a los niños", cuenta Saray.
Riesgo de motín entre los jóvenes
Las mujeres de esta cárcel han creado un grupo de WhatsApp. "Nos han dicho que no saben si el fin de semana podremos entrar, si no podemos, nos vamos a quejar todas juntas", cuenta Carmen. "Están super nerviosos, han amenazado a los funcionarios, están con la paranoia... Ya la están empezando a liar y más que pueden hacer", dice Saray preocupada. "Yo no quiero que haya más violencia, solo quiero que las cosas vuelvan a estar como antes, poder hablar con ellos cuando nos toca", sigue. "Mañana hay huelga otra vez y los volverán a encerrar... dicen que al final la liarán, no es su culpa lo que ha pasado en Tarragona", cuenta Yasmine.
María, tía de otro joven preso, lleva noches sin dormir. "Mi sobrino lo está pasando muy mal", cuenta ella a la salida. "Está siendo horrible, no sé por qué nos hacen esto", se queja Alicia, madre de un preso. Sostenía rotuladores de colores y un dinosaurio de juguete. Le acompañaba su nieto, de siete años, para ver a su padre encerrado. "Yo noto sus nervios, esto que les hacen es una doble o una triple condena", explica la madre que desde el viernes convive con antidepresivos. "Desde que está aquí explotan por nada, se juegan que haya un motín", sigue Alicia. "Ya cumplen un delito, no hace falta que les hagan cumplir otro", se queja Gabi, cuñado de un preso.
Ion, un recluso de origen rumano, sabe muy bien lo que es estar privado de libertad. Este domingo regresaba a la cárcel de un permiso. "Por suerte salí el jueves, sinó no lo hubiera podido hacer", explica és interno al que le quedan seis meses para la libertad. "Aquí la cosa es que si no tienes a la familia estás perdido, lo que te da fuerza es la familia y si no te dejan verlos... El contacto con la familia es sagrado". También Jury, que sale a diario los fines de semana al estar en el régimen semi-abierto. "Yo por suerte pude salir... pero los compañeros están muy quemados y cabreados".
De la celda a la trinchera
En todo el recinto penitenciario sólo había un hombre con una sonrisa imporrable de oreja a oreja. "Después de cinco años, ¡tengo la libertad!", explicaba Eugenio, desubicado. Apoya la reivindindicación de los empleados pero entiende la injustícia del encierro. "Me lo llegan a hacer hoy, que me toca la libertad, y lo quemo todo", dice el hombre. Mira al cielo, azul e infinito. ¿Y ahora qué? "Ahora me voy a Ucrania, a mi país, a luchar en la guerra".
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